Alemania elige hoy Gobierno para entrar en el siglo XXI
De confirmarse las encuestas, el canciller Kohl puede abandonar el poder, aunque no se excluye la continuidad
La ¨²ltima palabra de las elecciones de hoy en Alemania est¨¢ en manos de un 30% de electorado indeciso y del juego de alianzas que pueda producirse entre los partidos que lleguen al Bundestag. Las encuestas pronosticaban hasta ¨²ltima hora que no habr¨ªa un partido vencedor, y que lo m¨¢s probable sea que ninguno logre la mayor¨ªa absoluta. La coalici¨®n se atisba en el horizonte, entre dos formaciones, CDU y SPD, que compiten por el centro.
?Cu¨¢l ser¨¢ el sentimiento dominante de los votantes alemanes hoy, cuando est¨¦n a solas con sus papeletas en las cabinas electorales? ?Se impondr¨¢ la idea de que, despu¨¦s de todo, las cosas no van tan mal en Alemania y que los grandes desaf¨ªos del futuro no aconsejan cambiar de caballo en plena carrera y, por lo tanto, hay que mantener en el poder a la coalici¨®n formada hace 16 a?os por la CDU-CSU y los liberales? ?O, m¨¢s bien, triunfar¨¢ el deseo de ver caras nuevas, de abrir la ventana para que entre aire fresco, y dar una oportunidad al socialdem¨®crata Gerhard Schr?der, que presume de haberse hecho a s¨ª mismo, y que no promete cambios radicales, pero s¨ª hacer las cosas mejor?Ambos sentimientos coexisten hoy, y la ¨²ltima palabra corresponde al 30% del electorado, indeciso hasta ¨²ltima hora, y al juego de alianzas que pueda producirse con los peque?os partidos que entren en el Bundestag (Parlamento Federal).
En su campa?a, la CDU ha seguido los pasos de Konrad Adenauer, que ya recurri¨® al lema ningun riesgo durante su largo mandato, s¨®lo superado por Helmut Kohl. La campa?a del SPD, cuyo lema ha sido innovaci¨®n y justicia, ha sido m¨¢s moderna que la de sus rivales, pero sin grandes atrevimientos. En contraste con otras elecciones anteriores, donde los contenidos de los programas jugaban un mayor papel, esta vez la lucha pol¨ªtica ha estado fuertemente personalizada y dominada por la televisi¨®n.
Las elecciones de hoy son hist¨®ricas porque pueden suponer el fin de la ¨¦poca de Helmut Kohl, que ha sido uno de los principales protagonistas del fin de la guerra fr¨ªa (1989), el art¨ªfice de la reunificaci¨®n alemana (1990) y uno de los m¨¢s aguerridos impulsores de la UME (Uni¨®n Monetaria Europea), que se inicia en 1999. Pase lo que pase, los analistas burs¨¢tiles cuentan con que la bolsa de Francfort se despertar¨¢ con normalidad el lunes. Otra cosa ser¨ªa una sorpresa.
Mensajes contradictorios
Durante esta semana, los peri¨®dicos han insertado mensajes contradictorios. A tres d¨ªas de las urnas, el semanario liberal Die Zeit afirmaba en portada que es la hora del cambio y que cualquier coalici¨®n es mejor que la actual, pero el semanario conservador Rheinischer Merkur opinaba al d¨ªa siguiente que no es hora del cambio y que los electores pueden esperar de un gobierno rojiverde que se produzca una devaluaci¨®n de los valores que han fortalecido a Alemania desde la postguerra.La elecci¨®n a la que se someten los alemanes no es la reforma contra el inmovilismo, porque ambas cosas coexisten tanto en el SPD como en la CDU, un partido popular con sectores que bien podr¨ªan ser considerados como socialdem¨®cratas en coordenadas menos marcadas por la b¨²squeda del compromiso social.
Los dos grandes partidos compiten por el centro: la CDU afirma que ya estaba situada en ese espacio y el SPD que se trata de un nuevo centro. En los dos partidos hay gentes que, una vez pasadas las elecciones, est¨¢n dispuestas a abordar la reforma del sistema de bienestar, que el Estado no est¨¢ en disposici¨®n de sostener econ¨®micamente. Las prioridades son la reforma fiscal (para animar la inversi¨®n y fomentar el empleo) y del sistema de seguridad social (para abaratar los costes al erario p¨²blico, en la concepci¨®n de la CDU, o para recuperar prestaciones que exist¨ªan en el pasado, en la concepci¨®n del SPD). Estos dos puntos, combinados con la estrategia contra el paro, han centrado el inter¨¦s del electorado y la mayor parte de los debates.
Las apuestas son ajustadas y los analistas opinan que, si como se prev¨¦, ning¨²n partido logra la mayor¨ªa absoluta, hay dos soluciones principales: una coalici¨®n entre el SPD y los Verdes o una gran coalici¨®n entre la CDU y el SPD. Y como tercera variante hay quien no excluye que se mantenga la actual coalici¨®n CDU-CSU con los liberales del FDP. La clave del problema estar¨¢ en los resultados de los peque?os partidos, que pueden actuar como bisagra. Todos son problem¨¢ticos: el FDP, que ha sido el fiel de la balanza hasta ahora, ha dado grandes nombres como Hans Dietrich Genscher a la pol¨ªtica, pero es percibido hoy como un club de gente adinerada carente de verdadero esp¨ªritu liberal. Los Verdes, que aspiran a asumir el papel de los Liberales, tienen en Joshka Fischer un personaje con carisma, pero el partido como tal puede sorprender con decisiones impopulares, como el subir el precio de la gasolina a cinco marcos el litro, un gesto escandaloso en un pa¨ªs que adora los autom¨®viles, o estar en contra de la intervenci¨®n de tropas alemanas en conflictos internacionales, lo querealmente choca con las alianzas exteriores de Alemania.
