Titulares
Los analistas pol¨ªticos han coincidido en interpretar los resultados de las elecciones a las dos c¨¢maras del Congreso de EE UU (la de Representantes y el Senado) como un severo varapalo al Partido Republicano, como lo prueba la dimisi¨®n de su l¨ªder parlamentario, Newt Gingrich, pero ninguno ha dicho que las perdieron. Por eso ha chocado a algunos lectores el titular que encabezaba la cr¨®nica sobre dichos comicios del corresponsal de EL PA?S en Washington, Javier Valenzuela, publicada en la edici¨®n del 5 de noviembre, y que estaba redactado de la siguiente manera: Los republicanos pierden unas elecciones que convirtieron en un refer¨¦ndum sobre Clinton.A Francisco J. Bernard, un lector de M¨®stoles (Madrid), ese titular le parece inadecuado, pues "el Partido Republicano conserva la mayor¨ªa en la C¨¢mara de Representantes, aunque sea por un margen m¨¢s estrecho que en la anterior legislatura". Y razona as¨ª su posici¨®n: "El Partido Dem¨®crata ha experimentado un claro avance. No obstante, este hecho, que merece una detenida valoraci¨®n, no autoriza a sugerir una victoria dem¨®crata m¨¢s que en un plano subjetivo. Del mismo modo, los republicanos, pese a haber vencido, pueden sufrir la decepci¨®n de no haberlo hecho con la contundencia esperada".
Desde luego, en ninguna parte de la cr¨®nica a la que se refiere el titular se dice de manera directa que "los republicanos perdieron las elecciones", sencillamente porque tal afirmaci¨®n no encaja con unos resultados que, aunque p¨¦simos, siguen otorgando la mayor¨ªa de ambas c¨¢maras del Congreso a los republicanos. El corresponsal echa mano de la met¨¢fora como forma m¨¢s certera de informar al lector del alcance de esa mayor¨ªa apenas mantenida en el Senado y recortada en la C¨¢mara de Representantes. As¨ª habla de "pinchar en hueso" o de "una aplastante victoria electoral convertida en un petardo mojado". A estos rasgos informativos de la cr¨®nica, pero analizando lo sucedido desde la perspectiva de los dem¨®cratas, se atiene el titular, entre valorativo e informativo, de la primera p¨¢gina de la edici¨®n de ese d¨ªa: Los dem¨®cratas superan el efecto Lewinsky y avanzan en las elecciones de EE UU.
?Por qu¨¦, en p¨¢ginas interiores, se opt¨® por titular la cr¨®nica sobre las elecciones con la terminante expresi¨®n de que las hab¨ªan perdido los republicanos, si bien relacion¨¢ndolas con el fiasco de ¨¦stos en su pretensi¨®n de convertirlas en un refer¨¦ndum sobre Clinton? Antonio Ca?o, redactor jefe de la secci¨®n de Internacional, lo explica as¨ª: "Unos resultados electorales son, con frecuencia, dif¨ªcilmente comprensibles sin interpretarlos en el contexto que se producen: las expectativas de los partidos y las consecuencias de los resultados. En el caso de las elecciones norteamericanas, me parece claro que titular simplemente con la victoria en cifras globales del Partido Republicano habr¨ªa sido un error. El Partido Republicano fracas¨® en el conjunto de esas elecciones si se tienen en cuenta las expectativas de ese partido, los antecedentes de las elecciones y la tradici¨®n de este tipo de comicios".
Las observaciones de Ca?o son muy pertinentes, pero hay que ser muy cuidadosos al aplicarlas a titulares de textos informativos si no se quiere romper el hilo de coherencia y de veracidad que siempre debe existir entre lo que el titular expresa y la informaci¨®n dice. Adem¨¢s de inequ¨ªvoco, el titular, sea informativo o interpretativo, debe "responder fielmente a la informaci¨®n y no establecer conclusiones que no figuren en el texto", seg¨²n establece el Libro de estilo. Los republicanos fracasaron estrepitosamente en su intento de convertir las elecciones en un refer¨¦ndum sobre Clinton, pero no puede decirse sin m¨¢s que las perdieron, especialmente en el titular de la cr¨®nica que informa de sus resultados.
Esa coherencia entre lo que el titular expresa y la informaci¨®n dice fundamenta otras dos quejas sobre titulares. Desde Bruselas, Jos¨¦ Luis Gonz¨¢lez Vallv¨¦ se?ala el titular Ruiz-Gallard¨®n y Zaplana pagar¨¢n entre ambos el 50% del AVE a Valencia, que encabezaba la informaci¨®n sobre el compromiso alcanzado por ambos presidentes auton¨®micos para financiar el tren de alta velocidad entre Madrid y Valencia (EL PA?S, 20 de octubre de 1998). Este lector no est¨¢ de acuerdo en que se personalice la noticia en Ruiz-Gallard¨®n y Zaplana, al punto de dar la impresi¨®n de ser ellos quienes vayan a pagar de su bolsillo las obras del mencionado AVE. Personalizar la noticia es una t¨¦cnica period¨ªstica correcta, aunque en este caso se hizo uso de ella de manera harto exagerada al dar a entender que Ruiz-Gallard¨®n y Zaplana iban poco menos que a pagar con su sueldo las obras del AVE Madrid-Valencia, cosa que, adem¨¢s de ser incierta, a muchos lectores les habr¨¢ parecido inveros¨ªmil. Que el lector tiene raz¨®n lo prueba la modificaci¨®n del titular en las ediciones posteriores a la europea que llega a Bruselas. La f¨®rmula "pagar¨¢n ambos" se cambi¨® por la m¨¢s flexible y ajustada a los hechos de "Ruiz-Gallard¨®n y Zaplana acuerdan financiar...".
Desde la misma perspectiva, un lector de Sant Cugat (Barcelona), Joaqu¨ªn Solana, cuestiona el acierto del titular "La programaci¨®n matinal est¨¢ dirigida a entretenimiento de enfermos, jubilados y amas de casa", que encabeza la cr¨®nica televisiva de Ram¨®n de Espa?a aparecida en el suplemento El Espectador del 1 de noviembre. En la cr¨®nica se explica el sentido de esa afirmaci¨®n al incidir m¨¢s en la nulidad de los programas matinales que en la definici¨®n de sus receptores, a los que, en todo caso, se presenta como v¨ªctimas de esos programas. Pero el titular no fue capaz de reflejar ese matiz, con lo que no s¨®lo se aleja del contenido de la informaci¨®n, sino que provoca un efecto ciertamente no querido: que alguien pueda deducir de su lectura -como le ha sucedido a este lector- que transmite una opini¨®n peyorativa de tales colectivos de personas, lo cual -no hace falta ni decirlo- est¨¢ en las ant¨ªpodas del estilo y de la postura moral de los que hacemos este peri¨®dico.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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