M¨¢s mar
En aquel ya lejano y calmo d¨ªa de pl¨¢cida luz estival, Jorn Utzon estaba silenciosamente atento sentado en su silla de enea, en las obras en curso de su ya m¨ªtica casa en Porto Petro. El maestro dentro, fuera el mar y el cielo de insultante belleza. El arquitecto en la sombra, en la luz el paisaje.La luminosa escena se enmarcaba con la sombra construida. Construida y definida con precisi¨®n en los huecos de las grandes ventanas, sensiblemente cuadrados.
El umbr¨ªo espacio interior era m¨¢s alto que lo habitual. Lo que los arquitectos han dado en llamar de doble altura. Los huecos, con la dimensi¨®n que marca la figura humana. Dintel, jambas y umbral eran los cuatro costados con los que se armaba el marco que subrayaba, glorific¨¢ndola, la muy impresionante naturaleza exterior: nada menos que todo el antiguo mar Mediterr¨¢neo quedaba all¨ª encerrado. El espectador, arrobado ante la suprema obra de arte. Pero pens¨® el arquitecto, todav¨ªa sentado, que hab¨ªa demasiado cielo. Que el mar de Mallorca era de una hermosura sin par. Y que ¨¦l hab¨ªa abandonado las n¨®rdicas brumas de Copenhague por aquello que all¨ª delante se hac¨ªa presente con tanta calma infinita. Y que si estaba all¨ª es porque quer¨ªa ese mar. M¨¢s mar.
Y el sabio creador se invent¨® un sencillo artilugio de arquitectura para que el mar prevaleciera. Y para hacer para s¨ª para siempre, atrap¨¢ndolo en aquel marco de sombra, al luminoso Mare Nostrum. Con la ancestral sabidur¨ªa de un viejo druida, puso las piedras en trompa. En esviaje, que dir¨ªan los entendidos. Inclin¨® el dintel hasta la l¨ªnea precisa. Enca?on¨® las jambas, como quien entorna las hojas de una puerta, hasta alcanzar la posici¨®n exacta. Y mantuvo la magn¨¦tica horizontal del umbral, para dar al mar apoyo. Por fuera, un sencillo cristal que no se ve y desaparece.
Como un mago que conociera los secretos del control del espacio, toc¨® el maestro todo aquello con su varita m¨¢gica y, ?hale hop!, se hizo el hechizo: la luz all¨ª qued¨® tan bien tensada. Y all¨ª hay hoy m¨¢s mar. M¨¢s mar que cielo. Y una belleza inmensa. Utzon, el maestro.
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