Al Partido del Socialismo Democr¨¢tico (PDS), heredero de los comunistas de la RDA, los dos grandes partidos le tratan como a un apestado, aunque ambos colaboran con ¨¦l en los l?nder del Este. De la obtenci¨®n de tres mandatos directos por el PDS puede depender la configuraci¨®n del Gobierno de esta legislatura, ya que los votos del PDS pueden ser decisivos para arrojar a los socialdem¨®cratas en brazos de la CDU. La legislaci¨®n electoral prev¨¦ que un partido entra en el parlamento si su lista obtiene m¨¢s del 5% de los votos emitidos o si consigue tres mandatos directos, por lo menos. El PDS tiene esta posibilidad en Berl¨ªn, y los tres mandatos directos abrir¨ªan el Parlamento a un determinado n¨²mero de diputados en funci¨®n del porcentaje de votos obtenido por la lista del partido, aunque ¨¦ste fuera menos del 5%. Gracias a los cuatro mandatos logrados en 1994, el PDS, que tuvo el 4,4% de los votos en aquella ocasi¨®n, estaba representado con 30 diputados en el actual Bundestag, que tiene un total de 656. El resto est¨¢n repartidos entre la CDU (232 diputados); los liberales (47 diputados); la CSU, (50 diputados); el SPD (248 diputados), y los Verdes (49 diputados).
Aunque no hay que excluir la continuidad como opci¨®n, lo m¨¢s probable, a tenor de las encuestas, es que Kohl abandone el poder.
El canciller ha dejado bien claro que ¨¦l, personalmente, no est¨¢ disponible para una gran coalici¨®n con el SPD, tanto si ¨¦ste act¨²a como partido principal como si es el socio menor. El jueves por la noche, Kohl no esquiv¨® abordar sus posibles ocupaciones en el hipot¨¦tico caso de retirarse: "?Oh!, si estoy sano, tengo muchas ideas", exclam¨® el dirigente germano, que, en una entrevista televisiva, se refiri¨® a sus muchos amigos, su familia o la lectura como posibles ocupaciones.
Entre los analistas existe gran curiosidad por la din¨¢mica que seguir¨¢ la relaci¨®n entre Gerhard Schr?der y el SPD si este partido llega al poder como socio principal de una coalici¨®n. Schr?der puede tener problemas con el partido si se deja llevar por las ideas liberales que prodigaba en sus mensajes cuando las elecciones no estaban tan cerca. En las ¨²ltimas semanas de la campa?a, Schr?der ha adoptado un lenguaje m¨¢s izquierdista y suele referirse a su madre, viuda de guerra, para abordar los destinos de los jubilados. Hoy por hoy, el mensaje liberal, que incluye el fomento de un sistema de jubilaci¨®n privado, est¨¢ en manos de Jost Stollmann, al que Schr?der ha prometido el futuro Ministerio de Econom¨ªa en un gobierno del SPD. Est¨¢ por ver c¨®mo se integrar¨ªa Stollmann en un equipo del SPD y la interrelaci¨®n con Oskar Lafontaine, el presidente del partido, que ha apoyado a Schr?der disciplinadamente durante la campa?a, despu¨¦s de que ¨¦ste se ganara a pulso su candidatura con su victoria en las elecciones de Baja Sajonia. Wolfgang Sch?uble, el pol¨ªtico que hoy dirige el grupo parlamentario de la CDU-CSU, es el hombre que Kohl quisiera ver como sucesor en la canciller¨ªa. Esto podr¨ªa ser as¨ª si las urnas fuerzan a una gran coalici¨®n entre la CDU y el SPD, con la CDU como socio mayor. Schauble, que fue ministro del Interior y negoci¨® el tratado de la reunificaci¨®n alemana, podr¨ªa tambi¨¦n avenirse a ser el n¨²mero dos en una alianza de gobierno con el SPD, donde la CDU fuera el socio menor. El pol¨ªtico, que confronta con valent¨ªa su propia invalidez (causada por un atentado en 1990), se toma en serio la pregunta sobre la capacidad de un inv¨¢lido de dirigir el pa¨ªs. La idea de que Kohl pudiera dimitir a mitad de legislatura y dejar el puesto a Schauble se hab¨ªa planteado para mediados de la legislatura actual. Sin embargo, ni Kohl se atrevi¨® a dejarle el puesto para que se fuera rodando en la gesti¨®n del Estado, ni Schauble a asumir la responsabilidad de gobierno desde la silla de ruedas, seg¨²n fuentes de la CDU. Sch?uble es mal aceptado por la CSU de Baviera, cuyo presidente y ministro de Finanzas, Teo Waigel, se opone a que la CSU juege el papel de socio menor si se da una gran coalici¨®n con el SPD. El factor b¨¢varo, que en el pasado represent¨® Franz Josep Strauss, est¨¢ hoy encarnado en un personaje menos colorista, pero sumamente eficaz: el popular jefe de Gobierno de Baviera, Edmund Stoiber, quien, de momento, asegura no ver cumbres m¨¢s altas que Los Alpes.
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