Tortura y asedio
Los problemas de las ciudades se ven como asuntos menores. En los peri¨®dicos van a parar a las tristes secciones locales, en las que toda noticia se difumina y angosta. Y esa inercia hace que apenas encuentre reflejo en la prensa lo que sin embargo constituye la mayor obsesi¨®n de los madrile?os y una situaci¨®n tan grave que deber¨ªa figurar a diario en primera p¨¢gina. Es rid¨ªculo que se considere "local" algo que ata?e a unos cuatro millones de personas -un diez por ciento de la poblaci¨®n de Espa?a- y en realidad a todo el pa¨ªs, ya que por 1a capital pasa y sufre de continuo gente de todas las zonas.En este mismo diario hay que contentarse con alg¨²n excelente chiste de Forges -nunca los bastantes- y unas pocas menciones ocasionales. La ciudadan¨ªa, con una mortal combinaci¨®n de fatalismo, resignaci¨®n y desesperaci¨®n paralizante, parece en verdad cautiva, sin voluntad, narcotizada. Madrid es famosa por el levantamiento del 2 de mayo, qu¨¦ se habr¨¢ hecho de aquel esp¨ªritu. Tambi¨¦n lo es por el doloroso y sa?udo asedio que aguant¨® durante la Guerra Civil. En aquello hubo al menos grandeza, o as¨ª lo dijo la poes¨ªa. No hay ninguna en el actual y mucho m¨¢s largo asedio a que 1a somete desde dentro su propio alcalde, un sevillano llamado Manzano.
Tampoco se ocupa mucho la prensa de este destructor individuo, cuando es seguramente el pol¨ªtico m¨¢s da?ino de la historia de la democracia, incluidos Anguita y Felipe Gonz¨¢lez, no s¨¦ si Arzalluz. El sistem¨¢tico arrasamiento de una gran ciudad y la permanente tortura de cuatro millones de personas no dejan mucho lugar a dudas. Su aspecto blando, sus actitudes delicuescentes y su ostentosa beater¨ªa hacen que a primera vista parezca inofensivo, o s¨®lo blando, delicuescente, beato y con espantoso gusto para las fuentes, estatuas y otros adefesios con que nos afrenta (su ¨²ltima haza?a: un grotesco busto de Goya inspirado en los premios de cine "Goya"). Dijo hace poco Haro Tecglen que el hombre ha perdido el juicio. No lo niego, pero tal posibilidad no le restar¨ªa un ¨¢pice de su capacidad destructiva ni de su crueldad moral. O es m¨¢s; que este pollo no est¨¦ en sus cabales -y de ello no faltan indicios-, lo torna a¨²n m¨¢s peligroso y da?ino, pues es bien sabido que casi todos los locos enloquecen de s¨ª mismos, esto es, se limitan a exacerbar sus propios ser y car¨¢cter.
Lo cierto es que desde hace unos ocho a?os Madrid es un perpetuo tormento y un lugar invivible por culpa de quien tendr¨ªa la misi¨®n de proteger y servir a los ciudadanos; de procurar su seguridad, su comodidad y por supuesto su paz y descanso. Y sin embargo es el Ayuntamiento el principal causante de nuestra inseguridad, incomodidad, desquiciamiento, ineficacia e insomnio. Hace ocho a?os que todas las calles (perm¨ªtaseme la hip¨¦rbole, apenas exagerada) est¨¢n siempre en obras, todas al mismo tiempo. Las m¨¢s de las veces esas obras se perciben como superfluas al emprenderse, y no lucen nada cuando concluyen. Da la impresi¨®n de que un alt¨ªsimo porcentaje de ellas son del todo gratuitas e innecesarias. En otras capitales europeas se lo piensan bastante antes de montar un aquelarre de perforadoras, gr¨²as, taladradoras, hormigoneras, zanjas, apisonadoras, picos, vallas, cortes de tr¨¢fico, cascotes, retumbantes planchas, arenillas y dem¨¢s amores de Manzano. Se juzga que no se puede molestar y perturbar as¨ª como as¨ª a la