No hablemos de podio por si las moscas
Es dif¨ªcil especular sobre el recorrido del pr¨®ximo Tour sin tener en cuenta los efectos que pueda tener sobre la propia competici¨®n la cruzada moral que han emprendido sus propietarios y las consecuencias todav¨ªa imprevisibles de una investigaci¨®n judicial (casos Festina y TVM) cuyo juicio oral pueda estarse celebrando en tanto los ciclistas suben y bajan puertos de diversa categor¨ªa en el mes de julio de 1999. Cabe esperar que el atractivo que tiene esta carrera legendaria sea tan poderoso que su influjo est¨¦ por encima de tales consideraciones. En ese caso, los ciclistas correr¨¢n como si nada pasara a su alrededor, con esa capacidad que tienen en grado superlativo para sustraerse al sufrimiento. Como lo hicieron el d¨ªa del Galibier. Esa etapa salv¨® al Tour, un suceso digno de mover a la reflexi¨®n: ?Qu¨¦ tuvo la escapada de Pantani que aparc¨® la pol¨¦mica por un d¨ªa?Si es as¨ª, el Tour de 1999 tendr¨¢ su oportunidad. Su trazado es cl¨¢sico. Es el Tour de casi siempre, el que nos sabemos de memoria: su centenar de kil¨®metros contra el reloj y sus tres o cuatro finales en monta?a. ?Qu¨¦ podr¨¢n hacer los nuestros con ese perfil en la mano? A la vista de los antecedentes, poca cosa. Es preferible que sean humildes y no mienten el podio por si las moscas. Ullrich les queda demasiado lejos.
El gui¨®n permite apostar por Olano en la primera semana y por la tripleta Escart¨ªn-Jim¨¦nez-Heras inmediatemente despu¨¦s. Pero, cuidado, las sensaciones van a ser terriblemente contradictorias: al tiempo que nos podemos permitir el lujo de ver a Olano escalando posiciones estaremos sufriendo por la estabilidad de los otros tres. Y viceversa. Y si optamos por ser ventajistas y cambiar la chaqueta de Olano por la de Jim¨¦nez seg¨²n nos convenga, nos encontraremos dando tumbos por la general.
Es la hora, pues, de reconocer nuestras carencias. Escart¨ªn es la regularidad bien entendida, pero no es un hombre de podio, a pesar de que por su edad es posible que siga mejorando en la contrarreloj al tiempo que pierda gancho en la monta?a, lo cual quiere decir que se apresta a ser m¨¢s regular todav¨ªa. Olano tiene un evidente d¨¦ficit en la monta?a, y el Chava Jim¨¦nez un aut¨¦ntico agujero en la contrarreloj. Curioso su caso: algunos fisi¨®logos entienden que las contrarreloj de Jim¨¦nez no tienen una explicaci¨®n cient¨ªfica porque su f¨ªsico y su capacidad atl¨¦tica deber¨ªan permitirle una prestaci¨®n muy superior.
As¨ª que admiraremos la voluntad inquebrantable de Escart¨ªn, el sufrimiento insobornable de Olano y... ?Y? ?D¨®nde est¨¢ el Chava?
Es evidente que la capacidad de alborotar al p¨²blico estar¨¢ con el Chava, un caso que guarda alguna similitud con el de Pedro Delgado. El Chava permite identificarse inmediatamente con las haza?as de nuestros antepasados, degustar esa chuler¨ªa tan castellana, ese apego por la improvisaci¨®n, ese gusto por la aventura. Pero el Chava no les ha tomado a¨²n la medida al Tour ni a sus cumbres y es un hombre de sensaciones; tampoco sabemos si estar¨¢ dispuesto a negociar una mejora en la contrarreloj y es un hombre de ideas fijas. Al Tour ir¨¢ libre de cargas, como fue Pantani hace un a?o, pero las comparaciones no resisten un segundo. Pantani se hab¨ªa hartado de ganar etapas de monta?a en el Tour, y Delgado siempre hizo sus mejores contrarreloj en Francia. Si Jim¨¦nez quiere hacer cosas deber¨¢ perder algo de El Chava...pero es un hombre de sensaciones.
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