L¨¢tex, pegam¨ªn, poliuretano y marxismo
Vicente D¨ªez queda irreconocible al transformarse en el hombre elefante del primer montaje teatral de Barroso
El actor Vicente D¨ªez nunca ha presumido de guapo ni se considera poseedor de los recursos f¨ªsicos de un gal¨¢n. Ha conseguido hacerse un nombre dentro de la escena espa?ola por sus grandes dotes de actor, y no por su cara bonita, pero es toda una beldad y hermosura frente a lo que se convierte, en poco m¨¢s de hora y media, por exigencias del papel. D¨ªez es el protagonista de El hombre elefante, de Bernard Pomerance, cuya versi¨®n realizada por Juan Cavestany ha servido al realizador de cine Mariano Barroso para debutar como director teatral.El espect¨¢culo, que anoche se estren¨® con ¨¦xito en el teatro Alb¨¦niz, cuenta con un reparto lleno de reclamos. Pere Ponce, destacado actor del cine y el teatro catal¨¢n que siempre gusta cuando viene por Madrid, compartiendo protagonismo con el hombre elefante en el papel del doctor Treves. Ana Duato, actriz fetiche de Mario Camus, que vuelve a las tablas tras hacerse famosa en cine y televisi¨®n, en el principal papel femenino. Y otros destacados profesionales, como Adolfo Fern¨¢ndez, Mar¨ªa Pujalte, Naya Gonz¨¢lez, Ricardo Moya o Claudio Rodr¨ªguez, m¨¢s el escen¨®grafo Carlos Abad.
El papel, que Vicente D¨ªez considera que le ha proporcionado uno de los trabajos m¨¢s bonitos que ha hecho en teatro, pod¨ªa haber supuesto para el actor toda una tortura. Es conocida la aversi¨®n de este c¨®mico a maquillarse y pintarse para salir a escena. Pero ahora le ha cogido el gusto: "Esta vez lo vivo como algo gratificante..., es un trabajo tan prolijo el que hay que hacer, de hora y media, que me sirve para relajarme y, ante mi sorpresa, me gusta mucho".
Transformaci¨®n
El careto que ofrece D¨ªez despu¨¦s es repulsivo. Y encima, despu¨¦s de ver la obra, se le puede llegar a ver como un se?or estupendo, algo que ya ocurr¨ªa en el trabajo realizado por John Hurt para el cine. En el proceso de transformaci¨®n se le embadurna la jeta con pegamentos varios, hasta llegar a cuatro capas. Sobre ellas colocan las pr¨®tesis. Las partes de la cara que muestran el original de D¨ªez tambi¨¦n sufren un proceso de reconversi¨®n a punta de maquillajes y otros ung¨¹entos. Sustancias que suelen producir alergias, como dice el creador de la caracterizaci¨®n y las pr¨®tesis, Rul Romanillos, cuya empresa EFE-X es conocida en el mundo del cine: "Vicente admite muy bien no s¨®lo los productos, sino tambi¨¦n el l¨¢tex y la espuma de poliuretano y otros materiales", se?ala Romanillos, quien se ha basado para realizar su trabajo en las fotos que existen del que fuera el verdadero John Merrick, un personaje que recogi¨® el doctor Treves en una feria en la que se exhib¨ªa su monstruosidad y que se llev¨® a vivir al London Hospital hasta su muerte.Pero tanto la historia real como la escrita por Pomerance, muy similares, dejan claro que a Merrick le convirtieron en otro tipo de espect¨¢culo en la hip¨®crita sociedad victoriana. "Merrick es una met¨¢fora muy actual, es muy interesante ver c¨®mo la sociedad acoge a seres marginales, c¨®mo intenta normalizarles y se convierte en una sociedad destructora de lo mejor de cada persona y unificadora de todos los individuos...; en ese sentido, la obra ofrece una lectura bastante marxista, muy dial¨¦ctica, enfrenta a polos opuestos, hay una lucha de clases", dice D¨ªez, a lo que a?ade su compa?ero Pere Ponce: "Tras esta leyenda de la bella y la bestia tambi¨¦n est¨¢ la historia de la imposibilidad de aceptar a alguien como es, de cuestionar la reinserci¨®n, porque ?cu¨¢l es el modelo?".
Mientras que en otros realizadores de cine sus incursiones en el teatro se pueden vivir como aventuras exc¨¦ntricas, en el caso de Mariano Barroso era de esperar que terminara en estas lides, y lo raro es que no lo hiciera antes: fue cofundador del Laboratorio de William Layton, ha sido ayudante de direcci¨®n de Llu¨ªs Pasqual, Jos¨¦ Carlos Plaza, Miguel Narros y del desaparecido Leyton en los teatros Mar¨ªa Guerrero y Espa?ol, y es profesor de direcci¨®n e interpretaci¨®n en la Escuela de Cine de Madrid.
La cosa est¨¢ clara y esperemos que a partir de ahora alterne m¨¢s equilibradamente su afici¨®n esc¨¦nica con la cinematogr¨¢fica, con la que ha obtenido importantes ¨¦xitos con pel¨ªculas como Mi hermano del alma o ?xtasis.
Barroso rueda en la actualidad Los lobos de Washington, pero asegura que no le ha dado por ning¨²n tipo de fauna humana extra?a. "Aunque puede que haya relaci¨®n entre unos personajes y otros", dice el director, que afirma que parad¨®jicamente es m¨¢s dif¨ªcil hacer teatro si se viene del cine.
Al margen de que esta historia po¨¦tica y desgarrada tenga como punto de referencia obligado la bella y afamada pel¨ªcula de David Lynch, Barroso encuentra otros referentes cinematogr¨¢ficos en el texto de Pomerance y la versi¨®n de Cavestany: "Est¨¢ estructurada en cuadros, el ritmo es muy visual y las escenas siempre empiezan en marcha". Adem¨¢s piensa que el tema est¨¢ totalmente vigente. "Con la met¨¢fora de la belleza nos hemos permitido hablar de todos los hombres elefantes actuales, desde emigrantes, ancianos, deprimidos, mujeres maltratadas, ni?os explotados...", dice Barroso, quien en esta primera experiencia teatral se ha sentido especialmente arropado por un reparto muy experimentado encima de los escenarios.
Por su parte, Cavestany, que se ha le¨ªdo la mucha literatura que hay en torno a este caso, se ha limitado a utilizar el texto de Pomerance y no ha querido recurrir a otras versiones. "De hecho, la visi¨®n de Lynch sobre esta bella historia es distinta a la que ver¨¢n los espectadores de este montaje", afirma el versionador.
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