Malos ganaderos
Ocho toros, tres horas y 20 minutos de espect¨¢culo y un aburrimiento insoportable.En este caso, adem¨¢s, la responsabilidad recae fundamentalmente en los ganaderos, que eligieron una aut¨¦ntica moruchada, ocho toros mansos, descastados, sin raza, sin nobleza, sin fuerza, sin codicia y sin nada que se le parezca al toro bravo.
Despu¨¦s de aguantar tanto sopor es comprensible que alguien se pregunte: ?qu¨¦ es lo que cr¨ªan los ganaderos espa?oles? ?A qu¨¦ viene tanto cuento sobre la selecci¨®n, la tradici¨®n y el conocimiento de padres a hijos?
Porque la realidad es incontestable: los ganaderos espa?oles tienen un buen negocio con un producto nefasto, que ellos mismos elaboran con mimo y cuidado. Hace tiempo criaron fama y despu¨¦s se echaron a dormir, mientras todo quedaba al mando de toreros y taurinos, y as¨ª les luce el pelo.
Gonz¨¢lez, Boh¨®rquez / Valderrama, Bejarano, Mariscal; y los rejoneadores Buend¨ªa y Hern¨¢ndez
Toros de Juan Jos¨¦ Gonz¨¢lez, mansos, descastados y muy deslucidos. Dos toros despuntados para rejoneo de Ferm¨ªn Boh¨®rquez, mansos. Domingo Valderrama: tres pinchazos y media (silencio); pinchazo, media -aviso- y descabello (silencio). Vicente Bejarano: pinchazo y casi entera ca¨ªda (ovaci¨®n); estocada casi entera baja (ovaci¨®n). Luis Mariscal: pinchazo y estocada baja (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n).Dos toros despuntados para rejoneo de Leonardo Hern¨¢ndez: dos pinchazos y rej¨®n en lo alto (oreja). Plaza de la Maestranza, 12 de octubre. Menos de media entrada.
C¨®mo ser¨¢ la cosa, que hasta les llaman de don en los carteles y nadie sabe c¨®mo ha sido.
Material inservible
Pues con material tan inservible se las vieron y desearon dos rejoneadores y tres toreros modestos con necesidad de triunfo.De esto ¨²ltimo no hubo, como es f¨¢cil imaginar, aunque el rejoneador Leonardo Hern¨¢ndez, que se presentaba en Sevilla, derroch¨® tanta ilusi¨®n y busc¨® el ¨¦xito con tal entusiasmo que cort¨® una oreja a ley despu¨¦s de un espectacular y brillante tercio de banderillas.
Su compa?ero Buend¨ªa se enfrent¨® a un manso inservible, con el que no le sirvi¨® su contrastada personalidad. Estuvo sobrio y elegante, pero fr¨ªo y aburrido. Al final, dio una vuelta al ruedo por su cuenta y emborron¨® de forma innecesaria una digna carrera.
La terna de a pie busc¨® el triunfo con ah¨ªnco, y no lo encontr¨®. Con semejantes oponentes ya eran suficientes la buena disposici¨®n y la torer¨ªa; de todo hubo, tambi¨¦n en seguridad y torpeza, aunque en medida diferente. Domingo Valderrama no tuvo su tarde ni por los toros ni por s¨ª mismo. Su primero era como los ya descritos, y el otro, junto al tercero, permiti¨® que se le dieran unos pocos pases.
No estuvo bien con ninguno de los dos. Sus maneras fueron torpes y toscas, y su disposici¨®n poco animosa. Consigui¨® unos naturales largos a su segundo y con ello, muy poco, se conform¨®.
Nulas condiciones
Bejarano, por el contrario, manifest¨® una actitud muy distinta, pero sus toros no le permitieron ni tanto as¨ª. Serio, decidido, valiente y seguro toda la tarde, su labor no pas¨® de sobria debido a las nulas condiciones de sus toros.Y lo mismo le ocurri¨® a Mariscal, que se arrim¨® mucho en el ¨²ltimo y pudo torear muy poco; y tore¨® con ligaz¨®n y quietud por la derecha a su primero, al que encel¨® con profundidad en la muleta, pero la oreja vol¨® tras su fallo a la hora de matar.
Una vez m¨¢s, los malos ganaderos han roto una tarde a toreros j¨®venes necesitados de triunfos.
Pero no escarmientan: si alguno de ¨¦stos alcanza la gloria har¨¢ lo posible para que contin¨²e esta rueda infame.
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