El Madrid tiene dinamita
El equipo de Hiddink aplasta al Sturm Graz con Panucci de protagonista y con otra demostraci¨®n de pegada
El Madrid ha decidido convertir el f¨²tbol en una cuesti¨®n de pegada. Cambia sus errores defensivos por una contundencia fabulosa. En Graz marc¨® cinco goles, una cifra que explica mejor el potencial del equipo que su juego, sospechoso en algunas cuestiones. Pero frente a la porter¨ªa es imparable, la clase de equipo que provoca escalofr¨ªos a cualquier rival, y no digamos al Sturm Graz, un equipito que interpreta el f¨²tbol con cierto aseo pero con una parsimonia considerable. En cuanto le mueven el arbolito, se va al piso. Es lo que ocurri¨® en el segundo tiempo de un encuentro que despeja gran parte de la ruta del Madrid hacia la segunda fase de la Liga de Campeones.Algunos partidos son un viaje por el t¨²nel del tiempo, en el mal sentido de la palabra. Hubo un entrenador ingl¨¦s que dijo de un equipo que hab¨ªa retrocedido diez a?os en su juego. Y otro, con buen criterio, le contest¨® que si eso era cierto, a ese equipo le ir¨ªan mucho mejor las cosas. En cualquier caso, en Graz se produjo un viaje al pasado, no tanto por el f¨²tbol, sino por la falta de vigor en el juego. Del Sturm ya se sabe que es un equipo correcto en el uso del bal¨®n, pero de aspecto cansino, como si estuviera integrado por ex futbolistas. Del Madrid se sabe que te puede fulminar de diez maneras diferentes, pero que tiene una inclinaci¨®n peligrosa a la mandanga. Durante el primer tiempo se desempe?¨® con una apat¨ªa desconcertante, a pesar de la importancia capital del partido. Luego, hicieron los deberes y dieron garrot¨ªn al Sturm, que no estaba para nada.
STURM GRAZ 1 - REAL MADRID 5
Sturm Graz: Sidorczuk; Neukirchner, Milanic, Foda, Popovic (Babalade, m.72), Posch; Schupp, Munavand; Vastic; Reinmayr (Kocijan, m.72) y Haas.Real Madrid: Illgner; Panucci (Karembeu, m.77), Sanchis, Hierro, Roberto Carlos; Seedorf (Guti, m.72), Redondo, Ra¨²l, Jarni; Mijatovic y Savio (Suker, m.62). Goles: 1-0. M.3. Haas, de cabeza, a la salida de un c¨®rner. 1-1. M.8. Jarni saca un libre indirecto y Panucci, de cabeza, marca. 1-2. M.35. Mijatovic, de lanzamiento directo de falta desde la frontal. 1-3. M.57. Ra¨²l profundiza sobre Panucci, que pasa a Seedorf y ¨¦ste marca. 1-4. M. 62. Panucci cabecea un c¨®rner sacado por Seedorf. 1-5. M.75. Suker, de volea, a pase de Jarni. ?rbitro: Nilsson (Suecia). Mostr¨® tarjeta amarilla a Redondo. 20.000 espectadores en el estadio Arnold Schwarzenegger. Cuarta jornada de la Liga de Campeones, grupo C.
El profesional del partido fue Panucci, h¨¦roe por un d¨ªa. El lateral italiano se lo tom¨® en serio y protagoniz¨® tres de los goles del Madrid. Vamos, que le dio el siroco. El primero tuvo el m¨¦rito de desactivar el entusiasmo del Sturm, que se adelant¨® en el arranque del partido con un cabezazo de Haas, mal marcado por Panucci. El error debi¨® de sentarle como un tiro, porque se tom¨® el asunto como algo personal. Empat¨® con un cabezazo estupendo, como en sus d¨ªas en el Milan, donde gastaba fama de experto en el juego alto.
