Honduras trata de evitar robos y despilfarros de la ayuda internacional
Ha tenido que llegar un desastre como Mitch para que Honduras salte del olvido al coraz¨®n de la humanidad. La ayuda internacional fluye sin parar hacia esta tierra arrasada. En medio de la solidaridad, los donantes experimentan preocupaci¨®n por el destino final de sus aportaciones. No son los ¨²nicos. El propio Gobierno hondure?o ha encargado a las organizaciones civiles la distribuci¨®n de la ayuda y ha establecido mecanismos de control con la participaci¨®n ciudadana. Su credibilidad, y la del pa¨ªs, est¨¢n en juego.
La inquietud internacional est¨¢ alimentada por las tristes experiencias vividas en Centroam¨¦rica. Los terremotos que asolaron Guatemala, en 1976, y Nicaragua, en 1972, llenaron los bolsillos de un pu?ado de miserables, amparados en la impunidad que les brindaba su poder pol¨ªtico. El recuerdo del hurac¨¢n Fif¨ª, que golpe¨® a Honduras en 1974, tambi¨¦n supura. "Los militares se robaron lo que pudieron, y muchos damnificados se quedaron con las manos vac¨ªas", explica Nelson, un profesor de instituto.La situaci¨®n ha cambiado sustancialmente. Las dictaduras centroamericanas han dado paso a democracias que, si bien a¨²n endebles, ofrecen contrapesos (desde partidos pol¨ªticos a medios de comunicaci¨®n) nunca antes conocidos. Y los pa¨ªses donantes hacen un seguimiento m¨¢s intenso sobre el terreno.
Con estos elementos, el Gobierno de Honduras ha dise?ado una estrategia para luchar contra la corrupci¨®n. "La mejor forma de lograr transparencia es que la sociedad participe", afirma Mois¨¦s Starkman, ministro de Cooperaci¨®n Internacional. "Hemos trazado un esquema muy abierto, que posibilite lo que llamamos la auditor¨ªa social. Cualquier persona o instituci¨®n que haga alg¨²n donativo es bienvenida a hacer el acompa?amiento".
El primer paso ha sido tratar de mantener a los organismos oficiales al margen del manejo de la ayuda. Para ello, el presidente, Carlos Flores, ha pedido a los grupos y pa¨ªses donantes que canalicen sus aportaciones a trav¨¦s de embajadas y organizaciones civiles y religiosas, de forma que el papel del Gobierno se reduzca a darles la entrada oficial.
As¨ª, dos grandes entidades se encargan de la distribuci¨®n de la comida: el Programa Mundial de Alimentos (PAM) y la estadounidense Care, que cuentan desde hace a?os con redes consolidadas en el pa¨ªs. El mismo patr¨®n sigue M¨¦dicos Sin Fronteras, que trabaja en coordinaci¨®n con las autoridades locales, pero controla sus programas y donaciones.
Cuando no hay organizaciones privadas, es el Comit¨¦ Permanente de Contingencias (Copeco), integrado por instituciones oficiales e independientes, quien distribuye la ayuda mediante los Comit¨¦s de Emergencia regionales y municipales. "Ah¨ª participan todos: alcaldes y oposici¨®n", dice Starkman.
Sea cual sea la v¨ªa de distribuci¨®n, la Secretar¨ªa de Finanzas y la Contralor¨ªa General llevan un registro de las donaciones que llegan al pa¨ªs. Las listas, publicadas regularmente en los peri¨®dicos, incluyen desde los cargamentos de pa?ales hasta las toneladas de frijol. "En todos los puntos de entrada al pa¨ªs, centros de acopio y destinos finales hay inspectores fiscales y auditores. Hemos incorporado incluso brigadas de estudiantes universitarios", afirma Vera Rub¨ª, secretaria de la Contralor¨ªa.
El lunes mismo, las autoridades abrieron un tel¨¦fono para denuncias de manejo irregular, negligente o discriminatorio de la ayuda. Ram¨®n Custodio, el m¨¢s combativo luchador por los derechos humanos en Honduras y cr¨ªtico implacable del poder pol¨ªtico, observa ilusionado el proceso. "Los pasos que ha ido dando el presidente son muy claros. Es imposible seguir toda la ayuda, pero todos estamos haciendo muchos esfuerzos por evitar la corrupci¨®n. El ¨²nico caso grave del que hemos tenido conocimiento ha sido el de un teniente de la Brigada 105 de San Pedro Sula, que intent¨® desviar un cami¨®n de ayuda y ya est¨¢ encarcelado". En medio de la desgracia, piensan muchos, quiz¨¢s Mitch haya sembrado en Honduras la semilla de una aut¨¦ntica revoluci¨®n moral.
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