"El PP ha da?ado las reglas de juego de la democracia"
Texto ¨ªntegro de la declaraci¨®n del candidato socialista a la Presidencia del Gobierno
Como candidato del Partido Socialista a la Presidencia del Gobierno de Espa?a, que ha asumido la responsabilidad de proponer y defender un proyecto pol¨ªtico para una nueva ¨¦poca, y tambi¨¦n como ciudadano convencido y empe?ado en defender los valores de la Constituci¨®n espa?ola, quiero dirigirme a los ciudadanos y ciudadanas para mostrarles mi preocupaci¨®n por el momento que vive Espa?a en temas como la lucha contra el terrorismo, la falta de cohesi¨®n del Estado de las Autonom¨ªas, o el deterioro de los valores de la convivencia y de la cultura democr¨¢tica.1. L¨®gicamente debo comenzar por referirme a los acontecimientos recientes en torno al caso Marey. Me dirijo a los que han vivido con consternaci¨®n y dolor la entrada en prisi¨®n de Barrionuevo y Vera, a los que lo han contemplado desconcertados y tambi¨¦n a los que no han estado de acuerdo con los actos y declaraciones que hemos protagonizado los socialistas en los ¨²ltimos d¨ªas.
Quiero dirigirme sobre todo a los j¨®venes, a los que no tienen edad para recordar y les falta informaci¨®n para comprender acontecimientos pasados que les parecen ajenos a su futuro. Aunque as¨ª sea, creo que debemos explicarles que tampoco pueden renunciar a conocer lo que pas¨®, para poder entender lo que ahora ocurre, porque su futuro depende tambi¨¦n de la interpretaci¨®n colectiva que una sociedad hace de su historia.
Y en nuestra historia hay hechos objetivos que no pueden ser negados: el terrorismo de ETA desencaden¨®, desde los ¨²ltimos a?os del franquismo hasta mediados de los ochenta, una respuesta violenta, la denominada "guerra sucia", que rechazamos por considerar ¨¦tica y pol¨ªticamente inadmisible el uso de medios no legales para defender la democracia. Pero este rechazo y condena no fue entonces, en la sociedad espa?ola, tan contundente y general como hoy se manifiesta. Esos hechos, que dejaron de producirse en 1986, fueron colocados hace algunos a?os por los adversarios pol¨ªticos del PSOE en el primer plano de la actualidad, inaugurando as¨ª lo que podemos llamar "los a?os del rencor".
El PP, en su af¨¢n de desalojar al PSOE del gobierno, no tuvo reparos en alimentar esa situaci¨®n, que ha hecho a nuestra democracia un da?o enorme: las reglas de juego de la democracia pluralista, que son el alma de nuestra Constituci¨®n, en las que no hab¨ªa otros enemigos que los terroristas, han resultado muy da?adas.
La ruptura con el esp¨ªritu constituyente de consenso en cuestiones b¨¢sicas que afectan al Estado, no se ha producido s¨®lo en este terreno. A la ruptura de las normas de convivencia democr¨¢tica, sigui¨® el PP con la ruptura del consenso en la consolidaci¨®n definitiva del Estado de las Autonom¨ªas. Existe una relaci¨®n directa de causa-efecto entre el oportunismo negociador del PP con los nacionalistas en materias presupuestarias y de competencias, a cambio de su apoyo al Gobierno, y hechos recientes como la "declaraci¨®n de Barcelona" y el documento que la acompa?a. Lo primero ha dado alas a lo segundo.
El precio que est¨¢ pagando Espa?a en t¨¦rminos de debilitamiento de su estabilidad institucional es muy elevado. De hecho, esta espiral de ruptura con el esp¨ªritu de la Constituci¨®n encuentra hoy su m¨¢xima y m¨¢s reciente expresi¨®n en la Declaraci¨®n de Estella, por la que los partidos nacionalistas de Euskadi ofrecen un di¨¢logo a ETA sin poner como condici¨®n previa el abandono de la violencia. Con esto se cierra el c¨ªrculo y, desde la ruptura de las reglas de convivencia, pasando por la ruptura del consenso auton¨®mico hemos llegado a la ruptura del consenso en la lucha contra el terrorismo.