poblaci¨®n. Aqu¨ª se dir¨ªa m¨¢s bien que, si no hay por qu¨¦ reventar una calle, se inventa la causa, acaso para satisfacer compromisos con empresas, acaso s¨®lo para fastidiar a los madrile?os y volverlos tan lun¨¢ticos como dicen que est¨¢ este alcalde (y yo lo creo). Hay esquinas que son abiertas seis y siete veces en un a?o. Hay barrios enteros que no duermen desde hace meses, porque la furia demoledora prosigue a la noche (lo asombroso es que fuera "noticia" la reciente salida a la calle de un vecindario insomne; indica el grado de rendici¨®n generalizada). Jam¨¢s se respetan los plazos, y cada obra se eterniza. El pretexto es a veces un ensanchamiento de las aceras, tarea iniciada el 1 de agosto cerca de mi casa para un tramo corto y cuyo t¨¦rmino no se vislumbra. Cabe recordar que Manzano estrech¨® primero nuestras aceras al plantarles sus horrendos chirimbolos -ya se ve- muy "culturales", seg¨²n la probable idea de la cultura del regidor o mun¨ªcipe, que habr¨¢ de ver mucha en los anuncios publicitarios. Tambi¨¦n las llen¨® de contenedores gigantescos y de pivotes sin cuento. Si no las hubiera estrechado tanto no tendr¨ªa que ensancharlas... Pero qu¨¦ digo, ya caigo: sin duda lo hace tan s¨®lo para poder hincarles m¨¢s chirimbolos comerciales. Todo es una tomadura de pelo, tan exagerada que no puede ser obra de un desaprensivo en su sano juicio (ser¨¢ de un desaprensivo trastornado en todo caso). Durante tres a?os padecimos la malfamada remodelaci¨®n de la plaza de Oriente, que no estaba mal como estaba ni est¨¢ ahora mejor tras el fara¨®nico esfuerzo, a menos que se considere mejora un aparcamiento subterr¨¢neo. El sujeto municipal siente devoci¨®n por los t¨²neles, as¨ª que excava y excava destruyendo a su paso. Es discutible una pol¨ªtica ciudadana encaminada s¨®lo a facilitar el tr¨¢fico, pues est¨¢ demostrado en otros sitios que lo ¨²nico que lo modera son las medidas restrictivas, no las fomentadoras (el alcalde parece en esto un vendedor de coches). Pero es que adem¨¢s, si ¨¦sa ha sido su gran pol¨ªtica, estamos ante un conspicuo ejemplo de individuo fracasado, ya que la circulaci¨®n va siempre a peor, demencial e insoportable, en buena medida gracias a las zanjas y las vallas que anulan los t¨²neles.
Con todo, lo m¨¢s grave son las indecibles torturas y el estruendo incansable. Lo m¨¢s grave es matar la vida de una ciudad. En ella no hay quien se concentre, quien piense, quien lea, quien escuche, quien pasee, quien pueda sentarse al aire libre, quien oiga m¨²sica, quien trabaje eficazmente, quien descanse. Lo comentaba F¨¦lix de Az¨²a en estas p¨¢ginas: el ruido no ataca el cuerpo (estar¨ªa por ver), y por ello los pol¨ªticos no le ponen remedio; pero s¨ª ataca el esp¨ªritu y el pensamiento, de modo que a los pol¨ªticos les es muy ¨²til, y lo favorecen. Se dice, y es cierto, que Madrid est¨¢ crispada y fuera de sus casillas. ?Y c¨®mo podr¨ªa ser de otro modo? Hace un rato, seg¨²n comentaba con un taxista el panorama devastado por el que no transit¨¢bamos, le hice la comparaci¨®n: "Imag¨ªnese que tuviera usted su casa siempre en obras. Ahora cocina, luego cuarto de ba?o, luego sal¨®n, luego alcoba; y otra vez cocina, pasillo, sal¨®n, sin cesaci¨®n ni t¨¦rmino. Porque esto es el equivalente, s¨®lo que a mayor escala". Ri¨® el hombre y dijo: "Me ir¨ªa de mi casa". Y eso es lo que el sevillano Manzano seguramente pretende, expulsarnos de nuestra ciudad a todos.
