Correr para olvidar
Armstrong est¨¢ harto de que le recuerden el c¨¢ncer que sufri¨® hace dos a?os
Lance Armstrong est¨¢ enfadado. Muy enfadado. Despu¨¦s de superar un c¨¢ncer, cuando ten¨ªa un 60 por ciento de posibilidades de morir, despu¨¦s de volver al ciclismo a principios de este a?o, y tener una temporada m¨¢s que respetable, sigue habiendo gente que no cree en ¨¦l como corredor. Que ve al antiguo campe¨®n del mundo (ganando a Miguel Indur¨¢in, nada menos) m¨¢s como un potencial problema que como una buena publicidad para su empresa. Por eso su cabreo, y m¨¢s a¨²n despu¨¦s de terminar cuarto en la Vuelta y cuarto en el Mundial. "Uno creer¨ªa que las empresas quisieran tenerme en sus filas. Pues, bueno, resulta que no. Este verano, por ejemplo, despu¨¦s de ganar carreras (Vuelta a Luxemburgo y Reinland Pfalz Tour, entre otros) habl¨¦ con Rabobank y con Mapei. Y mientras sus directores deportivos dijeron que s¨ª, los directivos como Squinzi dec¨ªan que yo era un riesgo. Y cuando intent¨¦ negociar con Roger Legeay (director deportivo de Cr¨¦dit Agricole), sus palabras textuales fueron: "Ah, pero el dinero que me pides es lo que me pedir¨ªa un gran corredor." ?O¨ªrlo para creerlo!.""Les digo, pues, a esa gente, que ahora tengo tantas posibilidades de volver a caer enfermo como cualquiera." Lo cual no quiere decir que el c¨¢ncer, que empez¨® en sus test¨ªculos y luego pas¨® a sus pulmones y que progresaba hacia su coraz¨®n, no siga siendo el motor espiritual de Armstrong, su motivo para seguir corriendo como ciclista. "Si fuese por el dinero, lo habr¨ªa dejado. ?Por qu¨¦? Porque no me pagan mucho. Siempre correr¨¦ para la gente de la comunidad del c¨¢ncer, para ense?ar al mundo lo que se puede hacer. Pero como una persona normal, no como algo excepcional."
Fue por ese deseo, de que le traten como a una persona normal, que abandon¨® la bicicleta durante un mes esta primavera. Agobiado por el excesivo inter¨¦s que despert¨® en los medios de comunicaci¨®n cuando volvi¨® a correr a principios de esta temporada, abandon¨® durante Paris-Niza y se fue para casa. Para Austin, Tejas, donde otra vez vuelve a las dudas de si quiere correr o no. "Colgu¨¦ la bicicleta. No la toqu¨¦ durante cuatro semanas. Sencillamente decid¨ª disfrutar, pas¨¢rmelo bien."
Su creencia de que ten¨ªa una misi¨®n que cumplir para la comunidad de enfermos de c¨¢ncer fue lo que le empuj¨® a empezar de nuevo. "Ten¨ªa que correr un criterium para mi fundaci¨®n contra el c¨¢ncer, La Carrera de Las Rosas, en mayo. As¨ª que para ponerme un poco en forma decid¨ª ir a un sitio desconocido para m¨ª, alquilar una caba?a y entrenar. Fue cuesti¨®n de escoger un mapa y, a ciegas, elegir un sitio". Aterriz¨® de esa forma en Boone, North Carolina "un pueblo en medio de la nada, pero con muy buenas carreteras. Me entren¨¦, con un par de amigos, ocho horas al d¨ªa con temperaturas de diez grados o menos". Le llegaron otra vez las ganas de correr. Llama a su director y, dos meses despu¨¦s, vuelve a Europa.
Otra sorpresa a su vuelta a Europa fue que su mujer, Kristin, le hab¨ªa comprado un perro. "Llegu¨¦ a nuestra casa y all¨ª estaba." Igual que llamaron a su gato Chemo en recuerdo de la palabra tan crucial en su vida, Chemotherapy, (Quimioterapia), le pusieron al chucho otro nombre con suma importancia: "Boone, por el sitio donde volv¨ªa otra vez a la bicicleta." No deja de ser muy simb¨®lico que el gato y el perro "se llevan muy bien. Es como un milagro." Como la historia misma de su due?o.
Armstrong reconoce que debe mucho al c¨¢ncer, que fue una catarsis para ¨¦l. "Fue la mejor cosa que me podr¨ªa haber pasado, me hizo mucho m¨¢s fuerte en mi interior." Y ahora que su objetivo de volver al ciclismo ha sido un ¨¦xito, Armstrong tiene otro sue?o: "Los ni?os. Me gustar¨ªa intentar tener uno."
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