Al abrigo del cubismo y de los Ports
En plena dictadura del general Franco, s¨®lo unos pocos cre¨ªan en las posibilidades tur¨ªsticas de un pueblo de poco m¨¢s de 1.000 habitantes situado en lo m¨¢s rec¨®ndito de una de las comarcas m¨¢s desconocidas de Catalu?a y secularmente olvidadas por parte de la Administraci¨®n: la Terra Alta. Entre ellos, uno de los mejores alcaldes que ha tenido Horta de Sant Joan, Xim Cort¨¦s, ya fallecido, y su brazo derecho en el Ayuntamiento, Joaquim Ferran, el actual farmac¨¦utico. Juntos, en septiembre de 1969, emprendieron un viaje de dos d¨ªas a Cannes que iba a marcar no s¨®lo sus propias vidas -les hechiz¨® la mirada de uno de los genios art¨ªsticos de este siglo-, sino tambi¨¦n el futuro del municipio. Un viaje que no tuvo retorno. El trayecto empez¨® a rodar ocho a?os despu¨¦s gracias al insigne bi¨®grafo Josep Palau i Fabre y as¨ª, en 1997, m¨¢s de 15.000 personas visitaron Horta de San Joan. Cort¨¦s y Ferran hab¨ªan conocido en Francia a un Pablo Ruiz Picasso de 87 a?os, la primera persona que supo apreciar las enormes posibilidades del pueblo. Con raz¨®n. Aqu¨ª el joven Picasso no s¨®lo descubri¨® el cubismo geom¨¦trico, sino tambi¨¦n su particular manera de entender la vida. Por eso le gustaba repetir: "Todo lo que s¨¦ lo aprend¨ª en Horta". -Cuando fueron a verle usted y el alcalde Xim, ?Picasso se acordaba de Horta tras m¨¢s de 60 a?os de no visitar el pueblo? -No est¨¢bamos seguros ni de que quisiera recibirnos. Entonces Picasso viv¨ªa aislado en Cannes en una casa de campo y no atend¨ªa a nadie. Pero despu¨¦s de casi dos horas de conversaci¨®n, su esposa Jacqueline nos coment¨® que nunca hab¨ªa visto a Picasso tan feliz y contento. Todav¨ªa guardaba en su bolsillo una peque?a navaja que le regal¨® un pay¨¦s en Horta. Pablo Ruiz Picasso estuvo dos veces en Horta de Sant Joan, u Horta d"Ebre como ¨¦l la llamaba para no confundirla con el hom¨®nimo barrio barcelon¨¦s, a los 16 y a los 26 a?os. En esta localidad, al abrigo de dos monta?as m¨¢gicas como son Santa B¨¢rbara y el Montsagre en plenos Ports de Tortosa-Beseit, Picasso aprendi¨® el catal¨¢n -con dejes del dialecto occidental-, a jugar a la botifarra, a sacar agua del pozo, a montar en burro y a subsistir durante un mes en una perdida cueva de las monta?as. En 1898, Picasso estudiaba en la Llotja de Barcelona con Manuel Pallar¨¨s, hijo de Horta, con quien hab¨ªa entablado una profunda amistad. El pintor necesitaba recuperarse de la escarlatina y Pallar¨¨s le invit¨® a pasar el verano en su pueblo. Los tres meses se convirtieron en nueve y aqu¨ª cumpli¨® los 16 a?os. "Era como una c¨¢mara de fotos", comenta Salvador Carb¨®, uno de los m¨¢ximos impulsores del Centro Picasso, "plasmaba al carb¨®n todo lo que ve¨ªa, hizo infinidad de dibujos sobre las fiestas, costumbres del pueblo, la gente trabajando en el campo, los pastores en las mas¨ªas, el paisaje de los puertos o las procesiones al convento de Sant Salvador". En esta ¨¦poca de aprendizaje, Picasso descubri¨® el mundo rural. En su segunda estad¨ªa, en 1909, Horta conoci¨® a un Picasso m¨¢s maduro, personal y art¨ªsticamente. Hab¨ªa vivido en Par¨ªs y traspasado ya sus etapas rosa y azul. Dos a?os antes, hab¨ªa pintado Las se?oritas de Avi?¨®n, el primer cuadro precubista. La visita del pintor revolucion¨® la localidad. Los vecinos descubrieron la c¨¢mara de fotos, un billete de 1.000 pesetas que nadie le quiso aceptar, y el concubinato, pues Picasso conviv¨ªa entonces con Fernande Olivier. Por ello, el pintor y su novia tuvieron que hospedarse en el hostal de El Trompet -junto al Ayuntamiento actual- porque la madre de Manuel Pallar¨¨s se neg¨® a aceptarles en su casa. Ambos entablaron amistad con la mayor¨ªa de vecinos y hasta Tobies, el panadero, le coment¨® a Pablo Picasso que con aquellos cuadros que pintaba nunca se ganar¨ªa la vida, pero que en su casa nunca le faltar¨ªa el pan ni el trabajo. Visitando Horta, es f¨¢cil comprender que entre sus calles Picasso descubriera el cubismo. Situada en lo alto de un mont¨ªculo, la localidad se funde con el paisaje en un inmortal abrazo. Todo queda inm¨®vil, como si el tiempo hubiera decidido pararse por un segundo y alguien hubiese colocado al azar cada una de sus casas. Calles, plazas y rincones huelen a Picasso. Unas placas de cer¨¢mica proporcionan la perspectiva id¨®nea desde la que el genial pintor compuso cada uno de sus cuadros, el Mas d"en Trinquet, La bassa d"Horta o La f¨¢brica. Picasso pint¨®, inspir¨¢ndose en este pueblo, m¨¢s de 240 obras, cuyas reproducciones en facs¨ªmil permanecen expuestas en el Centre Picasso. El pr¨®ximo 19 de septiembre se inaugurar¨¢ una exposici¨®n con cerca de una veintena de originales del Museo Picasso de Barcelona. -Pero hasta en San Petersburgo tienen cuadros del pintor y ustedes ninguno. -Ya nos dijo Picasso en Cannes que nos regalar¨ªa alguno si decidi¨¦ramos abrir un museo. Pero un hijo de Manuel Pallar¨¨s, Ren¨¦, nos hizo la vida imposible porque no quer¨ªa saber nada de Horta. As¨ª que los a?os fueron pasando, Picasso muri¨® y una sala que hab¨ªamos habilitado en el edificio del Ayuntamiento se qued¨® en nada. A Horta de Sant Joan tan s¨®lo le quedan recuerdos del pintor malague?o. El Abuelo Rito, la ¨²ltima persona que hab¨ªa conocido a Picasso, falleci¨® hace m¨¢s de 20 a?os. Pero Ren¨¦ Pallar¨¨s muri¨® recientemente en Vilanova i la Geltr¨² sin descendencia y sin redactar testamento. Sus abogados empezaron entonces a recorrer Catalu?a en busca de parientes lejanos, herederos de su fortuna. En Horta encontraron a tres hermanos que podr¨ªan repartirse, seg¨²n los rumores que circulan por el pueblo, m¨¢s de 3.500 millones de pesetas en bienes. Pero ni Ferran ni Carb¨® conf¨ªan ya en que la herencia incluya alg¨²n cuadro de Picasso, ni que s¨®lo sea un peque?o dibujo al carb¨®n y sin firmar.
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