Gobierno de Ajuria Enea
La alta participaci¨®n registrada en las auton¨®micas vascas del domingo refuerza la legitimidad del Parlamento salido de ellas. Ello es especialmente importante con vistas al periodo que ahora se abre y en el que habr¨¢n de adoptarse medidas de las que depender¨¢ que la paz se haga irreversible. Por lo mismo, ser¨ªa deseable que el Gobierno que salga de ese Parlamento cuente con una base lo m¨¢s amplia posible y sea representativo de las principales corrientes pol¨ªticas de Euskadi.Durante la campa?a se hizo visible la existencia en el PNV de dos opiniones al respecto: la de quienes optaban por una coalici¨®n nacionalista (PNV-EA, con apoyo externo de EH), revisable a la vista de los resultados de las elecciones locales de junio -de las que depender¨¢ el control de las diputaciones-, y la de quienes consideraban preferible, tanto con vistas a la gesti¨®n corriente como a la especial de la pacificaci¨®n, incorporar a uno de los dos partidos de ¨¢mbito espa?ol, PP o PSOE. La primera f¨®rmula, si ya era dudosa con los 30 esca?os que ten¨ªan PNV y EA en un Parlamento de 75, lo es a¨²n m¨¢s con los 27 que suman ahora. El Gobierno quedar¨ªa a merced de EH, una fuerza todav¨ªa rodeada de fuertes incertidumbres, y frente a una oposici¨®n no nacionalista que ha salido reforzada.
Es cierto que la relaci¨®n general entre nacionalistas y no nacionalistas se mantiene (41-34 esca?os), pero PP y PSOE suman ahora 30 diputados, frente a los 23 de la anterior legislatura, lo que refuerza la posici¨®n de los dos principales partidos autonomistas. Dicho de otra manera, no es lo mismo la oposici¨®n que pueda suponer IU, firmante del acuerdo nacionalista de Estella, que la de populares y socialistas.
?Influir¨¢ en la decisi¨®n final del PNV el compromiso de Estella? En su comunicado de la tregua, ETA exig¨ªa a los partidos nacionalistas, en los que delegaba la defensa de los objetivos compartidos, la ruptura de todo acuerdo con fuerzas espa?olas. Arzalluz rechaz¨® p¨²blicamente tal exigencia, pero dijo tambi¨¦n que, con su espantada del anterior tripartito, los socialistas hab¨ªan hecho casi imposible su vuelta al Gobierno. Existe la hip¨®tesis PNV-PP, pero esos partidos solos no completan la mayor¨ªa absoluta, y el tercer socio, EA, ha dicho que no entrar¨¢ en una coalici¨®n con el PP. Y el propio PP, con el viento a favor, tampoco lo pondr¨ªa f¨¢cil.
Queda la combinaci¨®n que ya en la campa?a era primera opci¨®n para Ibarretxe (y para Atutxa): el tripartito PNV-EA-PSOE, aunque en su ¨²ltimo congreso los socialistas condicionaron la entrada en el Gobierno a un acuerdo claro con el PNV sobre pacificaci¨®n (y de reformas en pol¨ªtica ling¨¹¨ªstica). La impresi¨®n, sin embargo, es que el PSOE no resistir¨¢ m¨¢s de lo imprescindible, porque de no estar en el Gobierno de Vitoria ser¨ªa la ¨²nica fuerza de las mayoritarias que quedar¨ªa al margen del proceso de pacificaci¨®n (el PP est¨¢ presente a trav¨¦s del Gobierno central). Y al PNV tampoco le interesa dejar fuera de juego a un partido como el socialista.
Con vistas a ese proceso, los resultados definen un escenario menos simple de lo que algunos han dado a entender. Arzalluz emple¨® su tono m¨¢s hiriente para decir que si se trataba de un refer¨¦ndum, como -seg¨²n ¨¦l- quer¨ªan socialistas y populares, ¨¦stos lo hab¨ªan perdido y deb¨ªan "sacar las consecuencias". Sin embargo, los resultados han vuelto a demostrar el pluralismo de la sociedad vasca: la relaci¨®n de 60/40 a favor de los nacionalistas en Guip¨²zcoa se invierte en ?lava, mientras que en Vizcaya queda en un 54/46. Es evidente que un eventual refer¨¦ndum con tales resultados har¨ªa inviable cualquier Euskadi pol¨ªtica, sea independiente o auton¨®mica. Hasta Otegi, el nuevo l¨ªder de la izquierda abertzale que defiende abiertamente la creaci¨®n de un Estado vasco independiente, ha reconocido la inviabilidad de una soluci¨®n basada en una exigua mayor¨ªa coyuntural.
Por otra parte, el ascenso de Euskal Herritarrok no ha conseguido evitar que, en conjunto, las fuerzas nacionalistas hayan vuelto a retroceder ligeramente respecto a las anteriores auton¨®micas: del 56,5% al 54,5%. No es mucho, pero se trata de las cuartas elecciones consecutivas en que sucede. Y lo mismo ha venido ocurriendo desde mediados de los ochenta en las sucesivas elecciones legislativas y tambi¨¦n en las municipales. Ning¨²n intento de ampliar el consenso vasco podr¨¢ ignorar que los resultados electorales en absoluto indican una extensi¨®n del nacionalismo, aunque s¨ª su reciente radicalizaci¨®n, en parte como f¨®rmula de adaptaci¨®n para tender puentes hacia HB.
En fin, se aproximan momentos importantes, que exigen la m¨¢xima cohesi¨®n de las fuerzas democr¨¢ticas en y desde las instituciones. Si persisten las dificultades para encontrar otras f¨®rmulas, no habr¨ªa que descartar un Gobierno de concentraci¨®n que re¨²na, al menos hasta que culmine el proceso de paz, a los dos principales partidos nacionales, PP y PSOE, junto a las principales fuerzas nacionalistas democr¨¢ticas, PNV y EA. Los cuatro partidos que en su d¨ªa abanderaron la Mesa de Ajuria Enea y que gozan de representatividad y autoridad para liderar el proceso de integraci¨®n en la normalidad democr¨¢tica de quienes se hab¨ªan marginado de ella. Bien pensado, incluso ser¨ªa la mejor f¨®rmula imaginable para este momento.
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