Calixto Bieito dirige con furia una versi¨®n en ingl¨¦s de "La vida es sue?o"
Impactante representaci¨®n de "I masnadieri", de Giuseppe Verdi
La vida es sue?o (1635), dirigida por Calixto Bieito, se ha convertido en el espect¨¢culo m¨¢s emblem¨¢tico de la actual edici¨®n del Festival de Edimburgo. Es presentada como el Hamlet espa?ol: Calder¨®n en el pa¨ªs de Shakespeare, qu¨¦ atrevimiento. Las 15 funciones en curso son todo un reto, si tenemos en cuenta que el Racine de Luc Bondy tiene solamente cuatro, el Botho Strauss de Peter Stein tres y el Camus de Van Hove dos.
Brian MacMaster, director del festival, ha apostado fuerte. La prensa nacional brit¨¢nica est¨¢ dividida: The Guardian califica de sensacional el espect¨¢culo y en parecida l¨ªnea est¨¢ The Independent; el Financial Times lo rechaza de pleno. La divisi¨®n de opiniones estimula los llenos diarios. "So?aba yo que ten¨ªa alegre mi coraz¨®n". A ritmo de martinete, y como un susurro, el cantaor Miguel Poveda fija el ritmo de la ceremonia. La escenograf¨ªa es sobria, poderosa: un c¨ªrculo de arenisca negra; un gran espejo que al final recoge la imagen del p¨²blico; un sill¨®n de madera; una baraja de fat¨ªdicas cartas, como en Carmen, 20 a?os despu¨¦s de que Teresa Berganza cantase por primera vez el personaje oper¨ªstico precisamente en esta ciudad. La primera gran baza de Calixto Bieito ha sido contar con unos actores eminentes, acostumbrados a hacer Shakespeare hasta en el desayuno. Matizan hasta la ¨²ltima s¨ªlaba con una claridad pasmosa. Adem¨¢s, dan el tipo f¨ªsico de sus personajes y en alg¨²n caso, como el de Rosaura (excelente Olwen Fouere), hasta vocal, en su ambig¨¹edad hombre-mujer. La acci¨®n se lleva hasta nuestros d¨ªas, a un r¨¦gimen dictatorial: uniformes, un tono de violencia en ascenso. El toque espa?ol se reduce a la montera que lleva puesta Clar¨ªn, el personaje c¨®mico (magn¨ªfico Sylvester McCoy), compensada con una bufanda de estampado t¨ªpico escoc¨¦s. El hilo conductor de las escenas lo asume Miguel Poveda, gran cantaor, por ton¨¢s o por alegr¨ªas, o con un portentoso quej¨ªo y un apunte de siguiriya cuando muere Clar¨ªn. Un hallazgo esta conexi¨®n espa?ola.
Bieito plantea los mon¨®logos de La vida es sue?o como si fueran arias de ¨®pera (la iluminaci¨®n ayuda), se recrea en la palabra. Su concepci¨®n esc¨¦nica est¨¢ llena de ruido y de furia, que no es lo mismo que de gritos y confusi¨®n, como en el Shakespeare que hizo en el teatro de La Abad¨ªa de Madrid.
Emociones distantes
El director catal¨¢n se ha contenido sin perder intensidad. Ha declarado que no es su intenci¨®n provocar a la audiencia sino sacar a la luz emociones. Tal vez por el idioma, o por el estilo interpretativo, o por el ritmo, son emociones distantes, algo sobredimensionadas en el movimiento y la energ¨ªa. Est¨¢ inmenso George Anton como Segismundo e incisiva Hillary Maclean como Estrella. El reparto es equilibrado en su totalidad. Los elementos esc¨¦nicos -trajes, ambientes, espacios-, se integran en un desarrollo teatral al que quiz¨¢ falte una pizca de chispa, de intimidad, de sugerencia, de comunicaci¨®n. Es un trabajo casi perfecto y, sin embargo, no conmueve a la altura del esfuerzo. S¨ª conmueve, por ejemplo, otro dram¨®n, en este caso l¨ªrico: I masnadieri de Verdi. Lo ha puesto en pie la compa?¨ªa del Covent Garden como segundo t¨ªtulo oper¨ªstico del ciclo Schiller, tras Don Carlos. Hasta cierto punto se ha convertido en un t¨ªtulo fetiche de las giras veraniegas del teatro londinense (lo han montado ¨²ltimamente en Savonlinna y en Baden-Baden).
Edwaurd Downes dirige I masnadieri con br¨ªo, extrayendo colores, ritmos y tensiones, para que la m¨²sica complemente el canto. La orquesta y el coro responden extraordinariamente. Nadie dir¨ªa que tienen el teatro cerrado por obras de acondicionamiento t¨¦cnico hasta diciembre de 1999.
El reparto vocal es apropiado para una ¨®pera de esta naturaleza, donde hay mucho que cantar. Tiene nobleza de acentos y fuerza l¨ªrica el bar¨ªtono siberiano Dimitri Hvorostovski, belleza t¨ªmbrica el tenor americano Franco Farina, mordiente y atractivo fraseo la soprano Paula Delligatti (excepcional su cabaletta Carlo vive) y naturalidad el italiano Carlo Colombara. Las arias, los d¨²os, los cuartetos, los coros, se aplaudieron uno a uno, como en una representaci¨®n de otros tiempos. El p¨²blico estaba sorprendido. La direcci¨®n esc¨¦nica de Elijah Moshinsky es sencilla y funcional, con cambios esc¨¦nicos a la vista y una iluminaci¨®n que potencia los efectos rom¨¢nticos. Durante estos d¨ªas, la compa?¨ªa Citizens de Glasgow representa en un teatro cercano Los bandidos de Schiller, obra teatral en que se inspira I masnadieri. En fin, qu¨¦ coherente parece todo si se hace con sentido com¨²n.
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