Paquistan¨ªes y marroqu¨ªes incrementan y diversifican el peque?o comercio en el Raval
No se sabe cu¨¢ntos son, pero salta a la vista que el n¨²mero de comercios regentados por poblaci¨®n inmigrante en el distrito de Ciutat Vella de Barcelona se ha multiplicado en los ¨²ltimos a?os. Si a finales de los ochenta se trataba de un pu?ado de peque?os colmados y restaurantes en las calles m¨¢s internas del Raval, 10 a?os m¨¢s tarde la oferta es mucho m¨¢s amplia y diversificada. Los responsables del programa de emigraci¨®n de Ciutat Vella est¨¢n recogiendo datos para elaborar un estudio sobre ese fen¨®meno que ha transformado el peque?o comercio del barrio.
Supermercados, carnicer¨ªas, restaurantes, fruter¨ªas, peluquer¨ªas, locutorios de telefon¨ªa, tiendas de todo a 100 y algunos establecimientos de v¨ªdeo regentados por paquistan¨ªes y marroqu¨ªes, principalmente, proliferan por las calles del Raval. Las calles que concentran gran parte de esos comercios son las de Sant Pau, Carme, Joaquim Costa y Hospital. Desde el distrito se ve con buenos ojos el incremento de la actividad comercial de la poblaci¨®n inmigrante. "Es una buena se?al porque afianza la integraci¨®n. Como comerciantes est¨¢n sujetos a las mismas normativas que los dem¨¢s", comenta el concejal de Ciutat Vella, Joan Fuster. Eso s¨ª, la peculiar forma de funcionar de la mayor¨ªa de esos establecimientos tambi¨¦n provoca alg¨²n problema. Por ejemplo, los horarios. La mayor¨ªa de los colmados o supermercados tienen las puertas abiertas hasta las once de la noche. Y lo que es una ventaja para el consumidor -que puede bajar a las diez de la noche por un litro de leche- choca con la normativa. Otros locales bajan la persiana, pero a un toque en la puerta sirven al cliente. La pr¨¢ctica, a veces sancionada, es para los due?os de los negocios absolutamente normal. "La familia vive exclusivamente de esto y es la ¨²nica forma de tirar adelante", explica el joven que atiende a los clientes en el Rawal Super, de la calle del Carme. ?ste es uno de los establecimientos m¨¢s veteranos del barrio. Su propietario, Schiin, un paquistan¨ª que lleg¨® a Barcelona hace 17 a?os, empez¨® su andadura trabajando por cuenta ajena, en una f¨¢brica. Pero finalmente decidi¨® abrir un negocio en el que trabajan varios miembros de su familia. "Preferimos no tener que depender de nadie y para nosotros es m¨¢s c¨®modo montar un negocio familiar", explica el tendero del Rawal. ?Los clientes? De todo un poco: gente del barrio y turistas. Negociantes La poblaci¨®n inmigrante de Ciutat Vella, seg¨²n el padr¨®n de 1996, era de 6.362 personas, el 21,8% del total de los inmigrantes de Barcelona. En relaci¨®n con la poblaci¨®n total del distrito, los extranjeros representan el 7,5%. Y por pa¨ªses de procedencia, el primer grupo es el marroqu¨ª, con 1.804. Le siguen 1.200 filipinos, 773 procedentes de la Uni¨®n Europea, 708 naturales de Pakist¨¢n y casi 500 de la Rep¨²blica Dominicana. Precisamente es Ciutat Vella el ¨²nico distrito de la ciudad donde funciona un programa espec¨ªfico de emigraci¨®n. Su responsable, Iria Garc¨ªa, explica que el programa se puso en marcha por la concentraci¨®n de inmigrantes que se da en el distrito, "pero tambi¨¦n por voluntad pol¨ªtica", a?ade. Ahora se est¨¢ recogiendo informaci¨®n para realizar un estudio espec¨ªfico sobre el incremento de negocios en manos de inmigrantes. "Es todo un fen¨®meno que ha modificado la fisonom¨ªa de los peque?os negocios del barrio", precisa Garc¨ªa. Por pa¨ªses de origen, los m¨¢s emprendedores son los paquistan¨ªes y los marroqu¨ªes. Los primeros son los que tienen m¨¢s diversificada la oferta con restaurantes, peque?os supermercados, locutorios de telefon¨ªa y tiendas de todo a 100. Los marroqu¨ªes est¨¢n al frente de tiendas de ropa, carnicer¨ªas y tambi¨¦n peque?os colmados. El marroqu¨ª -nacionalizado espa?ol- Hassan Halhoul es el propietario de Fauzia Ropa, una tienda en la calle de Sant Pau de tejidos y alfombras. Lleva 15 a?os abierta y vende sobre todo a gente del barrio y tambi¨¦n en mercadillos. Es de los que prefieren ser due?os de su negocio y no trabajar para otros. El que inici¨® el sendero comercial fue su padre, actualmente jubilado, que decidi¨® montar una peque?a tienda en las Galer¨ªas Condal, a finales de los sesenta. "Antes de eso, trabaj¨¦ 16 a?os en la construcci¨®n", explica el padre. Said, propietario de una carnicer¨ªa en la calle del Arc de Sant Agust¨ª, es un marroqu¨ª de T¨¢nger que se afinc¨® hace 10 a?os en Barcelona. Antes regent¨® otra carnicer¨ªa en Santa Coloma de Gramenet. "All¨ª ten¨ªa clientela no s¨®lo marroqu¨ª", cuenta. En el Raval lleva un a?o funcionando y dice que va tirando, aunque explica los problemas que ha tenido -al igual que otros carniceros marroqu¨ªes- para conseguir tener compatriotas al cargo del sacrificio de las reses en los principales mataderos. "Nosotros matamos distinto. Lo hacemos en nombre de Dios y a los animales les tenemos que dejar desangrar, lo que lleva un tiempo ya que una ternera suele tener entre 30 y 40 litros de sangre", precisa. Un t¨¦cnico del distrito que es conocido por la mayor¨ªa de estos comerciantes explica: "Su filosof¨ªa de vida es distinta, y la de llevar un comercio, tambi¨¦n. Un punto que tienen en com¨²n muchos de los peque?os comerciantes inmigrantes del Raval es que trabajan en la tienda un hermano y un primo, y otro primo... Por eso, la regularizaci¨®n de contratos de trabajo no es nada habitual. Otras veces se traspasan los negocios de unos a otros, por lo que puede ocurrir que el titular del negocio no sea el que lo lleva en realidad. De todas formas, no son los ¨²nicos que tal vez vulneren alguna normativa administrativa o laboral porque tambi¨¦n ocurre con el comerciante aut¨®ctono". Jordi Moreras, un investigador del Centro de Informaci¨®n y Documentaci¨®n de Barcelona (Cidob), apunta que un primer criterio para el funcionamiento de los negocios de los inmigrantes es que la explotaci¨®n es familiar. "Y son capaces de desarrollar toda la picaresca que haga falta para intentar salir adelante", explica. Pone el ejemplo de lo que llama la guerra del pollo, que se inici¨® cuando algunas tiendas empezaron a vender pollos a l"ast: "Era la manera de poder abrir los festivos sin temor a una sanci¨®n", recuerda.
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