Un espect¨¢culo inacabado
Corre, corre, diva, el ¨²ltimo espect¨¢culo sobre el universo de las grandes damas del music-hall creado por el core¨®grafo Ramon Oller, se estren¨® en el Festival de Peralada. Se estren¨® sin la presencia de la actriz Lola Lizaran, a causa de una enfermedad, lo que dej¨® incompleto el tr¨ªo de divas que cierra la bailarina Merc¨¨ Boronat y protagoniza la cantante y actriz Nina con su voz, a la que, esta vez, incorpora la expresividad de su cuerpo en apuntes bailados. No fue, pues, la mejor manera de estrenar la pieza, y si a esto le sumamos el hecho de que Ramon Oller suele hacer evolucionar sus montajes a medida que se suceden las representaciones ante el p¨²blico hasta alcanzar el nivel ¨®ptimo, es f¨¢cil deducir que lo que se vio en Peralada es apenas un primer acercamiento a lo que puede llegar a ser el espect¨¢culo.De momento, Ramon Oller vuelve a brillar como el gran inventor de movimiento y gestualidad para que los cuerpos se retuerzan con espl¨¦ndida expresividad coreogr¨¢fica, como atestiguan algunos magn¨ªficos d¨²os y tr¨ªos bailados por los integrantes de la compa?¨ªa Metros. Sin embarco, Corre, corre, diva es todav¨ªa fr¨¢gil en su contenido y en su dramaturgia, vagamente basada en la vida de Josephine Baker, de la que se recoge la an¨¦cdota pero no la profundidad, sensibilidad y tragedia de su vida. Y falla en la organicidad y plasticidad de su puesta en escena, que se estructura casi torpemente como una simple sucesi¨®n de n¨²meros bailados y cantados en los que caben, sin que se aprecie claramente la l¨®gica interna, desde La traviata, en versi¨®n grabada, al B¨¦same mucho, pasando por La vie en rose, de Edith Piaf, cantadas en directo por Nina.
De hecho, el espect¨¢culo se parece todav¨ªa mucho a los (siempre espl¨¦ndidos, ir¨®nicos y transgresores) talleres con alumnos que imparte Oller, donde suele dar prioridad a la iron¨ªa infantil del grupo buscando antes la eficacia que aquella resonancia interior de sensibilidad extrema con la que Oller ha alcanzado sus mejores ¨¦xitos.
El tema de la diva, que recorre desde sus or¨ªgenes miserables hasta su encumbramiento y ca¨ªda, en manos del alcohol o las amistades peligrosas, para renacer de nuevo de sus propias cenizas, es id¨®neo para los cambios de ritmo, para saltar del kitsch de las plumas a lo Folies Berg¨¨re al posible expresionismo de las secuencias tr¨¢gicas o a la sensibler¨ªa rom¨¢ntica de otras secuencias l¨ªricas que caracteriza el trabajo de Oller. Sin embargo, nada de eso sucede todav¨ªa y Corre, corre, diva acaba apareciendo como un trabajo plano, como una historia mal contada.
Personajes difusos
Nina es la protagonista del espect¨¢culo, la diva. Es ella el centro de todo cuanto ocurre en escena, punto de fuga de todas las secuencias. A su alrededor, difusos, mal dibujados, apenas una caricatura pintada con un seis y un cuatro, se reconocen (en gran parte gracias al programa de mano) la criada, el pretendiente, los aduladores, el manager y ("sobre todo", indica el folleto) el peluquero, con un imaginario que va desde la Castafiore a Llongueras pasando por la hombr¨ªa latina de Antonio Banderas.Nina canta y baila. A su alrededor bailan. Pero ni el personaje de Nina est¨¢ pensado para tener la fuerza suficiente para llevar sobre s¨ª el peso de la funci¨®n, ni los bailarines crean a su alrededor la densidad ambiental ni las pasiones que la diva precisa para vivir su ¨ªntima tragedia de pasi¨®n y muerte.
A Corre, corre, diva le falta condensaci¨®n, capacidad de evocaci¨®n y de identificaci¨®n para que el personaje de Nina logre emocionar. Obligada a encarnar a la Baker, la cantante y actriz viste adem¨¢s unos trajes que parecen dise?ados por su peor enemigo. Pero curiosamente se usa mal casi todo el vestuario que ha dise?ado Isidre Prun¨¦s, a veces muy vistoso, pero lucido en secuencias t¨®picas e irrelevantes pese a tener unas evident¨ªsimas potencialidades pl¨¢sticas. Escenograf¨ªa (tambi¨¦n de Prun¨¦s) e iluminaci¨®n (de Gloria Montesinos) apenas existen.
En conjunto, pues, un espect¨¢culo todav¨ªa informe y al que todav¨ªa le falta mucho trabajo. Ramon Oller deber¨¢ aplicar, en la gira previa hasta que el montaje recale a partir del pr¨®ximo mes de noviembre en el teatro Romea de Barcelona, su indudable genio para dotarlo de esa peculiar forma de sentir que ha dado al core¨®grafo catal¨¢n la justa fama de la que disfruta internacionalmente.
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