El arte contra la injusticia
El pintor almeriense Andr¨¦s Garc¨ªa Ib¨¢?ez ha donado 21 obras realizadas en San Salvador y Guatemala a Unicef
Los balones de f¨²tbol o los juegos de canicas en el letargo de las tardes del pueblo no ocupan un papel destacado en la biograf¨ªa infantil de Andr¨¦s Garc¨ªa Ib¨¢?ez. Sin embargo, como si de la magdalena de Marcel Proust se tratara, el olor a pintura y aguarr¨¢s le transportan de inmediato a sus primeros d¨ªas, a su primera escuela. Pas¨® su ni?ez rodeado de botes de pintura, jugueteando con pinceles y lienzos en el taller de su abuelo. "Ah¨ª fue donde descubr¨ª un poco la maravilla del mundo del arte", asegura este joven almeriense de 26 a?os que ha hecho de la pintura y de su propia vida un binomio indisoluble. Andr¨¦s Garc¨ªa Ib¨¢?ez, que ya tiene su propia Casa Museo en Olula del R¨ªo, el municipio almeriense en el que reside, aprendi¨® a pintar con la misma naturalidad que se aprenden a dar los primeros pasos. No le hizo falta ni pararse a pensarlo. Simplemente empu?¨® los pinceles y a los 17 a?os ya se ganaba la vida vendiendo sus cuadros. Ahora es dif¨ªcil conseguir una de sus obras por menos de 150.000 o 200.000 pesetas. Seg¨²n el cuadro, las cifras ascienden a cantidades millonarias. Pero no es la cotizaci¨®n que sus obras han alcanzado su logro m¨¢s destacado. Por encima de todo est¨¢ la admiraci¨®n que ha logrado despertar entre los expertos en arte y la humildad con la que se plantea su relaci¨®n con la pintura. "Yo nunca he buscado un estilo en particular. Ni tampoco pretendo ser muy original. Los temas de mis cuadros me los brinda el proceso de la vida". El cuadro que pint¨® para el Vaticano del obispo almeriense beatificado, Diego Ventaja, fue uno de los primeros trabajos que confirmaron el buen camino por el que le guiaba su talento art¨ªstico. No hace mucho tiempo regres¨® de cumplir con otro encargo de envergadura: pintar la c¨²pula de la catedral de San Salvador y los cuadros del retablo de esta misma iglesia. Lo que en principio se planteaba como reto profesional m¨¢s acab¨® convirti¨¦ndose en un pulso personal. "Cuando llegu¨¦ a San Salvador los andamios que hab¨ªan preparado para pintar la c¨²pula de la catedral estaban mal resueltos. Tuve que esperar aproximadamente un mes para poder empezar a pintar y fue entonces cuando tuve la oportunidad de relacionarme con los salvadore?os y con la gente de Guatemala, donde tambi¨¦n viaj¨¦", explica. De esa relaci¨®n con el pueblo, y con los mismos operarios de la catedral, nacieron 21 cuadros. Cuando finaliz¨® su trabajo en San Salvador, Andr¨¦s tra¨ªa en el morral de su alma una profunda rebeld¨ªa contra las injusticias que pudo apreciar y, bajo su brazo, unos lienzos enrollados en los iban atrapados la vida y el sentir de alguna de la gente con la que trat¨® mientras estaba en San Salvador y Guatemala. Estos cuadros son ahora propiedad de Unicef. Si se venden todos se conseguir¨¢n recaudar unos nueve millones de pesetas. Pero, pese a que la impresi¨®n que le llev¨® a pintar esos cuadros fue brutal, Garc¨ªa Ib¨¢?ez no iba desprevenido. "Me esperaba lo que encontr¨¦. Pero es que cuando est¨¢s all¨ª es cuando realmente te das cuenta de que el sol no sale igual para todos. En el caso del Salvador, 14 familias son las que dominan y la gente vive en un r¨¦gimen casi de esclavitud para ellos. Son gente sin posibilidad de escapatoria. Adem¨¢s, pude comprobar que todas las doctrinas institucionalizadas son falsas, obstaculizan el desarrollo".
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