Crisis burs¨¢til y transformaciones del capitalismo
Caracterizar la situaci¨®n actual de la crisis burs¨¢til es complicado. La p¨¦rdida de las bolsas a nivel mundial entre finales de julio y mediados de septiembre se calcula en 600 billones de pesetas, de los cuales, 10 billones corresponden a la p¨¦rdida de las bolsas espa?olas. Aquellas altas y bajas de valores, todav¨ªa no han finalizado...y, seguramente, va para largo el proceso. Creo m¨¢s ¨²til acercarnos a la problem¨¢tica de la crisis a trav¨¦s de un cierto diagn¨®stico de las transformaciones que se han dado en los ¨²ltimos 20 a?os en nuestro entorno econ¨®mico, social y pol¨ªtico. Aquellas transformaciones no son explicables sin el tel¨®n de fondo de la revoluci¨®n de la tecnolog¨ªa de la comunicaci¨®n. Esa tecnolog¨ªa posibilita una conexi¨®n en el tiempo real de todos los puntos de la econom¨ªa-mundo, posibilitando conocimiento inmediato de las oscilaciones de cualquier precio, con la consiguiente decisi¨®n de compra-venta. Tambi¨¦n provoca el reordenamiento del sistema productivo a nivel empresarial pues posibilita que sus activos productivos se sit¨²en en los espacios m¨¢s id¨®neos, por distantes que est¨¦n, para maximizar la actividad empresarial. Lo primero que habr¨ªa que subrayar es la diferencia entre la mundializaci¨®n del proceso productivo y globalizaci¨®n financiera. En efecto, el comercio mundial ha estado creciendo constantemente en los ¨²ltimos 15 a?os de tal forma que el nivel actual de valor de los intercambios de bienes y servicios est¨¢ situado en torno a los seis billones de d¨®lares (alrededor del 70% del mismo se realiza entre los pa¨ªses desarrollados). En cuanto al negocio financiero -la globalizaci¨®n financiera- el comercio internacional de divisas y valores se ha multiplicado por m¨¢s de diez del a?o 1985 hasta aqu¨ª. As¨ª, en un d¨ªa laborable medio, en la actualidad cambian de propietario divisas por valor de 1,5 billones de d¨®lares, seg¨²n el Banco Internacional de Compensaci¨®n de Pagos. O sea, en t¨¦rminos comparativos, dir¨ªamos que aquella cantidad diaria supone el valor de toda la producci¨®n anual alemana, o cuatro veces los gastos mundiales anuales en crudo. Aquellos movimientos especulativos supusieron que, por ejemplo, la banca espa?ola obtuviera en 1993 unos beneficios extras por la devaluaci¨®n de la peseta del a?o 1992 de alrededor de 300.000 millones de pesetas. Adem¨¢s de las divisas, se negocian ya libremente m¨¢s de 70.000 valores distintos por encima de todas las fronteras, un mercado fant¨¢stico con infinitas posibilidades y riesgos. M¨¢s concretamente, se ha desarrollado extraordinariamente el negocio de derivados. O sea, trafican con el futuro, con los valores que la mayor¨ªa de los participantes en aquellos mercados espera que las acciones, bonos o divisas tengan dentro de tres o 12 meses, uno o cinco a?os. Sus productos se llaman Swaps, Collars, Futures, etc... Pues bien, en 1995 los contratos de estos productos alcanzaron 41 billones de d¨®lares. Thomas Fischer, director de operaciones del Deutsche Bank afirma que con el negocio de derivadas "el mundo financiero se ha emancipado de la esfera real". Esta desvinculaci¨®n, cada vez m¨¢s acelerada, de la econom¨ªa real y de los movimientos de capitales provoca una fuerte inestabilidad en el sistema capitalista. Lo estamos sufriendo en estos momentos. Recordemos que esta situaci¨®n se gener¨® a ra¨ªz de la devaluaci¨®n de la moneda tailandesa en 1997 y que r¨¢pidamente prendi¨® la mecha en el sudeste asi¨¢tico, golpeando al Jap¨®n como centro neur¨¢lgico de la zona; pasando a Estados Unidos, Am¨¦rica Latina, Europa, Rusia... ?Quiere ello decir que lo que est¨¢ sucediendo obedece pura y escuetamente a movimientos de capital especulativo y no a problemas reales de las econom¨ªas en cuesti¨®n? No, precisamente esta crisis est¨¢ subrayando las carencias y las insuficiencias estructurales y de fondo de los pa¨ªses del sur de Asia, de los cuatro tigres asi¨¢ticos (Hong Kong, Taiwan, Singapur, Corea del Sur) y del Jap¨®n. Esta zona del mundo, modelo de crecimiento y de modernizaci¨®n econ¨®mica a ojos de los expertos, ha quedado tocada profundamente y debe plantearse, entre otras, la reforma de sus instituciones financieras. ?De qu¨¦ se trata, pues, cuando hablamos de la desvinculaci¨®n de la