Una realidad multicultural
Francisco Ayala, presidente de la comisi¨®n Andaluc¨ªa una Realidad Multicultural, del foro Andaluc¨ªa Nuevo Siglo del que formo parte a petici¨®n del presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, ha publicado un art¨ªculo, Andaluc¨ªa en el mundo, (EL PA?S, 30 de julio) por el cual intuyo el dif¨ªcil y duro debate que caracterizar¨¢ las reuniones pr¨®ximas de la comisi¨®n al objeto de elaborar un documento que sea ¨²til al destino y sitio del pueblo andaluz en el nuevo siglo. Entiendo, desde ya, que la confrontaci¨®n de las diversas perspectivas de futuro para Andaluc¨ªa va a ser democr¨¢ticamente encarnizada, p¨²blicamente transparente y socialmente enriquecedora. As¨ª creo lo sentimos cuantos constituimos el grupo de andaluces precipitadamente agredido por algunos sectores pol¨ªticos de partidos que no tuvieron la abierta idea de ofrecer a andaluces de la sociedad civil la participaci¨®n con sus opiniones en la futura realidad andaluza. Yo quiero anticipar mi actitud, como ha hecho el se?or Ayala en este mismo diario, y manifestar resumido el pensamiento que sustentar¨¢ mi postura en el curso de los debates ante la valiente y decidida convocatoria que el presidente de la Junta, en nombre de Andaluc¨ªa, me ha hecho. Evitar las piruetas literarias y la palabrer¨ªa hueca y sin contenido es uno de los prop¨®sitos que me exigir¨¦ en este apostar a la aspirada Andaluc¨ªa como realidad multicultural. Tambi¨¦n el respeto que me merece el trabajo y las opiniones que puedan aportar los dem¨¢s convocados, a fin de que haya sitio para debatir todas las perspectivas, limitar¨¢, como yo lo hago, la extensi¨®n del documento escrito que se me demanda para el debate. Entiendo una realidad multicultural aquella en que la identidad de cada n¨²cleo cultural est¨¢ definida y no perdida o difuminada por intentos b¨¦licos despersonalizadores. El debate por alejarnos pac¨ªficamente, con la sabidur¨ªa que dan la impotencia y las experiencias hist¨®ricas, de esos prop¨®sitos imperialistas que nos semianiquiliaron como pueblo multicultural, creo debe ocupar nuestro tiempo y compromiso. Yo creo que no se trata de planificar ni conducir a Andaluc¨ªa, nuestra tierra, a una inexplorada, desconocida y arriesgada realidad futura multicultural, sino de recuperar aquella tolerante, rica en respetos, y progresista sociedad andaluza que tuvimos en un pasado no muy lejano; no muy lejano, en funci¨®n de la cuenta de milenios en los que Andaluc¨ªa aparece en la historia semiformalizada como unidad multicultural: naci¨®n, nacida sin documentos, por sus caracter¨ªsticas geogr¨¢ficas y climatol¨®gicas. En estos debates propuestos deber¨ªamos volver a reencontrarnos en los sentimientos y pensamientos de los vencidos que dejaron, en los rescoldos de las llamas de las intolerancias, el rastro de sus culturas y sus vidas. Reencontrarnos hoy en una comunidad asistida por las ventajas de las nuevas tecnolog¨ªas y conquistas del saber, ser¨ªa, entiendo, la raz¨®n de estos encuentros. Consciente de que no existe la cultura sino las culturas, y vivencialmente seguro de que dentro de cada una de ellas conviven dos, la vivida y la aprendida, estimo de necesidad encontrar el sitio que pertenece o debe ocupar cada una de ellas: al lado de la aprendida cultura universitaria, debe aparecer la estima, y no la actitud peyorativa que con demasiada frecuencia se manifiesta, a esa otra que define a los pueblos y les da identidad por sus formas de vida cotidiana; por las relaciones de sus sectores; por sus ritos y costumbres; por su sentido del tiempo y de la vida. Puede ser la identidad, s¨ª, un serio factor ideol¨®gico. La identidad comprometida con el trabajo, con la poes¨ªa, con valores del esp¨ªritu, con el arte, con todo aquello que, lejos de las bisuter¨ªas folcl¨®ricas que nos han deformado, tiene capacidad para hacernos sentir humildemente diferentes, amando solidariamente las caracter¨ªsticas de vida y culturas de otros pueblos. No habr¨¢ paz m¨¢s duradera que aquella que sea capaz de armonizar la econom¨ªa de los pueblos y sus diferencias culturales. Dif¨ªcil, pero posible, ser¨ªa aventurarnos, plantando cara a un futuro demoledor de identidades, a debatir ante el mundo, en general tan ap¨¢tico o convulso, el valor de nuestro pacifismo desechando cuanto contraiga el m¨¢s m¨ªnimo compromiso social con la violencia: en la econom¨ªa, la religi¨®n y el militarismo. Dif¨ªcil, pero posible, ser¨ªa reglamentar la vida, el orden y la justicia social, sin condicionantes ni directrices lejanas, de acuerdo con esa indiscutible idiosincrasia que hemos heredado curtida por los sufrimientos, la abundancia y la escasez; por el menosprecio de comunidades y naciones enriquecidas con nuestra sangre; y con ese concepto de la nombre y orgullosa resignaci¨®n que hemos antepuesto siempre a la violencia. Es posible hacer de Andaluc¨ªa una realidad multicultural, como es posible tambi¨¦n hacerlo de Espa?a considerando a Espa?a, esa nueva Naci¨®n con documentos, como una madre adoptiva con capacidad de tratar a todos sus hijos por igual; sin ventajas por ninguna historia ling¨¹¨ªstica y siempre abierta a las necesidades culturales que se alimenten con honradez de ideolog¨ªas. ?stas son las apretadas conclusiones de mis ideas y pensamientos con las que voy a entrar y a defender en eso foro de doscientos andaluces propuesto por don Manuel Chaves; y en el que, creo, debemos y podremos ver y dise?ar a Andaluc¨ªa con sus solidarias diferencias y con su voluntad de alcanzar la universalidad desde nuestras diversas perspectivas y particularidades culturales.
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