Gasolineras, el peligro contin¨²a
Nuevamente, en Vitoria, el pasado 4 de agosto, hemos asistido a la explosi¨®n de una gasolinera, y esta vez con consecuencias fatales, ya que muri¨® un operario. Durante el pasado a?o se produjeron en el Estado espa?ol, por lo menos, tres explosiones en gasolineras: el 5 de febrero, en Bilbao, el 12 de agosto en C¨¢ceres, y el 9 de noviembre en Madrid. Estas tres explosiones tienen en com¨²n con la ¨²ltima de Vitoria el hecho de producirse inmediatamente despu¨¦s de descargas de combustible, con acumulaci¨®n de gases en alg¨²n lugar cerrado por escapes de los tanques o conductos, y debido a una chispa cuyo origen es intranscendente. De aqu¨ª surge una primera pregunta: ?las autoridades competentes vigilan el estricto cumplimiento del Reglamento, especialmente en lo preceptuado para las descargas (art¨ªculos 26 y 31)? De la existencia de tantos accidentes puede deducirse, sin mucho temor a equivocarnos, que no. Pero hay m¨¢s, bastante m¨¢s. Cada vez que alguien expresa sus dudas sobre la seguridad de las gasolineras, las autoridades competentes (en la comunidad aut¨®noma, la consejer¨ªa de Industria) nos dicen que no hay que preocuparse, que las gasolineras realizan todas sus revisiones y que la seguridad est¨¢ garantizada; pero cuando se produjo la explosi¨®n de Bilbao se descubri¨® que faltaba alg¨²n certificado (revisi¨®n del sistema el¨¦ctrico). Ahora tambi¨¦n se nos dice que la gasolinera de Vitoria hab¨ªa pasado todas las revisiones; pero, mira por d¨®nde, los venteos ten¨ªan fugas. Como fruto de la ya citada explosi¨®n de Bilbao, el Gobierno vasco se comprometi¨® a poner en marcha un nuevo reglamento "para alcanzar el riesgo cero"; adem¨¢s, el Parlamento vasca solicit¨® al Ejecutivo, en el pleno del 11 de abril de 1997, un incremento en las medidas de seguridad. Al d¨ªa de la fecha, de todos estos buenos prop¨®sitos, nada sabemos. S¨®lo nos queda esperar que alg¨²n partido con posibilidades de gobernar se acuerde de ellos y los incluya en la campa?a electoral, para luego ponerlos en pr¨¢ctica. ?Pero esto ¨²ltimo no ser¨¢ el sue?o de una noche de verano?-
Minas y mentiras
El 10 de septiembre de 1997 Espa?a maniobraba en Oslo para que el Tratado de Prohibici¨®n de Minas Terrestres fuese lo m¨¢s descafeinado posible. As¨ª, Espa?a ped¨ªa que "un Estado pueda emplear minas antipersonales en circunstancias excepcionales para su seguridad nacional" (pensaban en Ceuta y Melilla). Los representantes espa?oles pidieron adem¨¢s "que el plazo de destrucci¨®n de los stocks existentes de minas antipersonales se eleve de 3 a 5 a?os", apoyando adem¨¢s a los todopoderosos EE UU en "establecer excepciones geogr¨¢ficas al uso de minas" (perdieron la votaci¨®n por goleada) o en "poder reducir de un a?o a nueve d¨ªas el tiempo previo m¨ªnimo para hacer efectiva la retirada del Tratado". Como la cosa en Oslo iba mal para los intereses hispanos, intentaron una ¨²ltima carambola, y se sumaron a la propuesta sueca de "ampliar de 40 a 65 el n¨²mero de pa¨ªses necesarios para la entrada en vigor del documento" que se iba a firmar en Canad¨¢. Tres meses despu¨¦s, a rega?adientes, el Estado espa?ol firmaba en Otawa el Tratado de Prohibici¨®n de Minas Terrestres y el 23 de julio de 1998 a Eduardo Serra, ministro de Defensa, se le llenaba la boca afirmando que "Espa?a se coloca en la vanguardia absoluta de este programa mundial para contribuir a mitigar el dolor". Tanto es as¨ª que nos adelantabamos por d¨ªas a los brit¨¢nicos que pretend¨ªan homenajear a Lady Di, abanderada de esta causa, con la destruccii¨®n p¨²blica de ese tipo de arsenal. Pat¨¦tico. Creo que el asunto se comenta solo, pero el farise¨ªsmo demostrado por los militares espa?oles, con Serra a la cabeza, tendr¨ªa que hacerlos ruborizar, si una cara de duro hormig¨®n se pudiera poner colorada, claro. En cambio, s¨ª que puede ponerse encarnada con la sangre derramada por todas las minas de origen hispano que aguardan vigilantes para arrancar m¨¢s miembros a gentes del Tercer Mundo. Algunas ya han hecho la labor para la que fueron compradas a honrados empresarios alaveses, y otras pueden esperar muchos a?os. Adem¨¢s, no nos creemos que pudiendo a¨²n venderse en zonas en conflicto o usarse en caso de pateras malditas se vayan a deshacer de semejante arsenal. Mintieron, mienten y seguir¨¢n mintiendo mientras no nos quejemos. Y no nos quejamos. ?O s¨ª?-
Reajuste de Gobierno
Era previsible la jubilaci¨®n anticipada del siempre inc¨®modo profesor Barea. Cuando un miembro de la orquesta no toca lo que el director dice, siempre se le aparta. Es la ley de la uniformidad donde no cabe la discrepancia, y menos a¨²n si es utilizada por la oposici¨®n. Algo parecido debi¨® sucederle a Miguel ?ngel Rodr¨ªguez cuando solt¨® aquello de que el PP. hac¨ªa pol¨ªtica de centro-izquierda. Su particular sentido del humor provoc¨® que fuese sustituido en sus funciones por un viejo conocido de quienes est¨¢bamos interesados por los complicados mundos econ¨®micos. En pol¨ªtica, y sobre todo en el ¨¢mbito de la derecha, se hace bueno aquel dicho de que la materia ni se crea ni se destruye, s¨®lamente se transforma. Y de eso el actual ministro portavoz debe saber un rato, porque presidente fue de la qu¨ªmica Ercros cuando estall¨® uno de los m¨¢s sonoros esc¨¢ndalos econ¨®micos de los ¨²ltimos tiempos: el de KIO. A veces la memoria hist¨®rico-econ¨®mica es fr¨¢gil o desconocida para el gran p¨²blico porque, si no lo fuera, muchos conocer¨ªan las fuentes de la independencia pol¨ªtica en las que han bebido otros secretarios del Estado como Folgado y Aparicio: la CEOE de Jos¨¦ Mar¨ªa Cuevas. El Gobierno los encontr¨® all¨ª. No s¨®lo de L¨®pez Amor vive la independencia, ni de MAR viv¨ªa el reajuste.-
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