Cap¨ªtulo de quinielas o pufos sin una favorita

No hay para la gala de esta noche en el palacio del Lido de Venecia una indiscutible pel¨ªcula favorita para el Le¨®n de Oro. La calidad del concurso de esta nueva excelente Mostra de Felice Laudadio se ha disparado hacia arriba en las ¨²ltimas jornadas del festival, pero no se ha visto estos d¨ªas esa obra rotunda, ese golpe de gran cine que crea unanimidad, por lo que las quinielas de la v¨ªspera abarcan media docena de t¨ªtulos.Entre ellos est¨¢n, adem¨¢s de Bulworth, de Warren Beatty, y Los amantes del C¨ªrculo Polar, de Julio Medem, el peque?o y delicad¨ªsimo poema El silencio, pura orfebrer¨ªa visual dirigida por el iran¨ª kurdo Mohsen Makhmalbaf, y, por supuesto, el Cuento de oto?o, de Eric Rohmer.

Y est¨¢n tambi¨¦n la gran intensidad emocional de Cos¨¬ ridevano, de Gianni Amelio; la punzante fuerza que el actor estadounidense Sean Penn proporciona a la demoledora Hurlyburly; el arrollador ejercicio de inventiva con que Emir Kusturica nos envuelve en la deliciosa atm¨®sfera gitana de Gato negro, gato blanco; la aparentemente distante, pero estremecida, defensa de los hombres libres con que el rumano Lucian Pintilie mueve la andanada antimilitarista de El final del para¨ªso; la hermosura de la creaci¨®n coral de las actrices del Abbey Teathe de Dubl¨ªn, encabezadas por Meryl Streep, en Bailando en Lughnasa; y el adorable recital de s¨ª misma que Emily Watson da en Hillary y Jackie.

Mediocridad

Y suenan tambi¨¦n en esta edici¨®n de la Mostra de Venecia dos temibles pufos de la mediocridad disfrazada de cine: La nube, de alm¨ªbar argentino, con que Fernando Solanas amenaza con embaucar a alg¨²n que otro miembro del jurado del festival que est¨¦ verde sobre c¨®mo funcionan las tripas del falso cine, y la pel¨ªcula, con olor a bakalao alem¨¢n, Lola corre, que es una especie (para entendernos) de Airbag minimalista centroeuropeo que, vestido de vanguardia, est¨¢ levantando furores taquilleros en la chiquiller¨ªa pija y alborotos de entusiasmo entre los adictos al malditismo, a las quietudes mentales del cine de tebeo y al analfabetismo cinematogr¨¢fico de los profetas del videoclip.En el jurado del certamen est¨¢ metida la posmoderna californiana Kathryn Bigelow, as¨ª que hay razones para echarse a temblar, a no ser que el presidente del jurado, el cineasta Ettore Scola, descargue un pu?etazo de orden sobre el tapete del debate final.