Las pr¨¢cticas agr¨ªcolas tradicionales originan el 80% de los incendios forestales
Los fuegos causados por pir¨®manos y especuladores son estad¨ªsticamente desde?ables
La percepci¨®n general asocia los incendios forestales a la locura de los pir¨®manos, a los intereses de la industria maderera y a la voracidad de la especulaci¨®n inmobiliaria. En realidad, estas tres causas son estad¨ªsticamente irrelevantes. El 80% de los fuegos se origina en quemas de pastos y rastrojos: son incendios intencionados, s¨ª, pero rara vez malintencionados. Los t¨¦cnicos de Medio Ambiente consideran un error criminalizar esas pr¨¢cticas agr¨ªcolas milenarias y abogan por llegar a pactos locales con los agricultores para que trasladen las quemas al invierno.
De los incendios restantes, aproximadamente un 15% se debe a negligencias de domingueros y excursionistas, y alrededor de otro 5% a rayos y otras causas naturales, seg¨²n los datos de la direcci¨®n general de Conservaci¨®n de la Naturaleza. Los casos de piroman¨ªa como el desastre de este verano en Catalu?a, causado supuestamente por un desenga?o amoroso, constituyen una rareza estad¨ªstica contra la que, por otra parte, resulta casi imposible adoptar pol¨ªticas preventivas eficaces. La base de datos del actual Ministerio de Medio Ambiente, una de las m¨¢s completas del mundo desde 1968, desmiente tambi¨¦n la extendida creencia de que gran parte de los fuegos se provocan para vender luego la madera que ha resistido a las llamas. Seg¨²n el jefe de defensa contra incendios forestales de la direcci¨®n general de Conservaci¨®n de la Naturaleza, Ricardo V¨¦lez, en el 95% de los siniestros espa?oles no queda ninguna madera que se pueda vender, y en el resto, tal pr¨¢ctica tendr¨ªa una rentabilidad dudosa.
Especuladores
La suspicacia contra la especulaci¨®n inmobiliaria tampoco viene avalada por las cifras. Sin duda se dan algunos casos -el actual conflicto entre el Ayuntamiento marbell¨ª de Jes¨²s Gil y la Junta de Andaluc¨ªa refleja un ejemplo notorio-, pero su significaci¨®n estad¨ªstica es nimia. Los Gobiernos espa?ol y franc¨¦s han llevado a cabo estudios sistem¨¢ticos sobre la supuesta relaci¨®n entre los incendios y las recalificaciones de terrenos, y no han encontrado evidencias que pasen de lo anecd¨®tico. Pese a ello, varias legislaciones auton¨®micas -la andaluza y la valenciana entre ellas- han incluido prohibiciones expresas de recalificar como urbanizables los terrenos forestales quemados. La eficacia de estas medidas es dudosa: Italia ya lo hizo hace 20 a?os y no ha registrado ninguna disminuci¨®n del n¨²mero de siniestros. La principal fuente de incendios forestales est¨¢ muy clara en las estad¨ªsticas: las quemas con fines agr¨ªcolas y ganaderos. Muchos pastores queman terrenos forestales para alimentar a sus reba?os con los rebrotes inducidos por el fuego, o simplemente para "regenerar los pastos", como han visto hacer a sus abuelos. Adem¨¢s, muchos agricultores usan el fuego para eliminar malezas y rastrojos, y preparar as¨ª el terreno para la pr¨®xima siembra.
Estas pr¨¢cticas son muy comunes sobre todo en el noroeste de la pen¨ªnsula. No es casual que esa zona suela dar cuenta de la mayor¨ªa de los fuegos forestales espa?oles (el 71% de los contabilizados este a?o hasta el 9 de agosto, por ejemplo). Las quemas agr¨ªcolas revisten ahora mucho m¨¢s peligro que hace unas d¨¦cadas, debido a que el abandono de las zonas rurales ha extendido por los montes pr¨®ximos a los cultivos una verdadera alfombra de maleza, matorral bajo y otros excelentes combustibles. Los agricultores mal informados suelen hacer las quemas en verano para facilitarse el trabajo: una costumbre nefasta no s¨®lo por el riesgo de extensi¨®n del incendio, sino porque destruye el suelo f¨¦rtil y obliga luego a utilizar cantidades masivas de abonos.
Es en este ¨¢mbito -y no en la persecuci¨®n penal de especuladores fantasmas- donde la pol¨ªtica de prevenci¨®n revela deficiencias evidentes. V¨¦lez, como la mayor¨ªa de expertos internacionales, considera crucial trabajar en pactos locales con los agricultores y ganaderos para conciliar sus intereses con los de la conservaci¨®n natural. "Hay que evitar criminalizar a los agricultores", se?ala. "La idea no es perseguir penalmente las quemas de pastos, sino elaborar programas para controlarlas y trasladarlas a meses m¨¢s h¨²medos".
De hecho, ¨¦sta fue una de las conclusiones del ¨²ltimo Congreso Forestal Mundial, celebrado en Turqu¨ªa en octubre, y que reuni¨® a m¨¢s de 4.000 cargos p¨²blicos y t¨¦cnicos forestales de 149 pa¨ªses. Las actas de ese congreso no ponen el acento en la persecuci¨®n penal de los pir¨®manos, sino en la "gran importancia de que las administraciones locales y sus residentes comprendan los fines del manejo del fuego en sus zonas".
Menos hect¨¢reas
Desde 1988, el n¨²mero de incendios ha crecido en toda Europa, pero la superficie total quemada se ha mantenido bastante estable (o se ha reducido, como en Espa?a en los ¨²ltimos tres a?os). La principal raz¨®n de lo segundo es que las t¨¦cnicas de detecci¨®n y extinci¨®n han mejorado y, por tanto, cada vez m¨¢s fuegos se apagan antes de que superen la hect¨¢rea de superficie quemada. Pero ?por qu¨¦ ha aumentado el n¨²mero? La raz¨®n no hay que buscarla en el clima. La costa sur de Europa tiene unas caracter¨ªsticas muy similares al norte de ?frica y, sin embargo, el riesgo de incendio (calculado como n¨²mero de fuegos por cada hect¨¢rea de superficie forestal) es 30 veces mayor en Espa?a (y hasta 300 veces mayor en Galicia) que en Marruecos o T¨²nez, seg¨²n los an¨¢lisis que cita V¨¦lez.
Los expertos concluyen que las causas del incremento de fuegos en Europa son socioecon¨®micas: el progresivo abandono de las zonas rurales (con la consiguiente invasi¨®n del monte por matorrales muy combustibles), las pol¨ªticas comunitarias de reducci¨®n de excedentes agr¨ªcolas (no acompa?adas por otras de incentivo a la limpieza de montes) y el mantenimiento, pese a lo anterior, de las pr¨¢cticas tradicionales de quemas agr¨ªcolas y de pastos.
Lo ¨²ltimo viene empeorado por el apoyo europeo a la ganader¨ªa intensiva, un verdadero est¨ªmulo a la quema incontrolada para alimentar a los animales con los pastos brotados tras el incendio.
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