La trampa de la trampa
Considera el autor que son abrumadoras las muestras de que el alto el fuego etarra ha abierto un proceso pol¨ªtico nuevo
Las reacciones ante el nuevo proceso pol¨ªtico abierto por la tregua indefinida de ETA pueden resumirse en tres tipos de actitudes o interpretaciones: euforia m¨¢s o menos contenida ante lo que se anuncia como una nueva era, optimismo matizado por el escepticismo que aconseja la prudencia, escepticismo con cierta esperanza de que el fuerte deseo de que esto vaya en serio se haga realidad. Por lo menos nos hemos sacudido el aburrimiento, y la cosa pol¨ªtica vuelve a ser algo trepidante. Arnaldo Otegi, por ejemplo, est¨¢ dando muestras de mucha mayor inteligencia que Madrazo (ahorr¨¦monos los comentarios sobre que no hace falta mucho para conseguirlo, etc¨¦tera). Si unimos este renovado inter¨¦s al alivio de los varios cientos de personas directamente amenazadas por los terroristas y por muchos miles de v¨ªctimas potenciales ante la perspectiva de unas vacaciones del miedo y la tensi¨®n habitual, es evidente que, sea cual sea la m¨¢s realista de las tres actitudes enumeradas, hay materia de sobra para felicitarse. Pero habr¨¢n observado ustedes que entre estas tres actitudes no aparece el simple y llano rechazo de que esta tregua sea algo a tener en cuenta, algo distinto de una trampa saducea. La raz¨®n de esta ausencia es que quienes as¨ª piensan, y hay entre ellos personas l¨²cidas y excelentes, ni siquiera admiten que nos hallemos inmersos en un proceso pol¨ªtico nuevo. Para ellos, la tregua es una trampa y no hay nada m¨¢s que hablar. Si acaso, insistir en que es el ¨²ltimo modo de imponer o preservar la hegemon¨ªa del nacionalismo, etc¨¦tera. Creo que estas gentes se equivocan. Y peor aun, que pueden caer en la trampa de s¨®lo ver trampas donde hay tambi¨¦n otras v¨ªas y alternativas. Aunque debo contarme entre los esc¨¦pticos, las se?ales de que estamos en un proceso pol¨ªtico nuevo son abrumadoras. Incluso el mentado Otegi ha dejado caer en una entrevista que es leg¨ªtimo que existan vascos que se identifiquen como espa?oles. ?Debemos creerle, teniendo en cuenta que, para los de su cuerda, espa?ol y dem¨®crata viene a ser m¨¢s o menos lo mismo? La admisi¨®n de que su futuro ser¨¢ democr¨¢tico o no ser¨¢ (aunque sea en democracia fingida) necesariamente debe comenzar por reconocer el derecho a la existencia en suelo vasco de esos que llaman espa?oles, esto es, la muchedumbre de partidarios de la Constituci¨®n y el Estatuto a los que el brillant¨ªsimo Madrazo aconsejaba no votar porque, seg¨²n dice, los partidos que suelen representarles (y no muy bien) se oponen a la paz... Pues bien, en el caso de lo declarado por Otegi, que en cualquier parte menos en su peculiar mundo constituye una enorme obviedad, lo que menos importa es la sinceridad de lo dicho, y lo que m¨¢s el hecho de llegar a decirlo y el c¨¢lculo pol¨ªtico que subyace a tal hecho inusitado. Tal c¨¢lculo es, me parece, el mismo que ha obligado a ETA a declararse en tregua o huelga de muertes, a saber, que al nacionalismo batas¨²nico le espera un futuro catastr¨®fico de perseverar en la l¨ªnea homicida y totalitaria, por otra parte cada vez m¨¢s y mejor perseguida por el Gobierno y los jueces. ETA no reconoce esto con una declaraci¨®n expl¨ªcita, sino declarando la tregua; Otegi, admitiendo que los vascos que no piensan como ellos (es un decir) tienen derecho a vivir leg¨ªtimamente. Es probable que ¨¦sta sea la primera entrega de una cadena de actos y declaraciones progresivamente m¨¢s normales, semejantes al descenso de una escalera desde las nubes del delirio totalitario hasta el duro suelo del pragmatismo pol¨ªtico. Porque, en efecto, ser¨ªa desaforado y excesivo confundir este descenso con el descubrimiento y la conversi¨®n a la democracia, incompatible con el tipo de nacionalismo habitual de HB y con la propia Declaraci¨®n de Lizarra. Pero es obvio que todos deber¨ªamos ver c¨®mo podemos presionar a ETA-HB para que siga bajando escalones y no vuelva a subirlos, de modo que la tregua se convierta en definitiva y culmine con la disoluci¨®n de la organizaci¨®n terrorista y la instauraci¨®n en Euskadi (para abreviar, como bien dice el amigo Jon Juaristi) de una democracia sin las reservas, coerciones y d¨¦ficits de la actual, producto de la sobrerrepresentaci¨®n y hegemon¨ªa del nacionalismo. Es evidente que una de las cosas que habr¨¢ que hacer, y hacer ya, para acelerar este descenso