La cercan¨ªa del poder cierra heridas entre los socialdem¨®cratas
Schr?der y Lafontaine no son amigos, pero han comprendido que su objetivo es el mismo: ganar las elecciones
ENVIADO ESPECIALEl Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD), que lleva 16 a?os alejado del Gobierno federal, presiente el dulce aroma del poder. Antes necesita que se confirmen los ¨²ltimos pron¨®sticos demosc¨®picos, que le otorgan una ventaja sobre el canciller Helmut Kohl, de 68 a?os, que oscila entre el 2% y el 5%. Esta sensaci¨®n de palpar el poder ha logrado enterrar viejas rencillas personales entre los dirigentes del SPD. El objetivo es el de aparecer como un partido unido, moderno, capaz de gobernar Alemania.
El candidato a canciller federal, el presidente del Gobierno de Baja Sajonia, Gerhard Schr?der, que nunca ha gozado del afecto de las bases del partido, podr¨ªa lograr un segundo premio de vencer este domingo: incrementar¨ªa sus posibilidades de convertirse en el l¨ªder del SPD.
En sus 16 a?os de mandato, Kohl ha liquidado a toda una generaci¨®n de pol¨ªticos socialdem¨®cratas, la denominada hijos de Willy Brandt, al derrotar en 1983 a Hans-Jochen Vogel y en 1987 Johannes Rau. Kohl, a quien llamaron en su d¨ªa la apisonadora, llevaba camino de arrasar tambi¨¦n con la segunda generaci¨®n, la de los nietos de Brandt.
En 1990, Kohl derrot¨® a Oskar Lafontaine, de 55 a?os, y en 1994, a Rudolf Scharping, de 50 a?os. Aunque ahora le tocar¨ªa el turno a Schr?der, todo parece indicar que a la quinta va la vencida. Esta vez, Kohl lleva las de perder. A pesar de ello, en las filas del SPD se palpa nerviosismo, sobre todo tras las elecciones del 13 de septiembre en Baviera, donde gan¨® por mayor¨ªa absoluta el partido hermano de la Uni¨®n Cristiana Democr¨¢tica (CDU) de Kohl, la Uni¨®n Social Cristiana b¨¢vara (CSU). No ser¨ªa la primera vez que un Kohl demosc¨®picamente muerto resurge de sus cenizas.
El SPD comprendi¨® en su d¨ªa que Schr?der era el ¨²nico candidato con posibilidades de vencer a Kohl. Oskar Lafontaine, su rival, cedi¨® el puesto y todos en el SPD se pusieron a trabajar unidos a favor de la candidatura de Schr?der, a pesar de que a lo largo de los ¨²ltimos a?os las relaciones del aspirante a canciller con la c¨²pula del partido no fuesen precisamente amorosas. Se dice en Alemania que los matrimonios de raz¨®n son m¨¢s duraderos. Si se cumple esta m¨¢xima popular, la relaci¨®n entre Schr?der y el SPD debe fortalecerse, pero para ello tienen que cumplirse los pron¨®sticos y Kohl debe perder las elecciones este domingo. En caso contrario, Schr?der deber¨¢ conformarse con consumir el resto de su carrera pol¨ªtica en la provincia de Baja Sajonia al frente del Gobierno.
El primero en asumir ese papel de trabajar por la causa com¨²n, de recuperar la canciller¨ªa federal, fue el presidente del Gobierno del Sarre, Oskar Lafontaine. Tras apoderarse con un golpe de mano de la presidencia del partido, al desbancar al desafortunado Rudolf Scharping en el congreso de Mannheim, en noviembre de 1995, Lafontaine fij¨® como objetivo de su carrera pol¨ªtica "acabar con el gordo"; es decir, Kohl. Durante alg¨²n tiempo, Lafontaine aspiraba a ser ¨¦l mismo el autor de la haza?a y tomar la revancha de la derrota en 1990. No obstante, al final, Lafontaine tuvo que rendirse ante la evidencia demosc¨®pica que se?alaba a Schr?der como ¨²nico candidato con posibilidades.
Desde el momento en que se tom¨® la decisi¨®n a favor de Schr?der, Lafontaine ha trabajado como un eficaz aliado del candidato a canciller. Los dos han formado una sociedad t¨¢cita, y quienes conocen bien los entresijos del SPD afirman que Oskar y Gerhard no son amigos, pero s¨ª dos buenos socios de negocios. Al menos as¨ª ha quedado de manifiesto en los ¨²ltimos meses. Schr?der y Lafontaine han desmentido a quienes pensaban que entre los nietos de Brandt la ¨²nica forma de dirimir las diferencias era la lucha callejera, como hab¨ªa ocurrido en el pasado.
En los 13 a?os de coalici¨®n entre socialdem¨®cratas (SPD) y liberales (FDP) -hoy aliados de Kohl-, entre 1969 y 1982, con los legendarios cancilleres Willy Brandt y Helmut Schmidt, el partido logr¨® una perfecta divisi¨®n del trabajo. El modelo de la troika con un canciller, Schmidt; un presidente de partido, Brandt, y un jefe de grupo parlamentario, Herbert Wehner, funcion¨® a la perfecci¨®n, a pesar de los odios y rencores entre ellos.
En 1994, el SPD intent¨® reeditar el modelo con Scharping, Lafontaine y Schr?der. Todo acab¨® como el rosario de la aurora. Scharping perdi¨® las elecciones contra el incombustible Kohl y Schr?der se dedic¨® a segarle la hierba con duras declaraciones en las que le criticaba un d¨ªa tras otro y pon¨ªa en duda su capacidad de liderazgo. Lafontaine consum¨® la liquidaci¨®n de Scharping en el congreso de Mannheim con una candidatura presentada con nocturnidad y alevos¨ªa, que le llev¨® a la presidencia. Estos dos pol¨ªticos llenos de ambici¨®n, Schr?der y Lafontaine, se han convertido en aliados incondicionales ante el olor del poder.
Lo que era un proyecto de reedici¨®n de la troika ha quedado reducido, con Scharping en fuera de juego, a un t¨¢ndem en el que, al menos por un tiempo, Schr?der y Lafontaine pedalean en la misma direcci¨®n. Scharping ha quedado marginado, pero disfrutar¨¢ de por vida de lo que alg¨²n socialdem¨®crata llama el bono de la compasi¨®n, como compensaci¨®n por la sucia jugada de Mannheim, cuando le derribaron de la presidencia y Lafontaine tom¨® las riendas del partido.
El SPD de finales de milenio ha dejado de ser el hervidero de ideas y tendencias de los a?os setenta, cuando en el grupo parlamentario se enfrentaban la izquierda y la derecha, organizadas en grupos, que disputaban sobre todo tipo de asuntos, como el estacionamiento de los misiles de la OTAN, el decreto de los radicales sobre los comunistas en la Administraci¨®n p¨²blica o los riesgos del Estado de derecho en la lucha contra el terrorismo.
Ca¨ªdo el muro de Berl¨ªn, superado el enfrentamiento Este-Oeste y la guerra fr¨ªa, cuando la pol¨ªtica econ¨®mica se centra en administrar la crisis y no repartir los recursos, la ideolog¨ªa del SPD ha quedado reducida a un difuso nuevo centro con un objetivo claro: conquistar los votos de ese sector que hasta ahora ha sido fiel a Kohl y los suyos. De ese centro depende la victoria.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.