?Democracia o teopornocracia?
S¨ª, ha habido inmoralidad. En 1998, Clinton ha confesado dos pecados, el segundo est¨¢ en boca de todos. El primero, olvidado, tiene que ver con el genocidio de los tutsis: olvid¨® se?alarlo, por lo tanto denunciarlo, por lo tanto interrumpirlo. La carnicer¨ªa dur¨® tres meses bajo los teleojos de Occidente. Tras las disculpas del presidente, nadie desfil¨® bajo su ventana, "Oye, ?qu¨¦ has hecho con el ni?o ruand¨¦s?". La prensa no inst¨® a realizar ninguna investigaci¨®n, las grandes conciencias republicanas no dijeron ni p¨ªo. Dos pesos, dos medidas y una obscena realidad: un mill¨®n de muertos pesan como una pluma, unas cuantas gotas de esperma aplastan como una monta?a.S¨ª, Estados Unidos est¨¢ metido en su burbuja. ?Se hunde Rusia en el caos? La conferencia de prensa de Y¨¦ltsin y Clinton gir¨® en torno a... Monica. La misma situaci¨®n tuvo lugar en las ruinas del terrorismo irland¨¦s. Unos Estados Unidos art¨ªsticos creen salvar al mundo imponiendo a su jefe una conducta digna de Canossa.
Es necesario que Bill se arrepienta y se derrumbe con la soga al cuello al igual que el emperador penitente imploraba con los pies descalzos a un papa en la cima de su gloria.
S¨ª, ha habido un incumplimiento de la Constituci¨®n. ?De d¨®nde hemos sacado que elegir a un presidente es escoger a un ¨¢ngel? En el a?o 2000 uno de cada dos ni?os estadounidenses vivir¨¢ con uno solo de sus padres (divorciado). Prueba de que al menos el 50% de los hombres son infieles y matem¨¢ticamente hay otras tantas mujeres volubles. En cambio, susurran los esp¨ªritus elevados, un presidente debe ser ejemplar, muestra la V¨ªa y encarna los Valores abandonados, pero supremos. Al reclamar de Clinton lo que nos abstenemos de exigir, aunque fuese retrospectivamente, a Kennedy o a Roosevelt, la c¨¢bala de devotos pretende regenerar una poblaci¨®n descre¨ªda. ?Libran Washington, Teher¨¢n y Kabul el mismo combate?
S¨ª, ha habido abuso de poder. Los medios de comunicaci¨®n sondean los corazones, los ri?ones y se establecen como el Ojo de Dios. Un elegido nos debe la verdad, dicen. ?La verdad sobre qu¨¦? ?La verdad sobre todo? ?Transparencia obligada hasta sobre los calzoncillos? La debilidad de Clinton fue responder (por lo tanto mentir) a preguntas que nadie, salvo Hillary, tiene el derecho de plantear. Hace m¨¢s de dos milenios, los atenienses inventaron la democracia: "Practicamos la libertad, no s¨®lo en nuestra conducta pol¨ªtica, sino en todo aquello que engendra una sospecha rec¨ªproca en la vida cotidiana: no nos enfadamos con nuestro pr¨®jimo cuando vive a su antojo, nos abstenemos de toda vejaci¨®n que, incluso sin causar da?os, sea injuriosa". De este modo, Pericles recuerda a sus colegas estadounidenses "la necesaria tolerancia que rige nuestras relaciones privadas" (Tuc¨ªdides).
Si, existe un peligro. La virtuosa confusi¨®n entre lo p¨²blico y lo privado, entre lo temporal y lo espiritual, entre el ¨¢mbito de los c¨¦sares y el reino de Dios, raya en el integrismo. Ya los asesinos de Rabin fueron financiados e inspirados por jud¨ªos ultrapiadosos de Manhattan. Ya los fan¨¢ticos de Kabul fueron nombrados caballeros por Washington. Ojal¨¢ la Am¨¦rica profunda y orgullosa de sus libertades pueda interrumpir la est¨²pida tendencia a la deriva de una ¨¦lite pol¨ªtica, moral e intelectual que apadrina nuestra pr¨®ximas guerras religiosas.
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