De incultura y aguafiestas

Perm¨ªtanme mis vecinos expresar en estas l¨ªneas mi m¨¢s sincera y respetuosa felicitaci¨®n por la acogida tan calurosa y multitudinaria entorno a mi exposici¨®n Gente y rincones de Huelva, celebrada en la Casa Col¨®n, donde una vez m¨¢s se ha demostrado que su verdadero usufructuario es el pueblo, a pesar del entorpecimiento de sus moradores. Moradores pol¨ªticos que avezados en su trabajo de exudar optimismo ("ese vicio de personas bajas cuando ocupan puestos altos", seg¨²n definici¨®n de Scott Fitzgerald), y que sus obsesiones de obligado protagonismo les convierten en mani¨¢ticos de ocupar un bulto vac¨ªo para la representaci¨®n. S¨ª, se?or concejal de incultura de Huelva. No cometer¨¦ el imperdonable gafe de centrar mi felicitaci¨®n en el acontecimiento mismo de mi primer encuentro con usted, pues nada hay de jubiloso en este aciago comienzo de una larga serie de torpezas, frustraciones y hast¨ªo. Tampoco me atrever¨¦ a desearle ese b¨¢lsamo improbable, felicidad, pues en usted aprend¨ª que ni hay ni puede haber tal cosa. Pudo entorpecer con su mala educaci¨®n las primeras pinceladas de mi obra. Proclam¨® a la contradicci¨®n siendo el primer obviador de su absurda e inventada norma protocolaria. Intent¨® impedir mi acercamiento con el otro artista, cantautor afamado, Joan Manuel Serrat, y quiz¨¢ no le hayan dicho a¨²n que quien es capaz de acaparar la atenci¨®n de masas en estadios, tuvo la osad¨ªa y la humildad de estar all¨ª, presente e imperceptible, siendo testigo de su torpe y tosca ignorancia, fruto de su falta de inter¨¦s por conocer las cosas. Por carencia de imaginaci¨®n y conocimiento, s¨®lo pudo hacer el tremendo juicio de valor sobre mi obra, pero he de decirle que la "coqueter¨ªa" es m¨¢s propia del cosm¨¦tico tup¨¦, fermento que s¨®lo rebulle de la estudiada afectaci¨®n en los modales. Y que eso nada tiene que ver ni conmigo ni con mi obra y, a¨²n as¨ª, se lo agradezco. Tuvo el cinismo de atreverse a elogiar el "dichoso pr¨®logo", escrito por "su gran amigo", el poeta, mintiendo a todos al manifestar que lo hab¨ªa le¨ªdo. Le disculpo el decir que Rafael M¨¦lida hay 5.000, pues usted y yo sabemos que s¨®lo hay uno, as¨ª como usted y yo sabemos que J. J. Iglesias (y gracias a Dios) tambi¨¦n hay s¨®lo uno. Le disculpo sus torpezas, le disculpo sus desma?os. No me importan ni sus siglas, ni su cuna, ni su barrio. Pero ha de saber que mi trabajo como artista camina contra corriente al cinismo y la falsedad. Y lo que nunca aceptar¨¦ en la figura de su cargo, es a un pol¨ªtico inculto e ignorante. Le recuerdo las palabras de Jan Grashoff: "Hay dos clases de hombres pol¨ªticos: los que usan la lengua para disimular sus pensamientos y los que la usan para disimular su falta de pensamiento".- Rafael M¨¦lida Mu?oz. Gibrale¨®n (Huelva).