Europa olvida Kosovo en verano
La comisaria Bonino reclama una soluci¨®n pol¨¬tica urgente para salvar a los refugiados
"La situaci¨®n humanitaria [en Kosovo] es desastrosa. Si no hay una soluci¨®n pol¨ªtica urgente, el invierno tendr¨¢ consecuencias dram¨¢ticas para centenares de miles de seres humanos. Todo el mundo debe saberlo y cada uno asumir su responsabilidad". Las palabras de la comisaria europea para Asuntos Humanitarios, Emma Bonino, suenan como un grito en el vac¨ªo de Cirez, una aldea albanesa abarrotada de miles de desplazados. La comisaria Bonino camina entre mujeres desarrapadas rodeadas de ni?os escu¨¢lidos y enfermos y hombres ancianos, desalojados de sus hogares en las ¨²ltimas semanas. A pesar de la desesperada situaci¨®n, hay una gran dignidad en sus miradas.
"?Por qu¨¦ la Uni¨®n Europea y la OTAN han permitido que el Ej¨¦rcito yugoslavo arrasase una parte importante de Kosovo?". "Preg¨²nteles a los responsables", responde Bonino. "?A Javier Solana?". "S¨ª, a ¨¦l, por ejemplo", contesta la comisaria, antes de puntualizar: "La realidad es que Europa es un gigante econ¨®mico y un gusano pol¨ªtico. Si a eso a?adimos las divisiones en el interior de la Administraci¨®n norteamericana, estamos de nuevo ante la repetici¨®n de Bosnia. Se necesitar¨¢ una nueva [matanza de] Srebrenica y algunas matanzas en los mercados, como ocurri¨® en Sarajevo, para intervenir en Kosovo". Bonino penetra en la escuela donde se han instalado decenas de familias. Entre lloros de ni?os enfermos, acaricia un rostro infantil y conversa con la familia Hajeze-Bayrami, alojada en menos de dos metros cuadrados, un espacio donde apenas caben los dos colchones extendidos.
Hay un gran orden en las aulas. Dibujos infantiles del ¨²ltimo curso pueblan las paredes. Las maletas est¨¢n apiladas en los rincones. Una madre mece la cuna de un ni?o enfermo. Otra est¨¢ repartiendo pan entre sus cinco hijos. Los trozos son tan peque?os que se pierden en las diminutas manos de los cr¨ªos. Bonino observa con dulzura. Horas antes, la comitiva ha salido de Pristina con direcci¨®n a Pagarusa, donde varios miles de desplazados viven en los bosques en condiciones infrahumanas. El viaje transcurre entre aldeas destruidas y controles policiales. Despu¨¦s de atravesar el centro arrasado y silencioso de Malisevo, aparecen las aldeas albanesas. Algunos ni?os saludan con los pu?os en alto. Otros corren con armas de madera. Poco despu¨¦s, un control de la guerrilla del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo (ELK) obliga a detener la marcha. El comandante guerrillero escucha las explicaciones de la comisaria. Finalmente, autoriza s¨®lo el paso de los coches de la delegaci¨®n humanitaria. "Nosotros tenemos las armas y decidimos qui¨¦nes son los que pasan", dice para justificar su decisi¨®n. Minutos antes, sus hombres han quitado las c¨¢maras a dos equipos de televisi¨®n. La comisaria decide dar media vuelta: "No acepto esta especie de mercado negro".
La comitiva contin¨²a su camino. Hay vacas muertas a balazos atravesadas en la carretera. Dos caballos solitarios corretean entre edificios calcinados. En Kijevo, ni?os tan rubios como los anteriores hacen el saludo de los tres dedos alzados. Es un enclave serbio.
En la carretera entre Glogovac y Srbija parece haber m¨¢s actividad que en d¨ªas anteriores. Los guerrilleros controlan de nuevo la zona, y eso anima a algunos desplazados a regresar. Pero saben que el Ej¨¦rcito puede regresar en cualquier momento.
La comisaria Bonino intenta mantener el control de sus reflexiones. "Los que nos dedicamos a la actividad humanitaria nos sentimos rehenes de esta horrorosa situaci¨®n. La ONU no tiene dinero para asistir a las v¨ªctimas, y a nosotros s¨®lo nos queda la denuncia". "?Europa sigue con el cartel de vacaciones?". "S¨ª, tanto aqu¨ª como en Congo", responde con frustraci¨®n.
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