2. Es urgente recuperar y fortalecer el esp¨ªritu constitucional que se ha perdido en nuestro pa¨ªs. Quiero llamar a los ciudadanos y ciudadanas a recuperar el sentido profundo de una democracia pluralista, en la que los partidos pol¨ªticos sean capaces de buscar nuevos consensos y de actuar como adversarios o como aliados, en las que las diferencias se solventen en las urnas, y los poderes constitucionales no sean utilizados en connivencia con otros poderes medi¨¢ticos o financieros para derrotar al enemigo pol¨ªtico.
Me dirijo tambi¨¦n al se?or Aznar para que deje de lado y acabe definitivamente con estos "a?os del rencor". Para que deje de tratar al adversario como un enemigo a destruir. Si este cambio realmente se produce, se dar¨¢ cuenta de que los socialistas somos una fuerza pol¨ªtica leal, presta a reconstruir lo que durante los ¨²ltimos a?os ha sido destruido. Yo le emplazo a que abramos un di¨¢logo espec¨ªfico y concreto sobre el restablecimiento de las reglas de juego de la convivencia democr¨¢tica, sobre el camino para alcanzar la estabilidad del Estado auton¨®mico, y sobre c¨®mo se puede volver a restablecer la unidad de los dem¨®cratas en la lucha contra el terrorismo de ETA y c¨®mo se puede avanzar verdaderamente hacia la paz en el Pa¨ªs Vasco. Esta agenda es urgente y absolutamente necesaria para el futuro de nuestro pa¨ªs.
3. Para los j¨®venes que llegan ahora a la mayor¨ªa de edad y que ten¨ªan tres a?os cuando el GAL acab¨®, la permanencia de este asunto en la agenda pol¨ªtica espa?ola es dif¨ªcil de entender. Sus problemas son el elevado coste de la vivienda, las jornadas de diez o doce horas diarias, la precariedad en el empleo, el paro que padecen o les rodea, la droga que destruye a sus amigos, lo que cuesta independizarse de la familia, las condiciones inhumanas de la inmigraci¨®n, el medio ambiente, la cifra escandalosa de accidentes de trabajo, la frecuencia de los malos tratos a mujeres, el ostracismo al que los jubilados se ven condenados, la falta de cultura c¨ªvica.
Cito estos problemas porque es evidente que el Gobierno del PP, abusando de sus instrumentos medi¨¢ticos est¨¢ pretendiendo situar en la agenda pol¨ªtica diaria hechos del pasado. Se trata de ocultar una pol¨ªtica que corroe las bases financieras de la Seguridad Social, destruye la progresividad fiscal, fomenta la desigualdad desde la escuela, permite que un grupo de amigos del se?or Aznar se apropie de la direcci¨®n de las grandes empresas privatizadas, es incapaz de tomar medida alguna frente a las consecuencias de la grave crisis financiera internacional, mientras la ca¨ªda de la Bolsa despierta amargamente a cientos de miles de peque?os inversores del sonsonete monocorde del "Espa?a va bien, va bien...".
4. El problema no es ya para qui¨¦n va bien Espa?a, sino a d¨®nde va ¨¦sta como proyecto de convivencia entre todos sus ciudadanos. El se?or Aznar no parece tener nada que decir frente a la posici¨®n com¨²n de sus socios nacionalistas que plantean un modelo confederal que no tiene cabida en la Constituci¨®n. Y tampoco tuvo nada que decir cuando, hace pocos d¨ªas, le pedimos que impulsara una iniciativa de todos los dem¨®cratas para hacer una definitiva oferta de paz en el Pa¨ªs Vasco que ahora protagonizan, solos, los partidos nacionalistas, del brazo de HB, sin poner ninguna condici¨®n previa a los violentos.
