Carta abierta de los hijos de Barrionuevo y Vera
Hoy han metido en la c¨¢rcel a nuestros padres. Hoy se ha culminado una injusticia que deber¨ªa avergonzar a todos los hombres de bien de este pa¨ªs. La ambici¨®n pol¨ªtica de unos dirigentes de la derecha espa?ola, su obsesi¨®n por liquidar pol¨ªticamente a Felipe Gonz¨¢lez y al socialismo espa?ol, se ha traducido para nuestros padres, para nosotros y para nuestras familias en una tortura, en un calvario p¨²blico que ha durado m¨¢s de tres a?os. Durante estos a?os no se nos ha ahorrado ni una mezquindad, ni una infamia. El insulto m¨¢s cruel, las calumnias m¨¢s repugnantes han sido el pan nuestro de cada d¨ªa. Con escasas excepciones, ning¨²n juez hizo nada por defender a nuestros padres, por proteger sus derechos constitucionales, por evitar el atropello continuo de su honor y su derecho a un juicio justo. Una instrucci¨®n judicial movida por el rencor de un hombre, glorificada por un periodista e impulsada por unos pol¨ªticos sin responsabilidad condujo a nuestros padres ante el Tribunal Supremo y, finalmente, a las puertas de una prisi¨®n.Nosotros, sus hijos, nos dirigimos a todos los hombres y mujeres de buena voluntad de este pa¨ªs con un mensaje muy sencillo: nuestros padres son inocentes. Nuestros padres son v¨ªctimas de una despiadada ambici¨®n de poder, de la perversi¨®n y malignidad de un periodista y de la politizaci¨®n de la justicia. Estamos orgullosos de nuestros padres y esperamos que ellos lo est¨¦n de nosotros y de la lucha que ahora iniciamos para reivindicar su inocencia y su honor. Nuestros padres lucharon hasta el agotamiento por defender la vida y los derechos de los ciudadanos. Hemos visto, fuimos testigos de primera l¨ªnea, su entrega, su soledad, su pasi¨®n por defender la permanencia del sistema democr¨¢tico y la cultura de convivencia marcada por la Constituci¨®n. Varios de nosotros, los mayores, tenemos fresca en la memoria la intensidad de su dedicaci¨®n y las largas ausencias que las dif¨ªciles circunstancias impusieron en el entorno familiar. A todos ustedes les decimos que parte de la libertad de que ahora disfrutan tiene mucho que ver con lo que ellos hicieron a lo largo de sus muchos a?os de servicio al pa¨ªs.
A los compa?eros de nuestros padres, a los militantes del Partido Socialista, les damos las gracias por su solidaridad y les pedimos que sigan la tradici¨®n de su partido y luchen contra la injusticia como tantos otros socialistas lo hicieron antes.
A la gente de progreso, a los que han sabido ver la trama que ha condenado a nuestros padres, a todas las personas que no se han dejado arrastrar por la hipocres¨ªa y la mezquindad, les pedimos que aporten su ayuda moral. Alguien compar¨® el proceso de nuestros padres con el caso Dreyfus..., en este caso, como en aqu¨¦l, llegar¨¢ el d¨ªa de la verdad y la justicia.
La justicia no puede ser la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios. Es necesario recuperar para todos una Espa?a en que la cultura de convivencia, el juego limpio, el respeto al honor y la verdad sean la norma y no la excepci¨®n. Tenemos claro que la mejor manera de empezar esa tarea es recuperar la dignidad y atreverse a luchar por lo que uno cree. Eso es exactamente lo que nuestros padres hicieron. Eso es lo que, desde nuestro dolor y nuestro orgullo, os pedimos que hag¨¢is vosotros.
Nos resulta especialmente doloroso ver y o¨ªr a quienes desde posiciones de izquierda confunden la serenidad con la falta de coraje, a quienes pretenden que mirar al futuro es traicionar al pasado, a quienes bajo el pretexto de la tolerancia y la moderaci¨®n se dejan llevar por sus intereses y su natural tendencia a no asumir ni un solo riesgo personal. A ellos, pocos, les pedimos que reflexionen y sepan que ¨¦ste es un buen momento para ejercer la dignidad.
Hay suficiente informaci¨®n sobre este proceso para que quien quiera saber, sepa. Desde el orgullo de ser hijos de nuestros padres, desde la lucidez de largos a?os de persecuci¨®n y sufrimiento, desde el dolor de despedir a nuestros padres a la puerta de una injusta c¨¢rcel, desde la soledad de nuestras madres, os pedimos coraje para seguir luchando y templanza para hacerlo desde esa cultura constitucional por la que tanto lucharon ellos. Los que han llevado a la c¨¢rcel a nuestros padres no nos llevar¨¢n a la amargura. Nadie nos convencer¨¢ de que no tenemos el derecho y el deber de seguir luchando.
Dar las gracias a quienes han estado con nosotros, a quienes han apoyado a nuestro padres, ser¨ªa una manera muy pobre de expresar lo que sentimos. Sabemos que no estamos solos, que una mayor¨ªa del pa¨ªs nos acompa?a en estos d¨ªas de dolor y lucha. A nuestros padres, deciros que est¨¦is tranquilos, porque nadie podr¨¢ quitarnos la verdad, nadie podr¨¢ quitarnos el orgullo.
Firman
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