Los psic¨®patas del Ulster
El ignominioso atentado del s¨¢bado en el Ulster, en el que han muerto 28 personas, dos de ellas espa?olas, y ha ocasionado m¨¢s de 200 heridos -entre los m¨¢s graves est¨¢n cuatro muchachos de nuestro pa¨ªs-, no tiene identidad; no es verdad que sea un atentado cat¨®lico, como se ha divulgado a t¨ªtulo de probabilidad, atribuy¨¦ndolo a una escisi¨®n del IRA; pero tampoco es protestante, si en ¨²ltimo t¨¦rmino recayera sobre alg¨²n grupo de terroristas favorables a la uni¨®n con Gran Breta?a la responsabilidad de tan sangriento suceso. Cuando, en casos como ¨¦ste, atribuimos identidad a la matanza de inocentes estamos tratando de explicar, aun con la mejor buena fe, lo ocurrido, y por ello lo trivializamos; lo conocido es siempre menos malo que lo por conocer. Y no es un atentado espec¨ªficamente cat¨®lico ni protestante, porque no es una acci¨®n en defensa de ninguna de las dos comunidades, sino un acto de terror que se sirve como pretexto de la naci¨®n o de la religi¨®n, en el orden que m¨¢s convenga.
Indudablemente, s¨ª es, en cambio, un atentado contra la paz y su plasmaci¨®n m¨¢s o menos fr¨¢gil en los acuerdos de abril de este a?o, clamorosamente refrendados en refer¨¦ndum y suficientemente apoyados en las votaciones para constituir la reciente Asamblea de Irlanda del Norte y su Gobierno aut¨®nomo.
En un primer momento, el efecto de salvajadas como la presente no es favorable casi nunca a los presuntos intereses de los incendiarios, porque se produce una reacci¨®n inmediata de cierre de filas de todas las fuerzas pol¨ªticas y civiles, nacionales e internacionales, implicadas en el caso, y as¨ª la unidad contra los violentos se siente inicialmente reforzada. Eso es lo que est¨¢ ocurriendo hoy en el Reino Unido, Europa y Estados Unidos, partes m¨¢s directamente asociadas al proceso de paz en el Ulster. Otra cosa muy diferente ser¨ªa, sin embargo, preguntarse sobre la naturaleza profunda de esos acuerdos y su capacidad de resistir a la tensi¨®n de la muerte brutal y cotidiana, y en el caso de Irlanda del Norte hay que temer que la consolidaci¨®n real y pr¨¢ctica de los indudables deseos de paz de la provincia no va ser f¨¢cil ni puede ser r¨¢pida.
Una parte no desde?able de los s¨ªes al proceso est¨¢ m¨¢s inspirada por la resignaci¨®n que por el entusiasmo, y esos votos en precario proceden b¨¢sicamente m¨¢s del campo protestante-unionista que del cat¨®lico-republicano, de forma que los primeros podr¨¢n argumentar ahora que la negativa del IRA a entregar las armas, pese a su rigurosa observancia de la tregua, es lo que ha llevado a la situaci¨®n actual, como igual dicen que ocurre con la liberaci¨®n de presos republicanos de las c¨¢rceles brit¨¢nicas, con la ¨²nica mitigaci¨®n de que Londres los env¨ªa a la Rep¨²blica en lugar de a sus casas en el Ulster. Pero lo verdaderamente significativo es que esa bomba iba contra la fragilidad de aquel sufragio resignado, con la vesania a?adida de buscar un objetivo mixto, la poblaci¨®n de Omagh, en la que, a diferencia de lo que ocurre en la inmensa mayor¨ªa de las localidades de la provincia, conviven cat¨®licos y protestantes, y donde se hallaba, incidentalmente, de excursi¨®n un grupo de j¨®venes espa?oles que estudiaban ingl¨¦s en la vecina Rep¨²blica de Irlanda.
La respuesta, por tanto, a ese horror sin otra filiaci¨®n que la de la psicopat¨ªa ha de ser la de hallar cuanto antes y castigar a los culpables, como ha prometido emocionadamente el primer ministro brit¨¢nico, Tony Blair, para que todos sepan que la poblaci¨®n del Ulster no quiere seguir estando dividida en protestantes y cat¨®licos, sino, porque no queda otro remedio, en amantes y enemigos de la paz, y que estos ¨²ltimos no son m¨¢s que una ¨ªnfima minor¨ªa.
?ste es, finalmente, un atentado contra la propia idea de la construcci¨®n europea; no contra ciertas fronteras, como quisieran creer sus autores, sino a favor de levantar nuevas divisorias nacionales que se abrevan en el odre del odio m¨¢s antiguo. La desgraciada muerte de los dos j¨®venes espa?oles un s¨¢bado de agosto en Irlanda del Norte subraya tambi¨¦n simb¨®licamente, por ello, que ese crimen sin nombre se ha perpetrado contra todos nosotros.
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