El ¨¢rbol, patrimonio urbano
Aunque con frecuencia se hable de los ¨¢rboles y de la vegetaci¨®n en general en la ciudad como de un elemento natural, lo cierto es que la flora urbana tiene m¨¢s de cultural que de natural. Al igual que los animales dom¨¦sticos en el hogar propio, los ¨¢rboles, los arbustos, los setos o las macetas, acompa?an y dan personalidad al entorno vivido. Los ¨¢rboles, especialmente, son los elementos de la vegetaci¨®n m¨¢s significativos, tanto por su porte, si bien ¨¦ste depende mucho de las especies, como por otros aspectos tales como el color, brillo, flores, sombra, olores, etc¨¦tera. Cuando a una persona se le pregunta qu¨¦ ubicar¨ªa en el espacio p¨²blico de su plaza o en su calle, suelen ser dos los elementos m¨¢s repetidos: un ¨¢rbol, un banco. El ¨¢rbol es pues un ser querido y, adem¨¢s, funcional y est¨¦tico. Genera sombra protectora en verano, hace agradables a la vista las calles y paseos y, adem¨¢s, contribuye a hacer m¨¢s rica y variada la ciudad. Rica por cuanto que la variedad de ¨¢rboles urbanos es muy extensa; variada, ya que ofrecen, especialmente las especies caducifolias, diferentes aspectos ante los ciclos que imponen las estaciones. El incremento de la sensibilidad respecto al medio ambiente, y en especial hacia los que hacen referencia al urbano, han alentado un mayor respeto y sensibilidad hacia los ¨¢rboles. Esto tiene un mayor sentido en los cascos hist¨®ricos, en los que la riqueza patrimonial no s¨®lo se mide en el valor y estado de conservaci¨®n de su caser¨ªo, sino tambi¨¦n en su combinaci¨®n con elementos naturales que potencian el valor paisaj¨ªstico y funcional de las ciudades hist¨®ricas. Sin embargo, y pese a las campa?as que se empe?an en mostrarnos a Sevilla como una ciudad medioambientalmente adecuada, los ¨²ltimos a?os no hacen sino demostrar una gran ignorancia respecto a la voluntad ciudadana sobre la vegetaci¨®n en la ciudad, especialmente en su centro hist¨®rico. Se ha abierto una guerra injustificada a las especies arb¨®reas de porte medio y alto (desde las falsas acacias hasta los pl¨¢tanos); se las culpa de que entorpecen las ca?er¨ªas de agua y las conducciones del gas, cuando ¨¦stas son compatibles con los ¨¢rboles en la mayor parte de las ciudades europeas; se las sustituye sin criterio por especies menores o, lo que es peor, por macetones adornados de una o dos bandas doradas comprados a alguna multinacional que en la actualidad ha homogeizado de forma alarmante la imagen del espacio p¨²blico de muchas ciudades, de forma que nos los encontramos en la calle Vel¨¢zquez, pero tambi¨¦n en el aeropuerto de Fiumicino en Roma; los ¨¢rboles no se tratan convenientemente ni se reponen los ejemplares viejos o enfermos hasta que, de un plumazo, y justific¨¢ndose en su mal estado, se arrasan numerosos ejemplares de una sola vez, tal y como sucedi¨® con los pl¨¢tanos frente a San Telmo (?estaban enfermos los de San Telmo s¨ª y su prolongaci¨®n frente al hotel Alfonso XIII no?, ?enfermaron todos y a la vez?). Por otro lado est¨¢ la consolidaci¨®n de las plazas duras como paradigma de la renovaci¨®n de tantos espacios p¨²blicos; alguien tendr¨¢ que decir valientemente que la frase completa no es la de "menos es m¨¢s", sino la de "menos es m¨¢s s¨®lo a veces y depende de d¨®nde". Y esto sin contar con proyectos de aparcamientos subterr¨¢neos que, espec¨ªficamente en el espacio de la Alameda, amenazan con hacer desaparecer una de las mejores y m¨¢s significativas masas arb¨®reas del centro hist¨®rico de Sevilla. El colmo ha sido la destrucci¨®n de m¨¢s de treinta robinias (tambi¨¦n llamadas falsas acacias o acacias simplemente) que, con motivo de la reforma viaria del eje Campana-Mart¨ªn Villa-Lara?a, ha roto bruscamente con la imagen de estas calles. Lo de menos es que se haya hecho, como se denuncia en estos d¨ªas, durante el partido Espa?a-Nigeria; lo de m¨¢s es que evidencia a las claras la ausencia absoluta de sensibilidad del municipio con unos seres vivos y que forman parte de un entorno importante en la ciudad. No hay justificaciones. Lo mismo que no se hubiera admitido el derribo de la iglesia de la anunciaci¨®n o el edificio de An¨ªbal Gonz¨¢lez sede de Bank¨ªnter, inmuebles protegidos, entre otros, en documentos urban¨ªsticos de la ciudad, debiera haberse respetado la presencia de estos ¨¢rboles que, en una parte muy mayoritaria estaban sanos, tal y como todav¨ªa evidencian los troncos talados. La pol¨ªtica ambiental del municipio respecto a los ¨¢rboles es que ¨¦stos, al parecer, s¨®lo deben ser protegidos en los bosques, o que su presencia en la ciudad siempre debe estar supeditada a las renovaciones que se hagan del espacio p¨²blico, en vez de que ¨¦stas se adapten a la preexistencia de ellos. ?C¨®mo se puede fomentar una pol¨ªtica de utilizaci¨®n del espacio p¨²blico no agresiva por parte de los j¨®venes, cuando la propia instituci¨®n demuestra una absoluta falta de sensibilidad respecto a elementos que hacen m¨¢s amable y confortable la ciudad a todos? Como en otras ocasiones, y ante la certeza de que la pol¨ªtica sobre la vegetaci¨®n urbana en Sevilla es autodestructiva y empobrecedora respecto a los recursos existentes, s¨®lo me queda una pregunta: ?a ning¨²n responsable en la Delegaci¨®n de Medio Ambiente o de Parques y Jardines le surgi¨® una duda, o le temblaron la voz y la mano al dar permiso para que estos ¨¢rboles desaparecieran? Si no es as¨ª, pido que sustituyan a los t¨¦cnicos y pol¨ªticos pertinentes hasta que se cree una pol¨ªtica urbana adecuada, razonable y respetuosa con la vegetaci¨®n en la ciudad: patrimonio natural y cultural a un tiempo. En caso contrario, estamos mejor sin ellos.
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