Lo incre¨ªble, ya digo, es que no se hable constantemente -en la calle s¨ª se hace- del asedio y tortura de Madrid. Los peri¨®dicos son muy tibios. Claro que el responsable de la secci¨®n local de uno de los tres principales madrile?os es algo as¨ª como el cronista oficial del Ayuntamiento, muy puro ese diario, c¨®mo denuncia. El segundo aplaude tan invariablemente al feligr¨¦s Manzano que hasta llev¨® a cabo en su d¨ªa, bajo la ¨¦gida de Ans¨®n el conspiratorio, una brutal campa?a a favor del entonces
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proyecto para la Plaza de Oriente: a tanto lleg¨® su incomprensible inter¨¦s que no tuvo empacho en atacar vitri¨®licamente al venerable arquitecto don Fernando Chueca (colaborador de ese diario y no s¨¦ si senador del PP a la saz¨®n) por haberse mostrado contrario a aquella reforma. Y los tan sagaces periodistas de nuestros d¨ªas ?nada tienen que investigar sobre esta gesti¨®n municipal interminable? ?Qu¨¦ porcentaje lleva el alcalde sobre cada obra, si lo lleva? ?Cu¨¢l los concejales? ?Por qu¨¦ interesa abrir ocho veces una esquina -el gas, la electricidad, el tel¨¦fono, el agua- en vez de coordinar un poco y ahorrar padecimientos a los vecinos? ?Hay algo de cierto en lo que le cuentan a uno todos los taxistas, a saber, que se abre y se cierra cuantas m¨¢s veces mejor porque existe una empresa encargada siempre del cierre, en la que participa el Ayuntamiento? ?Hasta qu¨¦ punto el alcalde se compromete a proporcionar trabajo a las empresas, y as¨ª ha de procur¨¢rselo a costa de los ciudadanos, aunque no lo haya o no haga falta? ?Por qu¨¦ un solo individuo puede atormentar a cuatro millones? ?Qui¨¦n controla a los alcaldes (v¨¦ase el reciente caso de Gil e ?dem en Marbella)? ?Es su poder absoluto? ?Qu¨¦ pinta Ruiz-Gallard¨®n en todo esto? ?Por qu¨¦ la oposici¨®n apenas protesta, o no se hace o¨ªr (quiz¨¢ porque har¨ªan lo mismo)? ?Por qu¨¦ Mor¨¢n, el flamante candidato del PSOE a la alcald¨ªa, sestea y no clama al cielo a diario? ?Cu¨¢l es el estado de cuentas? ?Sigue siendo la fortuna personal del alcalde la razonable, al cabo de estos ocho a?os? ?Por qu¨¦ tanta pasividad ante este ininterrumpido atropello urban¨ªstico, escult¨®rico, arquitect¨®nico, circulatorio, vital en suma?
Que los madrile?os est¨¢n adocenados resulta palmario, una de las reacciones cl¨¢sicas de la desesperaci¨®n y el derrotismo. Hasta ser¨ªan capaces de votar al Torturador de nuevo, el a?o pr¨®ximo, tambi¨¦n hubo un tiempo en que los alemanes votaban a sus verdugos. Bien, una de las mayores perversiones de la vida p¨²blica de un pa¨ªs es el consentimiento de esta falacia refleja: que cuando alguien critica a un pol¨ªtico o a un partido, el pol¨ªtico, el partido o sus secuaces de prensa digan impune e invariablemente que se trata de una cr¨ªtica "partidista", si no "electoralista". Con la siguiente propuesta quiero dejar muy claro que no s¨®lo no es ¨¦ste mi caso, sino que ni siquiera podr¨ªa aplic¨¢rseme la falacia: si para las municipales del 99 el Partido Popular elige a otro candidato a la alcald¨ªa de Madrid que no sea Termin¨¢tor Be¨¢tor, me comprometo ahora mismo a votarlo, sea quien sea, y hasta a escribir alg¨²n art¨ªculo recomend¨¢ndolo. No me digan que la cosa no va en serio y no tiene m¨¦rito. Y ahora que lo pienso: si el propio Aznar ha anunciado que no seguir¨¢ m¨¢s all¨¢ de ocho a?os en su cargo, ?por qu¨¦ se le consiente m¨¢s tiempo a su subordinado?
Mientras escribo esto, las perforadoras siguen horad¨¢ndonos, como han hecho con los millones de madrile?os que han pasado agosto o parte de ¨¦l en Madrid. Ese mes durante el que, por si no le basta su sa?a del resto del a?o, el alcalde nos deja cada vez montada una Noche de Walpurgis inolvidable. Mientras la poblaci¨®n carec¨ªa de vacaciones y descanso por su furibundo capricho, ¨¦l, este verano -he visto la foto en este peri¨®dico, escuela de Antonio Gala-, se achuchaba con su chucho Genaro en una playa de Almer¨ªa, en traje de ba?o y con un caden¨®n al cuello. Porque la verdad -y es raro-, no me pareci¨® un escapulario.
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