Tocados por la "superlotto"
Uno de cada tres italianos participa en este juego, que acumula ahora un bote de 7.300 millones de pesetas
La ley de las probabilidades y los promedios otorga a cada jugador una posibilidad entre 622.614.830, pero el Superenalotto, el nuevo juego de apuestas inaugurado en Italia en diciembre pasado, similar a la Bonoloto espa?ola, arrasa en el pa¨ªs. Uno de cada tres italianos juega a la Superenalotto con la esperanza de llevarse el bote. Y al calor del nuevo juego, aumenta el inter¨¦s por los ya existentes.El ritual se celebra todos los mi¨¦rcoles a la ocho de la tarde ante las c¨¢maras de la RAI. M¨¢s de seis millones de ciudadanos se las ingenian para estar cerca de un televisor y observar, con el alma en vilo, la extracci¨®n en directo de los seis n¨²meros de la suerte, m¨¢s el complementario. Todos so?ando un improbable triunfo que el mi¨¦rcoles 28 de octubre, fecha del ¨²ltimo sorteo, volvi¨® a esfumarse sin dejar rastro. Ninguna de las 171 millones de combinaciones rellenadas acert¨®, y el bote de 50.000 millones de liras, cerca de 5.900 millones de pesetas, qued¨® pendiente para la siguiente semana. Pero esto no desanima a los adictos al Superenalotto. A la ma?ana siguiente, apenas abrieron los 15.000 despachos de apuestas, un ej¨¦rcito de italianos hizo cola para rellenar boletos con nuevas combinaciones. Todos con el pensamiento puesto en los 62.000 millones de liras del nuevo bote, unos 7.300 millones de pesetas.
La novedad del Superenalotto no est¨¢ en el juego mismo. En Italia, donde la loter¨ªa existe desde el siglo XVII, se puede apostar legalmente de mil formas. Ah¨ª est¨¢n la Lotto, las apuestas h¨ªpicas, la Loter¨ªa Gratta e Vince, el Tris, el Totocalcio y el Totogol (quinielas), el Totip y la Totoscommesse. Pero lo que arrasa en el Superenalotto es la magnitud de los premios. En septiembre, un despacho de Roma sell¨® el ¨²ltimo boleto vencedor, el de un agraciado jugador que con s¨®lo 1.600 liras (unas 120 pesetas), la apuesta m¨ªnima, se llev¨® un bote de 17.000 millones de liras, unos 2.000 millones de pesetas.
So?ar con n¨²meros de nueve ceros empieza a convertirse en una obsesi¨®n para los italianos. Pero, junto a la cifra de los que juegan, aumenta el sector de los cr¨ªticos. Desde parlamentarios verdes hasta altos cargos eclesi¨¢sticos han alzado su voz para pedir sensatez y moderaci¨®n. El senador del Partido Verde Athos de Luca acaba de solicitar al ministro de Finanzas, Vincenzo Visco, su intervenci¨®n para reducir el techo de los premios y desviar esa parte del dinero a alguna causa para el bien com¨²n. Y no es el ¨²nico. El presidente de la Comisi¨®n de Finanzas de la C¨¢mara, Giorgio Benvenuto, piensa como ¨¦l. Y el arzobispo de Loreto, Angelo Comastri, a su manera, coincide con los dos parlamentarios. A su juicio, los superpremios del bonolotto italiano son "inmorales" y contribuyen a dilapidar una cultura transmitida de generaci¨®n en generaci¨®n. "Separa el sentido del trabajo del sentido del dinero", se?ala el arzobispo. "Al que gana 50.000 millones, (unos 5.900 millones de pesetas) se le estropea la vida". Monse?or Comastri propone repartir los premios. "Es mejor que 100 familias reciban premios de 500 millones que una sola todo ese dinero de una vez", propone.
Lo malo es que el Superenalotto no est¨¢? concebido con criterios de caridad. Y los que cada semana rellenan febrilmente los boletos para optar al gran premio se sentir¨ªan decepcionados si menguara el contenido del bote y perder¨ªan la afici¨®n. Ser¨ªa un grave perjuicio para la empresa privada que gestiona el Superenalotto, la Sisal, y para el Estado, que ha otorgado la concesi¨®n reserv¨¢ndose cerca del 50% de los ingresos y que en el plazo de 10 meses se ha embolsado ya 130.000 millones de liras, unos 15.300 millones de pesetas, sin mover un dedo.
?Qu¨¦ mejor impuesto para tapar los agujeros negros del Estado que el pagado por millones de ciudadanos, no s¨®lo sin rechistar, sino felices de hacer colas? No, el bote no ser¨¢ ajustado a la baja, pero podr¨ªa triunfar una propuesta m¨¢s moderada, adelantada por otros parlamentarios: destinar un porcentaje de las ganancias a financiar proyectos sin ¨¢nimo de lucro.
La ¨²ltima palabra la tiene el nuevo Gobierno presidido por Massimo D"Alema, que, de momento, guarda silencio.
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