Por eso, en lo que se refiere a la violencia terrorista y a la firma del denominado acuerdo de Estella quiero se?alar que mi posici¨®n es la que hemos venido manteniendo con tenacidad los socialistas a lo largo de muchos a?os.
En primer lugar, el acuerdo de Estella es rechazable por sus bases inaceptables, que se sit¨²an fuera del esp¨ªritu de la Constituci¨®n. De esta forma, lejos de profundizar en la convivencia plural de la sociedad, se est¨¢ excluyendo a una parte importante de ciudadanos vascos. El acuerdo de Estella no inicia un camino hacia la paz, sino que pretende la imposici¨®n del proyecto nacionalista al conjunto del pueblo vasco.
En segundo lugar, rechazamos este acuerdo porque atenta directamente contra los Pactos de Ajuria Enea y Madrid y Pamplona y rompe la unidad de los dem¨®cratas. Con el acuerdo de Estella s¨®lo ganan HB y ETA, que han logrado atraer a todos los nacionalistas sin condenar la violencia. Es un gui¨®n ya escrito, en el que pronto podr¨ªa aparecer el guionista principal, ETA, con una tregua que servir¨ªa como gancho electoral y podr¨ªa terminar cuando los violentos decidieran. Una tregua en esas condiciones no es un paso hacia la paz sino una trampa para los dem¨®cratas.
Como candidato reafirmo la propuesta de paz de los socialistas. Abandono definitivo de las armas y la violencia. Aceptaci¨®n de las reglas del juego de la Constituci¨®n y del estatuto, incluso para aquellos que no comparten sus contenidos b¨¢sicos. Tienen que saber que la igualdad democr¨¢tica es una condici¨®n inexcusable para la convivencia. No puede haber reglas diferentes para unos y para otros aunque sus posiciones de fondo sean distintas. De otro modo puede privilegiarse pol¨ªticamente la violencia.
Cualquier tregua sobre esas bases tendr¨¢ enfrente nuestra oferta de paz tanto hoy como ma?ana. Por eso reclamamos al Gobierno que ejerza su funci¨®n y convoque a las fuerzas democr¨¢ticas que aceptan las ¨²nicas reglas que nos han permitido vivir libre y pac¨ªficamente para responder con una posici¨®n firme y democr¨¢tica a los anhelos de paz de los ciudadanos de Euskadi y de toda Espa?a.
5. La raz¨®n ¨²ltima de esta declaraci¨®n es comprometerme a superar todo riesgo de reproducir la dial¨¦ctica de las dos Espa?as, a alejar de nuestros ¨¢nimos el enfrentamiento, a no convertir al adversario pol¨ªtico en enemigo a destruir y a olvidar para siempre el cultivo del rencor como elemento de la vida pol¨ªtica. No voy a proponer fatuamente una segunda ni una tercera transici¨®n. Voy a procurar, ahora que celebramos los veinte a?os de la Constituci¨®n espa?ola, que recuperemos el esp¨ªritu y la letra que inspir¨® la primera y ¨²nica transici¨®n. Valores como el di¨¢logo, la tolerancia, el respeto a las ideas del otro, el consenso en los asuntos b¨¢sicos del Estado, el respeto real y no s¨®lo te¨®rico al pluralismo informativo, el no vindicar el pasado, est¨¢n siendo reclamados de nuevo por la inmensa mayor¨ªa de los espa?oles.
Las respuestas que demos para afrontar el futuro no pueden estar te?idas de propaganda o de populismo. Tenemos que conseguir que los espa?oles vuelvan a creer en la pol¨ªtica como una noble tarea al servicio de la colectividad. Me propongo hacerlo a trav¨¦s de un programa ampliamente participativo, de fuera adentro y de abajo arriba.
Quisiera que este programa fuera el de millones de espa?oles y espa?olas que a¨²n no nos han votado, o si lo han hecho alguna vez dejaron de hacerlo. Un proyecto que nos permita entrar en el siglo XXI con m¨¢s ilusi¨®n y con mejores perspectivas que aquellas con las que entramos en el siglo XX.
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