Marcha atr¨¢sJOSEP RAMONEDA
?Por qu¨¦ a la derecha le gusta esconderse bajo los ambiguos ropajes del centrismo? ?Qu¨¦ tendr¨¢ la derecha que le da verg¨¹enza mostrar sus razones? La pasarela pol¨ªtica ofrece pocas novedades. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha lanzado para esta temporada la moda centro, vestimenta obligatoria para los suyos. Un desfile de colores catalanes, en que el papel de top models ha correspondido a Josep Piqu¨¦ y Albert Vilalta. Con lo cual es leg¨ªtimo sospechar que la operaci¨®n centro es, en realidad, una operaci¨®n Catalu?a. Las razones t¨¢cticas son f¨¢ciles de explicar. El agujero negro electoral del PP es Catalu?a. Y, sin embargo, cualquier conocedor del sistema electoral espa?ol sabe que mientras no sea fuerte en Catalu?a el PP dif¨ªcilmente podr¨¢ aspirar a una mayor¨ªa amplia o absoluta. Visto desde el otro lado, la fortaleza de los socialistas en Catalu?a -y en Andaluc¨ªa- fue clave para aguantar su ca¨ªda y sigue siendo decisiva para impedir el despegue del PP. En Andaluc¨ªa, la derecha ha ido ganando terreno y se mueve ya en cifras razonables. Pero en Catalu?a las encuestas confirman los datos electorales: no consiguen acercarse a las resultados que en su momento obtuvo UCD. Algunos pensaban que el efecto de arrastre por la expectativa de un Gobierno de la derecha en Madrid se traducir¨ªa r¨¢pidamente en una vuelta a casa del voto de derecha que durante muchos a?os se ha refugiado en el nacionalismo como mal menor frente a los socialistas. El retorno se produce muy lentamente. El PP choca con un nacionalismo que ha sabido ocupar el espacio conservador despu¨¦s de la debacle de UCD. La operaci¨®n centro tiene por tanto un objetivo primordial: salir del agujero negro en Catalu?a. Un objetivo que, naturalmente, choca de modo frontal con los intereses de los aliados del PP, los nacionalistas catalanes de Converg¨¨ncia i Uni¨®. Alguna vez se ha insinuado la posibilidad de que la derecha renunciara a la presencia en Catalu?a cediendo su representaci¨®n a Convergencia i Uni¨®. Pero los nacionalistas catalanes no han querido saber nada de ello por m¨²ltiples y fundadas razones: por los malos precedentes de las confederaciones de derechas aut¨®nomas, porque su fuerza est¨¢ precisamente en la posici¨®n ventajista que le permite apuntarse siempre al caballo ganador (el elector convergente sabe que tanto si gana el PP como el PSOE, Converg¨¨ncia i Uni¨® estar¨¢ en la mayor¨ªa), porque le es muy ¨²til tener una derecha a su derecha para mantener el car¨¢cter bisexual de la coalici¨®n y porque a ellos tampoco les gusta aparecer como de derechas. No le queda m¨¢s remedio entonces al PP que ir a buscarse la vida en Catalu?a. Y ¨¦ste es uno de los objetivos de la operaci¨®n centro. Hay, sin duda, un fil¨®n de votos que puede ser sensible a sus insinuaciones, mucho conservador que lleva demasiados a?os votando a un partido que le genera desconfianza por su nacionalismo y por sus veleidades comunitaristas. Cierto que es propio de los conservadores la lentitud en el cambio. Algunos de los que empezaron a votar a Pujol porque no hab¨ªa otro remedio ya se han acostumbrado, de modo que sus inercias naturales juegan a favor de los nacionalistas. Pero la derecha social siempre se ha distinguido por no ser agradecida, y el d¨ªa en que considere que Pujol ya no es necesario no s¨®lo le abandonar¨¢, sino que empezar¨¢ a decir de ¨¦l todas las pestes. No puede hacerle mucha gracia al presidente una operaci¨®n centrista dirigida fundamentalmente contra su coalici¨®n. Debe tener presente los riesgos que implica jugar a todos los pa?os. El d¨ªa que se pierde, y ¨¦ste siempre llega, toda la estrategia cae a pedazos. A los 20 a?os de la transici¨®n hay un cierto clima de retroceso pol¨ªtico en el conjunto de Espa?a. La derecha, en vez de consolidarse como tal, evoca y toma como bandera el confuso centrismo de UCD. Los socialistas se enrocan en la defensa numantina de los condenados por el caso GAL y Felipe Gonz¨¢lez ya no s¨®lo aparece como una sombra amenazante detr¨¢s de Borrell, sino que desde su aparici¨®n del pasado s¨¢bado en Galapagar quedan pocas dudas acerca de qui¨¦n manda en el PSOE. Pujol ofrece m¨¢s de lo mismo. Y aparecen rumores que implican a las m¨¢s altas instancias de la naci¨®n con sue?os triangulares para el futuro de los prisioneros de ETA, de los condenados del GAL y de alg¨²n ilustre ex banquero. Pensaba, quiz¨¢ ingenuamente, que la transici¨®n hab¨ªa terminado y que est¨¢bamos ya en la normalidad democr¨¢tica de la confrontaci¨®n entre derecha e izquierda y resulta que retornan los maquillajes ideol¨®gicos, las invitaciones a la desmemoria, las componendas, las amnist¨ªas y otros muchos s¨ªntomas de excepcionalidad como si hubiera que meter entre par¨¦ntesis todo lo acontecido hasta ahora y volver a empezar. El PP quiere parecer UCD con la fantas¨ªa de ocupar el escenario entero, como explicaba ayer Santos Juli¨¢ en este peri¨®dico. El PSOE quiere borrar una parte del pasado para no tener que asumirlo, sin reparo en deslegitimar al poder judicial. Se oyen preocupantes apelaciones a la raz¨®n de Estado. Y ETA sigue marcando parte de la agenda pol¨ªtica de este pa¨ªs. Huele a t¨²nel del tiempo.
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