econom¨ªa real y el movimiento de capitales? Sencillamente, de la llamada burbuja especulativa que retrasa, si no oculta, esconde e, incluso, desv¨ªa, los problemas reales de aquellas econom¨ªas, llev¨¢ndolas a la soluci¨®n traum¨¢tica de la crisis. Por ello, el premio Nobel Tobin recomendaba "echar algo de arena en el engranaje de nuestros demasiado eficientes mercados monetarios internacionales". Bastar¨ªa, seg¨²n Tobin, un impuesto del 1% -incluso menos, se ha hablado del 0,5%- sobre todas las transacciones en divisas para reducir en forma importante dicho movimiento de capitales. Transformaci¨®n La revoluci¨®n de la informaci¨®n est¨¢ cambiando el proceso de producci¨®n y del trabajo en la sociedad capitalista actual. En efecto, seg¨²n pone de relieve M. Castells (La era de la informaci¨®n, 3 tomos), la productividad y competitividad son los procesos esenciales de la econom¨ªa informacional / global. La productividad proviene esencialmente de la innovaci¨®n; la competitividad de la flexibilidad. La consecuencia de ello es que empresas, regiones, pa¨ªses y unidades de producci¨®n orienten sus relaciones de producci¨®n a maximizar la innovaci¨®n y la flexibilidad, generando, a trav¨¦s de este proceso, una nueva forma de organizaci¨®n y gesti¨®n que aspira a la adaptabilidad y la coordinaci¨®n simult¨¢neamente, dando paso a lo que se denomina la empresa red. Por otro lado, la inform¨¢tica permite procesos de producci¨®n mucho m¨¢s descentralizados, donde la agregaci¨®n de las diversas partes resulta mucho m¨¢s flexible que la ¨¦poca de producci¨®n en masa, creando una multitud de subcontratistas de todo tipo (desde dise?adores-programadores... hasta fabricantes de piezas). O sea, un proceso de segmentaci¨®n de los mercados, de los productos y de las personas. De ah¨ª que cada unidad de producci¨®n se convierta en un subconjunto homog¨¦neo de un proceso mucho m¨¢s amplio. Esta transformaci¨®n del proceso de producci¨®n que se abre camino en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas, no es s¨®lo una experiencia que puso en marcha la lanzadera Challenger (NASA), mediante un trabajo en com¨²n (de alta cualidad) de varios centenares de equipos diversos y una sincronizaci¨®n considerable de componentes, sino la propia realidad de las empresas francesas -para poner un ejemplo- pues, en el periodo 1986 a 1992, la homogeneidad de los trabajadores de las empresas mayores de 10 asalariados aument¨® m¨¢s del 20%. Este nuevo sistema de producci¨®n redefine el papel del trabajo como productor y se diferencia marcadamente seg¨²n las caracter¨ªsticas de los trabajadores. Una diferencia importante es la que distingue el trabajador educado, con capacidad de autoprogramaci¨®n, y el llamado trabajador gen¨¦rico. El primero puede adaptarse constantemente al entorno cambiante, ajust¨¢ndose a los nuevos procesos, mientras que el trabajador gen¨¦rico lleva a cabo tareas que se le asignan sin capacidad de reprogramaci¨®n. Estos ¨²ltimos pueden ser sustituidos por m¨¢quinas, o por cualquier otra persona de la regi¨®n, el pa¨ªs o el mundo, seg¨²n las decisiones empresariales. Este grupo de trabajadores autoprogramables, en constante adaptaci¨®n aglutina a un grupo muy grande de ejecutivos profesionales, t¨¦cnicos y trabajadores cualificados. Se calcula que en los pa¨ªses de la OCDE suponen alrededor de un tercio de la poblaci¨®n activa. La mayor parte del resto de los trabajadores pueden pertenecer a lo que hemos denominado trabajadores gen¨¦ricos. En poco tiempo hemos pasado de la sociedad de los dos tercios de que se hablaba en la segunda mitad de la d¨¦cada de los ochenta -dos tercios que trabajan establemente y un tercio que malvive, es pobre o no trabaja- a la sociedad de un tercio de finales de los noventa, donde los dos tercios restantes trabajan, los que lo hacen, en una situaci¨®n que calificar¨ªamos precaria, o maltrabajan, o est¨¢n en el paro, insertos en mercados informales vinculados a actividades ilegales (droga, etc...). A mi juicio, la perspectiva de llegar a esta situaci¨®n est¨¢ inscrita en el proceso actual de la din¨¢mica innovadora y transformadoras del capitalismo fin de siglo. Fin de siglo El capitalismo en proceso de transformaci¨®n de las dos ¨²ltimas d¨¦cadas ha provocado mayor desigualdad econ¨®mica a nivel de la distribuci¨®n