El ritmo antiguo
Es la primera vez que dan el Nobel de Literatura a un escritor al que conozco personalmente. Y sospecho que es la ¨²ltima vez que lo dan a un escritor con el que he subido a un faro.Nunca tuve el honor de subir 39 escalones en compa?¨ªa de Hitchcock, pero s¨ª he subido, de golpe, sin pausa y a un ritmo endiablado, 250 escalones con Jos¨¦ Saramago. Eso ocurri¨® hace unos a?os y fue en la Costa de la Muerte, en el faro de Cabo Villano, junto a Finisterre. Recuerdo que subimos a la bombilla gigantesca a trav¨¦s de una angosta y empinada escalera tapiada que, por fuera, toma la forma curva de una serpiente.
Subimos Pilar del R¨ªo, Carmen Mart¨ªn Gaite y yo, y lo que m¨¢s recuerdo de la dura ascensi¨®n fue mi descubrimiento de la impresionante fortaleza f¨ªsica del gran escritor portugu¨¦s, que subi¨® al faro con un ritmo de campe¨®n ol¨ªmpico. Escritor tard¨ªo, se podr¨ªa construir una met¨¢fora comparando la fulminante ascensi¨®n literaria de Saramago con aquella subida imparable al faro del fin del mundo de Cabo Villano.
Presentaci¨®n
En febrero de este a?o pas¨® por Barcelona y recordamos la ascensi¨®n. Recuerdo que, en una sala abarrotada de p¨²blico, V¨¢zquez Montalb¨¢n se refiri¨® a las primeras novelas de Saramago -las que cimentaron su ascensi¨®n fulminante- diciendo que, a causa de la costumbre de reducir la obra de un gran autor a cuatro lugares comunes, esas novelas hab¨ªan acabado por convertirse en unas se?ales nimias que hac¨ªan falsamente reconocible al escritor Saramago. "Por eso", dijo V¨¢zquez Montalb¨¢n, "en contra de lo que se piensa, Jos¨¦ Saramago necesita presentaci¨®n".Y por eso hoy, premiado con el Nobel y a pesar de su gran popularidad entre los lectores espa?oles, sigue necesitando de ciertas presentaciones -de las que ya se encargar¨¢n los especialistas-, que no van a venirle mal a la obra de este merecido Nobel, de este hombre comunista y sabio, entendiendo por esto ¨²ltimo lo que Ricardo Reis, heter¨®nimo de Pessoa, entend¨ªa por tal: "Sabio es el que se contenta con el espect¨¢culo del mundo".
Aunque soy un admirador de Memorial del convento y de Todos los nombres, de Saramago mi libro favorito es El a?o de la muerte de Ricardo Reis, donde, con prosa compacta y de alta poes¨ªa, meditaba genialmente, a trav¨¦s de un poeta y una ciudad, acerca del sentido de toda una ¨¦poca: una sabia contemplaci¨®n del espect¨¢culo del mundo concentrada en la figura de Ricardo Reis, el poeta -tal vez aldeano, como Saramago- que hababla del ritmo antiguo que hay en los pies descalzos y que bien podr¨ªa ser el ritmo en¨¦rgico del propio Saramago en el faro de la Costa de la Muerte.
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