Para la UE, vale tanto el triunfo de Kohl como el de Schr?der
El vencedor de la consulta, sea quien sea, defender¨¢ con m¨¢s ah¨ªnco los intereses econ¨®micos y pol¨ªticos de Alemania en Europa
, No s¨®lo los alemanes. Todos los europeos, aunque sea por procuraci¨®n, eligen hoy nuevo l¨ªder. El enorme peso pol¨ªtico de la Alemania unificada, superpuesto al relativo desconcierto zigzagueante de Francia y a la soportada levedad de Bruselas colorean los comicios de hoy como un asunto de inter¨¦s continental.Si s¨®lo la conducta pasada es augurio de la futura, los espa?oles deber¨ªan votar al canciller saliente. Es de bien nacidos ser agradecidos. Helmut Kohl fue el gran aliado de Espa?a en el forcejeo para su acceso a la Comunidad; apost¨® por la articulaci¨®n territorial en la cumbre de Edimburgo de 1992, que dio el espaldarazo a la pol¨ªtica de cohesi¨®n reclamada por Felipe Gonz¨¢lez; y sancion¨® la ambiciosa estrategia para el Mediterr¨¢neo al dotar en Cannes (1995) los programas euromediterr¨¢neos.
Adem¨¢s, si Europa sigue siendo para Espa?a la gran pasi¨®n, Kohl es una apuesta segura. Su compromiso con la uni¨®n pol¨ªtica continental como culminaci¨®n de la unificaci¨®n de su pa¨ªs, una s¨ªntesis que disipe el temor a la Europa alemana y consolide la Alemania europea, es impoluto.
Es cierto que Espa?a honr¨® su parte del trato, apoyando la doble decisi¨®n (rearme con misiles simult¨¢neo a las negociaciones de desarme con la entonces URSS); apoyando sin fisuras la unificaci¨®n; y la ampliaci¨®n de la UE al Este, un deber moral y un inter¨¦s estrat¨¦gico de Bonn que los espa?oles suelen ver con temores.
Es cierto tambi¨¦n que el liderazgo europe¨ªsta del canciller parece en los ¨²ltimos tiempos aquejado de asma. Puso la defensa de los intereses de los l?nder por encima de los de la Uni¨®n cuando el Tratado de Amsterdam. Se ci?e a los imperativos de la ortodoxia del Bundesbank, frenando los avances hacia una Europa socio-pol¨ªtica que complemente la monetaria. Y, sobre todo, a trav¨¦s del ministro de Hacienda Theo Waigel, racanea en el esfuerzo financiero que exigir¨¢ la ampliaci¨®n al Este.
Por eso, Gerhard Schr?der constituye tambi¨¦n una oportunidad. Euroconverso, el candidato socialdem¨®crata muestra ahora el mismo empe?o por profundizar la UE, por una Europa con pol¨ªtica exterior y defensa propias, que su oponente. Y sobre todo, como explica su correligionario Jos¨¦ Borrell, con quien se entrevist¨® este verano, "es un decidido defensor de las pol¨ªticas complementarias de la uni¨®n monetaria" en "la l¨ªnea que defendemos gente como Delors, Jospin y yo mismo". Si Kohl es un cristiano social, su rival ser¨ªa un socialista "muy socialdem¨®crata", aunque lo decore con apelaciones a la algo difusa tercera v¨ªa de Blair.
El gran asunto inmediato entre Espa?a y Alemania es la batalla financiera comunitaria, el alcance y el reparto del dinero necesario en el per¨ªodo 2000-2006 para mantener la articulaci¨®n actual de la UE y afrontar al mismo tiempo el ingreso de nuevos socios. Hasta muy recientemente, el dueto Kohl-Waigel ha venido defendiendo un enfoque impresentable: reducir la aportaci¨®n alemana al presupuesto com¨²n y conseguir un "retorno" seg¨²n el antieuropeo esquema del "cheque brit¨¢nico" conseguido por Margaret Thatcher en 1985.
Con el mismo objetivo de reducir el esfuerzo financiero-fiscal alem¨¢n, Schr?der se ha apuntado a una f¨®rmula m¨¢s europea y m¨¢s interesante, una variante de la propuesta formulada por el luxemburgu¨¦s Jean-Claude Juncker. En vez de reducir los ingresos nacionales, rebajar los gastos comunes, de forma que sean los Gobiernos y no la Uni¨®n quienes financien parte del dinero destinado a la proteccionista y exorbitante Pol¨ªtica Agr¨ªcola Com¨²n. Waigel se ha inclinado despu¨¦s, tard¨ªamente, por algo parecido. Con unos o con otros -o con ambos mezclados en una gran coalici¨®n-, Bonn ser¨¢ muy firme defendiendo sus intereses. De modo que a Espa?a le toca completar su actual determinaci¨®n con una operaci¨®n de seducci¨®n, de alianza, de compromisos. Porque el problema financiero alem¨¢n es tambi¨¦n nuestro problema.
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