por la escalera del realismo pol¨ªtico es comenzar a tratar de la reconciliaci¨®n entre vascos, esto es, entre victimarios y v¨ªctimas, entre dem¨®cratas y ex-terroristas. Puede sonar muy fuerte y duro de tragar cuando el recuerdo de las ¨²ltimas v¨ªctimas est¨¢ tan fresco y presente, pero hay precedentes hist¨®ricos y ben¨¦ficos de tal y tan dolorosa renuncia a la leg¨ªtima revancha, por ejemplo en la pol¨ªtica de reconciliaci¨®n nacional adoptada por el PCE en pleno franquismo (creo, cito de memoria, que hacia 1960). Ahora bien, ?cu¨¢l puede ser la raz¨®n de que algunos de nosotros se aferren a la denuncia de lo que puede haber de trampa en esta tregua, obviando la posibilidad de que abra un nuevo proceso pol¨ªtico? Antes de responder, creo necesario y justo rendir homenaje al numantinismo democr¨¢tico de muchos de los que, sin duda, se aferran a la idea de que todo es trampa. Sin ellos jam¨¢s se habr¨ªa llegado al punto actual, aunque por supuesto los partidarios de la firmeza, llamados intransigentes por los imb¨¦ciles y perseguidos por ETA-HB, quedar¨¢n largo tiempo exentos del torrencial reparto de medallas por la paz que se avecina si la tregua dura m¨¢s de dos o tres meses. Habr¨¢ medallas para todos los nacionalistas, para los de la tercera v¨ªa con menci¨®n especial para Elkarri, para los obispos, para los asistentes al Foro Irlanda, para los que siempre se han callado y por tanto no han molestado, etc¨¦tera: calculemos unos cinco o seis condecorados poni¨¦ndose medallas mutuamente. Y habr¨¢ denuestos y acusaciones para los que animaban la firmeza contra ETA. Es normal, siempre pasa igual en todas parte cuando ocurre lo mismo. Todo el mundo se apunta al Desfile de la Victoria. Pero mi objetivo no es animar a los esc¨¦pticos absolutos a que se pongan a la cola de las medallas, sino comentar el enredo l¨®gico que funda su negativa a reconocer que aqu¨ª est¨¢ pasando algo a tener en cuenta. Parece que parten de una creencia axiom¨¢tica, a saber, de que es imposible derrotar al nacionalismo y en particular al terrorismo etarroide. Como esto es as¨ª, es imposible que la tregua se deba a una derrota frente a la movilizaci¨®n social y a la firmeza gubernamental, sino que ¨¦sta no es sino la pen¨²ltima finta, enga?o o astucia portentosa destinada a mantener la hegemon¨ªa nacionalista sedicentemente democr¨¢tica. Por lo dem¨¢s, el nacionalismo carece de vida inteligente. Aqu¨ª existe una contradicci¨®n obvia, porque no se entiende c¨®mo algo tan tonto y obtuso como las organizaciones nacionalistas podr¨ªan ser capaces de organizar una astucia tan refinada como la de mantenerse en el poder bajo mil m¨¢scaras diferentes. Temo que quienes se aferren a pensar as¨ª se hayan enredado en el propio refinamiento de sus an¨¢lisis, la gran trampa invisible oculta por la peque?a trampa visible. No debemos despreciar el peligro que representa despachar la tregua como una trampa que se agota en s¨ª misma y que es incapaz de enga?arnos. Desde luego, ser¨ªa una trampa como la denunciada en el caso de que sirviera para reforzar esa hegemon¨ªa ignominiosa que aspira a convertir la sociedad vasca en tribu abertzale por la v¨ªa de la coerci¨®n, el lavado de cerebro y, llegado el caso, la limpieza ¨¦tnica. Pero tal deriva no es ni siquiera probable... salvo que los errores y renuncias a enfrentar la realidad de los que no somos nacionalistas fueran tales, y ya ha ocurrido antes, que esa p¨¦sima evoluci¨®n fuera forzada por nuestro propio pesimismo radical y torpeza pol¨ªtica. Y no olvidemos que muchos de los ¨¦xitos de ETA no se deben tanto a su propia habilidad como a la torpeza, incongruencia y claudicaci¨®n de sus adversarios. Supongo que no har¨¢ falta ejemplos, algunos de ellos muy recientes. Es cierto que aqu¨ª hay una trampa, pero no es otra que el foso en el que ha ca¨ªdo el binomio ETA-HB al enfurecer a la mayor parte de la ciudadan¨ªa con sus actos de crueldad y al alejarse de la mera percepci¨®n de la realidad. Al caer e intentar salir dejando las garras dentro han demostrado que no s¨®lo son, como todo el mundo, sensibles a su pesar a la presi¨®n social y a la legalidad, sino que mediante la movilizaci¨®n, la cr¨ªtica y la presi¨®n legal es posible rectificar proceso tan podridos como el que hemos padecido estos ¨²ltimos decenios. No perdamos la oportunidad de la enmienda discutiendo si la trampa es una jaula, un cepo envenenado u otra cosa.
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