El extra?o viaje
Durante sus dos primeros a?os de gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar ha practicado una estrategia de tierra quemada con la oposici¨®n, con el nada disimulado prop¨®sito de anularla pol¨ªticamente, y con los sectores sociales m¨¢s cr¨ªticos hacia sus decisiones. Los hitos y secuelas de esta pol¨ªtica de crispaci¨®n son de sobra conocidos; a ellos cabe atribuir, entre otras causas, su incapacidad para despegarse en las encuestas sobre intenci¨®n de voto y la escasa simpat¨ªa con que sectores muy amplios de la sociedad espa?ola percib¨ªan al PP, a pesar de los ¨¦xitos indiscutibles de los indicadores econ¨®micos o el innegable m¨¦rito de haber cumplido unos objetivos de convergencia que permitieron la integraci¨®n de Espa?a en el primer bloque del euro.Por voluntad expl¨ªcita del presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, esta pol¨ªtica de confrontaci¨®n empez¨® a virar hacia una estrategia m¨¢s dialogante con otras fuerzas pol¨ªticas y sociales a partir de mayo de este a?o, una vez que las encuestas mostraron inequ¨ªvocamente el rechazo de la sociedad espa?ola hacia esta estrategia de confrontaci¨®n. La sustituci¨®n de Miguel ?ngel Rodr¨ªguez como portavoz del Gobierno por el ministro de Industria, Josep Piqu¨¦, fue el primer signo p¨²blico. M¨¢s all¨¢ de su papel de portavoz, Piqu¨¦ ha asumido muchas funciones que en el escenario anterior desempe?aba el vicepresidente pol¨ªtico, Francisco ?lvarez Cascos, y ha sido el mascar¨®n de proa de esta ambiciosa operaci¨®n de cambio de imagen que se conoce p¨²blicamente como viaje hacia el centro del PP, y que por ir¨®nico que parezca ha calcado no pocas f¨®rmulas de Blair en su camino hacia la tercera v¨ªa.
Aznar, y Piqu¨¦ en su nombre, han lanzado potentes mensajes pol¨ªticos a la sociedad espa?ola de que este viaje no es una especulaci¨®n ni un capricho de vida corta. La imagen m¨¢s gr¨¢fica de este golpe de tim¨®n es el largo adi¨®s del vicepresidente Francisco ?lvarez Cascos. Neutralizado en el Gobierno, donde apenas le quedan virutas de poder pol¨ªtico, su condici¨®n de ministro ha servido de coartada para apartarle tambi¨¦n de las tareas preparatorias del pr¨®ximo congreso del PP, en el que perder¨¢ su cargo de secretario general. ?lvarez Cascos ha sido el paradigma de la pol¨ªtica entendida como una guerra de aniquilaci¨®n del oponente. Y no s¨®lo en las filas de otros partidos, sino en su propia casa. El presidente de Asturias es s¨®lo la ¨²ltima pieza de sus cacer¨ªas dom¨¦sticas. El mismo dedo que hace a?os dict¨® el irresistible ascenso de Cascos ha sentenciado ahora su marginaci¨®n con fr¨ªa y prolongada determinaci¨®n.
A la lista de sacrificados en el altar del centro se ha sumado esta semana el director general de RTVE, Fernando L¨®pez-Amor, sustituido por P¨ªo Cabanillas cuando se encontraba de viaje en Costa Rica. Nada define mejor su estilo de mando que sus ¨²ltimas declaraciones, en las que pas¨® en 24 horas de la autoafirmaci¨®n arrogante a la pleites¨ªa hacia el jefe. Es cierto que, durante sus 21 meses de mandato, la primera cadena de TVE se ha consolidado como l¨ªder de audiencia; pero lo ha hecho a costa de inundar de chabacaner¨ªa un servicio p¨²blico que pagamos todos los ciudadanos y de convertir frecuentemente los informativos en boletines de propaganda del Gobierno. La RTVE de L¨®pez-Amor costar¨ªa el pr¨®ximo a?o m¨¢s que todo el sistema judicial o el Ministerio de Exteriores.
No ha sido la televisi¨®n p¨²blica el mejor espejo en el que pueda mirarse nuestra democracia con sus Gobiernos sucesivos. Ser¨¢ un buen banco de pruebas para medir la profundidad real de la voluntad centrista de Aznar, que hasta ahora se ha traducido sobre todo en la neutralizaci¨®n de los rostros m¨¢s emblem¨¢ticos de la crispaci¨®n, a los que ¨¦l mismo hab¨ªa elegido. Est¨¢, pues, cambiando las caras. Pero caben dudas leg¨ªtimas sobre el calado del cambio. En primer lugar, porque las reacciones iniciales del Gobierno y del propio Aznar no superan a menudo el test de tolerancia ante los asuntos m¨¢s espinosos. El comportamiento del Grupo Parlamentario del PP durante los debates del Congreso no responde a los est¨¢ndares de nuestro Parlamento, por mucho que se invoque la ruidosa tradici¨®n de la m¨¢s antigua C¨¢mara del mundo, la de Westminster.
La ventaja con la que cuenta Aznar para marcar el rumbo es que nadie discute en el PP su autoridad, hasta extremos que rozan la autocracia. Pero tampoco faltan los que van acumulando agravios para el d¨ªa en que puedan venir mal dadas. Los antiguos corifeos medi¨¢ticos que jalearon a un PP exterminador no han saciado del todo su apetito y lanzan advertencias y amenazas cada vez m¨¢s n¨ªtidas. ?sa ser¨¢ otra prueba.
El final de la etapa de crispaci¨®n pregonado por Aznar y los sectores m¨¢s aperturistas tiene una estaci¨®n intermedia que ser¨¢ decisiva en el ¨¦xito de la peregrinaci¨®n. Es el congreso del partido que se celebrar¨¢ a finales de enero. Cuando acabe existir¨¢n datos suficientes para apostar por el ¨¦xito de la reconversi¨®n de todas las fuerzas actuantes en el PP a posiciones de di¨¢logo y convivencia hacia toda la sociedad.
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