El gol no signific¨® gran cosa. Cada equipo sigui¨® en lo suyo. El Sturm hizo el mismo juego que en Madrid. Es un equipo bland¨®n, sin ninguna pujanza y con una querencia por el juego corto. Caminan por el campo sin ninguna tensi¨®n, se pasan el bal¨®n al pie y llegan hasta donde les deja el rival. Durante un buen rato, el Madrid les dej¨® ir demasiado lejos. Entre los d¨¦ficit del equipo madridista ninguno es m¨¢s grave que su desafecto por el esfuerzo defensivo. Esta lacra fue aprovechada por el Sturm para llegar al ¨¢rea tirando de paredes. Nadie se inmutaba, nadie ped¨ªa un poco de rigor y pierna. El pagano nuevamente fue Illgner, que realiz¨® tres intervenciones espl¨¦ndidas. Una de ellas quiz¨¢ fue decisiva. El Madrid ganaba 2-1 y el alem¨¢n detuvo un remate envenenado de Vastic, el ¨²nico jugador del Sturm con buena pinta.
Aunque hab¨ªa motivos para actuar con suficiencia, el Madrid tiene que arreglar sus problemas defensivos para convertirse en un equipo fiable. Est¨¢ tan convencido de su pegada que concede demasiado en otras cuestiones. Probablemente ocurre que los jugadores se miran a la cara y saben que disponen de un arsenal extraordinario. No son menos de ocho los jugadores con capacidad de amenazar la porter¨ªa adversaria. Si Panucci se a?ade a la lista, apaga y v¨¢monos.
En Graz, el Madrid hizo valer su contundencia. Su segundo remate fue un tiro libre en el minuto 36, algo que no dec¨ªa nada bueno de la intensidad en el juego madridista. Mijatovic convirti¨® la falta maravillosamente. El bal¨®n super¨® la barrera y entr¨® junto a la base del palo despu¨¦s de una trayectoria perfecta.
Dos jugadas, dos goles. Un argumento de peligrosa justificaci¨®n porque eso significa jugar en el alambre, expuesto a riesgos impropios de un equipo que dispone de una calidad excepcional. Sobre algo de eso debi¨® hablarse en el medio tiempo porque la actitud del equipo mejor¨® en el segundo tiempo. El Madrid decidi¨® ganar el partido y lo hizo sin contemplaciones, a pesar de los defectos que se observaron en el aspecto defensivo. Pero al menos se atendieron algunos conceptos b¨¢sicos. Despu¨¦s de jugar al pie durante la primera parte, algunos tuvieron el inter¨¦s de buscar el desmarque y moverse un poco. La jugada del tercer gol explic¨® el cambio de actitud. Ra¨²l tom¨® la pelota en el medio campo, vio la carrera de Panucci y le meti¨® un pase estupendo. El lateral cabalg¨® hasta la raya y retras¨® la pelota a Seedorf, que lleg¨® y marc¨®. Un gol de toda la vida, siempre que los jugadores interpreten lo b¨¢sico: el desmarque, el pase por detr¨¢s de la l¨ªnea defensiva y la incorporaci¨®n de un centrocampista para el remate.
El partido se termin¨® en ese instante. Se repiti¨® punto por punto la historia del primer encuentro. El Sturm se desvaneci¨® por completo y el Madrid se dio a los lujos. Por si acaso, Panucci cerr¨® su excelente noche con otro gol, de cabeza, por supuesto. Un tanto con moraleja. Un encuentro de tensi¨®n baja estuvo protagonizado por el jugador que se emple¨® con m¨¢s intensidad. La ¨²ltima recta no tuvo otra historia que el quinto tanto, otro golazo de Suker, que juega poco pero aprovecha su tiempo con unos remates maravillosos. En realidad, Suker es un signo de este Madrid, integrado por un ampl¨ªsimo n¨²mero de jugadores capaces de desequilibrar cualquier partido. Y ¨¦ste le result¨® bastante sencillo, porque el Sturm est¨¢ para tomar sopitas.
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