entre Norte-Sur, interclase e intraclase. Seg¨²n Bairoch, en 1870 la renta per c¨¢pita de las naciones m¨¢s ricas era 11 veces m¨¢s elevada que en las naciones m¨¢s pobres. Hoy, en el a?o 1995, aquella relaci¨®n es de 55 veces. Seg¨²n Thurow, a mitad de la d¨¦cada de los noventa, el poder adquisitivo de los salarios americanos hab¨ªa bajado al que se ten¨ªa a principios de los sesenta. Entre el periodo de 1970 a 1990, el salario medio experiment¨® una p¨¦rdida del 5%, mientras que la diferencia existente entre el 10% de los m¨¢s ricos y el 10% de los m¨¢s pobres aumentaba en un 40%. Lo mismo sucede en los diversos pa¨ªses de la OCDE -de los que se tiene informaci¨®n- que a principio de la d¨¦cada de los noventa, la diferencia salarial de los m¨¢s privilegiados y los incluidos en la d¨¦cima parte de los menos retribuidos de la fuerza laboral iba aumentado, siendo su promedio de incremento desde el 7,5 al 1% en 1969 y del 11 al 1 en 1992. El proceso de individualizaci¨®n del trabajo y de homogeneizaci¨®n que las nuevas tecnolog¨ªas est¨¢n desarrollando, generan procesos de desigualdad intraclase. As¨ª, seg¨²n Cohen, en los Estados Unidos, m¨¢s del 70% del fen¨®meno de las desigualdades se explican por las diferencias salariales existentes entre los propios trabajadores j¨®venes, entre los propios trabajadores titulados o entre los propios trabajadores de la industria. O sea, la nueva miseria del capitalismo contempor¨¢neo genera al interior de cada grupo social, al interior de cada vida, unas tensiones que hasta ahora eran propias de las rivalidades intergrupales. Por otro lado, ese desarrollo formidable del capitalismo de las ¨²ltimas d¨¦cadas ha puesto de relieve los l¨ªmites de los ecosistemas para viabilizar aquel crecimiento. Estos l¨ªmites existen, tanto global como localmente. Por ello, la idea que emerge en todos los foros internacionales es la de reconducir aquel crecimiento, transform¨¢ndolo en desarrollo sostenible, un desarrollo coherente con el equilibrio con los diversos ecosistemas, teniendo en cuenta el bienestar de las generaciones futuras. Sin embargo... todav¨ªa estamos lejos. Como contrapartida social y pol¨ªtica, desde finales de los sesenta hasta ahora ha habido un florecimiento inusitado de movimientos sociales y culturales, como son la defensa de los derechos humanos, el antiautoritarismo, el feminismo, el nacionalismo y el ecologismo. Esos movimientos est¨¢n adquiriendo una fuerza y una pujanza enorme como manifestaci¨®n de p¨¦rdida de identidad, tanto de grupo como individual, a que el capitalismo informacional somete a diversos colectivos. As¨ª, por ejemplo, el nacionalismo, el localismo, el separatismo ¨¦tnico y las comunas culturales rompen con la sociedad en general y reconstruyen sus instituciones no de abajo a arriba, sino desde dentro hacia fuera, qui¨¦nes somos frente a los que no son nosotros. Pero estos movimientos, estas identidades todav¨ªa son de resistencia, de evitar ser diluidos por la globalizacion y el capitalismo depredador de fin de siglo. Para evitar este proceso es necesario convertir a aquellos movimientos, a aquellos actores sociales, en colectivos proyecto que, bas¨¢ndose en las materias culturales de que disponen, construyan una nueva identidad que redefina su posici¨®n en la sociedad y, al hacerlo, incidir¨¢n en la transformaci¨®n de toda la estructura social. Algunos analistas afirman que si las instituciones de la sociedad, la econom¨ªa y la cultura aceptaran realmente el feminismo y el ecologismo, ser¨ªan esencialmente transformadas. Ser¨ªa una aut¨¦ntica revoluci¨®n. Concluir¨ªamos diciendo que cualquier programa de actuaci¨®n de futuro que quiera repercutir en la realidad econ¨®mica y social en un sentido emancipatorio, liberador de las trabas que reducen la igualdad y la libertad de las personas y de los grupos sociales, ha de partir de los criterios gen¨¦ricos siguientes: La regulaci¨®n imprescindible del movimiento internacional de capitales; la idea central de la pol¨ªtica de empleo y bienestar de la sociedad de un tercio, se ha de apoyar en el que trabajador-ciudadano se sienta integrado y part¨ªcipe social y pol¨ªticamente; reformar las instituciones internacionales y locales que posibiliten la realizaci¨®n de los puntos anteriores.
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