?xito y popularidad
La temporada editorial del oto?o ya est¨¢ lanzada. Ha abierto el Liber en Barcelona, sigue la Feria de Francfort -m¨¢ximo punto de encuentro de la edici¨®n mundial-, el r¨ªo de los premios fluye vertiginosamente (los Nobel, Booker, Goncourt, M¨¦dicis, fuera de nuestras fronteras; el Planeta, el Herralde, los nacionales, dentro de ellas), las editoriales colocan sus estrellas de la temporada en la l¨ªnea de salida de una carrera cuya meta es la triunfal explosi¨®n de la Navidad... Todo apunta a un objetivo com¨²n, buscar un hueco en las grandes listas de ventas. El lema es: todo por el ¨¦xito.La palabra ¨¦xito, como tantas otras palabras obligadas por la prisa, se est¨¢ utilizando mal, es decir: a la ligera, como corresponde a las prisas. En realidad, ¨¦xito quiere decir "resultado bueno de una empresa, una acci¨®n o un suceso". Nada m¨¢s que eso. Conseguir un ¨¦xito es cumplir con el prop¨®sito que uno se ha encomendado al iniciar una empresa, una acci¨®n... o un libro. Nada menos. Y, sin embargo, parece que no es as¨ª, que hoy s¨®lo se puede tener ¨¦xito si la multitud te aclama.
Hay dos clases de autores: los que s¨®lo quieren escribir bien y los que s¨®lo quieren escribir mejor. La diferencia de intenci¨®n es evidente: el primero cumplir¨¢ siempre, el segundo se arriesgar¨¢ siempre. Con el lector pasa tres cuartos de lo mismo: unos quieren leer y otros quieren leer mejor; los primeros cumplen con dejarse llevar, los segundos se arriesgan a buscar. La venta masiva de libros es esencial para el primer escritor, que necesita el reconocimiento inmediato, pero no es esencial para el segundo, que ante todo persigue el logro del m¨¢ximo esfuerzo.
Y ah¨ª est¨¢ el asunto: en el mercado actual ha vuelto a confundirse el ¨¦xito con la popularidad. No tendr¨ªa el asunto mayor importancia si no fuera porque de esa confusi¨®n se intenta derivar que el criterio de valoraci¨®n de la literatura es la popularidad y no el ¨¦xito. Es decir, si no fuera porque el mercado, en su af¨¢n devorador, pretende no s¨®lo vender m¨¢s, cosa legitima, sino, adem¨¢s, apropiarse de los valores de eficiencia (lo bien hecho) cuando su territorio es solamente el de la eficacia (el resultado).
?Es malo vender muchos libros? En absoluto; m¨¢s bien lo contrario: es excelente, porque detr¨¢s de cada libro vendido hay un lector. Tampoco creo que sea malo comer gato; lo que s¨ª es malo es que te den gato por liebre. Por lo mismo, la popularidad es estupenda, tanto para el que la recoge como para los que se la dan, pero no otorga otro certificado que ¨¦se: el de popular, el de persona muy conocida. Y hoy en d¨ªa se puede ser muy conocido por causa de una boda o un texto escandaloso o una historia est¨¢ndar narrada sin arriesgar un pelo. El otro certificado, el de valor literario (en el caso de la literatura), lo concede la calidad del texto, la eficiencia del trabajo realizado, el cumplimiento de un esfuerzo ¨ªmprobo; que adem¨¢s obtenga o no el favor del p¨²blico es un paso posterior que no afecta para nada al verdadero sentido del ¨¦xito, de lo bien hecho.
La confusi¨®n entre popularidad y ¨¦xito creo que tiene algo de intencionado, quiz¨¢ porque la primera es ef¨ªmera mientras que el segundo es duradero. La popularidad, en nuestros d¨ªas, suele tener mucho m¨¢s que ver con halagar los gustos m¨¢s simples y primarios del p¨²blico que con animarle a esforzarse para obtener una satisfacci¨®n. Todo lo que es interesante se alcanza con esfuerzo, y es un ¨¦xito alcanzarlo. El problema es que mucha gente capaz de disfrutar de lo bien hecho, es decir, de lograr un ¨¦xito personal, como autor o como lector, se conforma con bailar al son de la popularidad, que es una se?ora que siempre te birla la cartera cuando m¨¢s embobado est¨¢s con ella.
Babelia
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