El Atl¨¦tico se ejercita ante un Lazio menor
El equipo de Sacchi abruma con dinamismo a unos romanos apagados
El Atl¨¦tico funcion¨® ante un rival de aplicaci¨®n dudosa que termin¨® abrumado, pensando en cumplir con el tr¨¢mite. Funcion¨® su defensa, se agiliz¨® la presi¨®n y el ataque alcanz¨® velocidades estrepitosas. Kiko fue otra historia. Puso la claridad.El Lazio se estir¨® hasta perder la forma. Lejos deambularon sus magn¨ªficos delanteros Salas y Boksic. Por detr¨¢s se arrincon¨® su defensa. Y De la Pe?a, solo en un anch¨ªsimo medio campo, hizo mal su papel de organizador -salvo que se acercase a la media punta- y no hubo quien le acompa?ara desde atr¨¢s m¨¢s que Negro y Couto, que sirven para marcar, pero no para tocar. Y porque De la Pe?a no es un medio centro, y por fabuloso que sea su talento, hay una verdad lapidaria: el f¨²tbol es un ejercicio asociativo. Se juega en grupo.
Kiko tambi¨¦n parec¨ªa solo, quiz¨¢ por sus movimientos de ritmo cadencioso en medio del vendaval circundante. Kiko se movi¨® con soltura entre los centrales romanos. Fue el ¨²nico jugador del Atl¨¦tico que sorprendi¨® cada vez que recibi¨® un bal¨®n: con control, finta o pausa y astucia para repartirlo. Sus compa?eros se dedicaron a presionar, a correr, a recuperar r¨¢pido para que el Lazio no dispusiera de la pelota por m¨¢s de unos segundos. Y es posible que se aproximaran al ideal de trabajo so?ado por Sacchi -sus ¨®rdenes vibraron casi ininterrumpidamente: "Presi¨®n, presi¨®n, adelante, adelante"-, prensando al enemigo desde la defensa y el ataque para que roben Bejbl, Njegus y Jugovic en mitad de la congesti¨®n. Todos los rojiblancos en bloque y r¨¢pido. Aunque por lo general perdieran el bal¨®n con igual v¨¦rtigo. Salvo que la pelota llegara a los pies de Kiko, el menos r¨¢pido, pero el m¨¢s peligroso. Y en una de ¨¦sas, en el ¨¢rea grande, Couto le entr¨® por detr¨¢s. El penalti lo ejecut¨® Lard¨ªn y el Atl¨¦tico se adelant¨® con un gol.
En el segundo tiempo, Kiko se fue al banquillo y el referente fue Jugovic. Con uno menos el Lazio, a la desbandada, agotado, el yugoslavo se movi¨® por campo abierto. Uno de los primeros balones que recibi¨® lo puso en la zurda de Lard¨ªn, que entr¨® por la izquierda para golear con un disparo raso despu¨¦s de pillar a contrapi¨¦ a la defensa romana, que tir¨® mal el fuera de juego y entr¨® en crisis. En esa dispersi¨®n cay¨® el tercero del Atl¨¦tico, dos minutos m¨¢s tarde; Serena se lanz¨® a galopar, atraves¨® medio campo y remat¨® Jos¨¦ Mari. Fue el final. El partido naveg¨® por los mismos derroteros hasta el ¨²ltimo minuto: Jugovic, mandando solo -ni Roberto, ni Njegus, ni Bejbl parecieron acompa?arle en su funci¨®n de enganche, y es curiosa la soledad del futbolista moderno-; el Lazio, desvaneci¨¦ndose.
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