El Congreso Iberoamericano propone una comunidad filos¨®fica de habla hispana
C¨¢ceres se convierte en lugar de encuentro del pensamiento en lengua castellana
?Hay en Extremadura una estatua de Hern¨¢n Cort¨¦s en posici¨®n triunfante, con un indio batido bajo sus pies? ?sta es una de las preguntas que ayer preocupaban a una parte de los asistentes al I Congreso Iberoamericano de Filosof¨ªa que se est¨¢ celebrando en C¨¢ceres y que seguir¨¢ a partir del jueves en Madrid. La cuesti¨®n es, aparentemente, una mera curiosidad. Pero no es el caso, las relaciones entre Espa?a y los pa¨ªses de habla hispana del resto del mundo est¨¢n marcadas por una historia com¨²n de amor y odio, de voluntad de estar juntos y de recelos constantes.
El Congreso se abri¨® ayer con una conferencia conciliadora, unitarista de Pedro La¨ªn Entralgo y sigui¨® con otra del mexicano Luis Villoro, quien propuso una comunidad filos¨®fica iberoamericana. Se dir¨¢ que es una verdad de perogrullo, pero si existiera ?a qu¨¦ asunto proponerla?No pocos de los m¨¢s de 500 pensadores latinoamericanos asistentes al congreso est¨¢n dispuestos a creer que la estatua de Cort¨¦s existe. M¨¢s a¨²n, hay quien asegura tener noticia fidedigna de que est¨¢ en Trujillo, aunque otros la ubican en Medell¨ªn. La creencia traduce la visi¨®n de una relaci¨®n viciada por la historia, pero el congreso, las palabras que en ¨¦l se pronuncian reclaman todo lo contrario: la construcci¨®n de un presente donde una an¨¦cdota de este tipo apenas tenga inter¨¦s para historiadores y antrop¨®logos.
Por este camino discurri¨® el discurso de Villoro, que ya en el t¨ªtulo se preguntaba si es posible una comunidad filos¨®fica iberoamericana y que terminaba con la afirmaci¨®n de su necesidad. "He planteado", dijo, "algunas razones que podr¨ªan aducirse para justificar la construcci¨®n de una comunidad iberoamericana de filosof¨ªa. Porque ¨¦sta a¨²n no existe cabalmente". Y a?adi¨®. "La comunidad que imaginamos est¨¢ todav¨ªa en proyecto. Es asunto de elecci¨®n, habr¨ªa que edificarla". Todo ello sin olvidar, repiti¨® ayer La¨ªn Entralgo, el car¨¢cter supranacional de la filosof¨ªa.
Universalidad
La voluntad de universalidad del pensamiento filos¨®fico, precis¨® Villoro, no puede perder de vista los problemas propios, que son el punto de partida para todo pensar. Ni tampoco puede construirse sobre la b¨²squeda de una identidad radicalmente distinta a la de cualquier otra comunidad. El pensador que siga este camino, vaticin¨®, caer¨¢ en el aislamiento. El que s¨®lo mire a la universalidad, puede terminar resultando vacuo.Villoro hablaba de cuestiones que afectan a toda actividad filos¨®fica, pero su vista estaba puesta en la comunidad espec¨ªfica de los fil¨®sofos de habla hispana. Pensadores que viven en la tentaci¨®n: los espa?oles de integrarse en el marco europeo, dando la espalda a Latinoam¨¦rica; los del otro lado del Atl¨¢ntico, de inclinarse hacia EE UU, prescindiendo de Espa?a. Hay argumentos, dijo Villoro, que ayudan a no dar ese paso. Los emocionales: hermandad de una tradici¨®n com¨²n, la belleza de la lengua, la riqueza de una vieja y honda cultura, s¨ªntesis de muchas otras... Son razones del coraz¨®n que tienen fuerza en s¨ª mismas, aunque no son las mejores en el ¨¢mbito de la racionalidad. Junto o frente a ellas, propuso Villoro, atender a las ventajas de una comunidad iberoamericana que alentara un pensamiento aut¨®nomo, vinculado a los deseos y realidades de quienes lo formulan.
Pero comunidad significa, record¨®, relaci¨®n entre iguales. Y mientras lo dijo revolote¨® por la sala la duda sobre la existencia de la estatua de Cort¨¦s, con el pie sobre el desventurado indio, s¨ªmbolo inequ¨ªvoco de la desigualdad. De inmediato prosigui¨®: comunidad significa comunicaci¨®n, intercambio, hoy casi inexistente entre los pa¨ªses latinoamericanos. Podr¨ªa haber a?adido, pero no lo hizo, que ese intercambio tampoco es frecuente en Espa?a, donde la comunicaci¨®n p¨²blica en materia filos¨®fica en particular, y cultural en general, suele situarse en el elogio o en el intento de destrucci¨®n del enemigo, sin matices intermedios, como si la mera discrepancia s¨®lo pudiera ser interpretada como una traici¨®n, una pu?alada.
Y, sin embargo, la celebraci¨®n del congreso, su ¨¦xito, que ha sorprendido a los propios organizadores, que esperaban unas 300 personas y se han encontrado con un millar, seg¨²n reconoc¨ªan ayer el coordinador general, Reyes Mate, y el catedr¨¢tico de la Universidad de Extremadura Isidoro Reguera, es una muestra de la voluntad de di¨¢logo real entre unos y otros. Es cierto que hay tantas comunicaciones, que algunas resultan actos solidarios, pero en las sesiones colectivas hubo ayer llenos espectaculares, que se espera que hoy se superen en la conferencia de Jos¨¦ Saramago.
Un repaso a las comunicaciones presentadas no deja de mostrar la escasez de contactos entre una y otra orilla del Atl¨¢ntico, situaci¨®n que el encuentro trata de vencer. De los pensadores espa?oles contempor¨¢neos, apenas dos han atra¨ªdo la atenci¨®n de fil¨®sofos procedentes del nuevo continente: Ortega, por supuesto, y Xabier Zubiri, en menor medida. A la inversa, pr¨¢cticamente no hay ponencias espa?olas sobre autores latinoamericanos, si descontamos una titulada Sandinismo y filosof¨ªa.
En cambio, y al margen de la presencia de Saramago, es evidente que el conocimiento que se tiene de la literatura de ficci¨®n, que se practica en los diversos pa¨ªses, es mayor que el filos¨®fico, e incluso entre gente del ramo de la filosof¨ªa como son los asistentes al congreso. Un hecho al que han colaborado ampliamente editoriales espa?olas, como Alfaguara, Salvat, Edhasa, Grijalbo, en su d¨ªa, con la voluntad de tender puentes entre las dos orillas. Quiz¨¢s por eso el comit¨¦ organizador no ha tenido inconveniente en aceptar un apartado titulado Teor¨ªa de la literatura, aparentemente m¨¢s cercano a la filolog¨ªa. Es una de las secciones m¨¢s variadas en cuanto a tem¨¢tica y autores a tratar.
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