Consuelo multitudinario al h¨¦roe tr¨¢gico

Carlos Sainz se contuvo.Hizo gala de su habitual flema durante unos minutos al sumergirse en la multitud que lo ovacion¨® ayer al llegar a Barajas. Unos trescientos aficionados encendidos portaban banderas espa?olas, cantaban, se arremolinaban para ver al piloto, para tocarlo, lo segu¨ªan como ac¨®litos. Una pancarta rezaba: "Luis y Carlos, orgullo de Espa?a". ?l, rodeado de guardias civiles y un pelot¨®n de antidisturbios, se conten¨ªa, saludaba, bland¨ªa una bandera, saludaba. La derrota, al parecer, lo hab¨ªa engrandecido m¨¢s que cualquier campeonato. Sainz aterriz¨® en Espa?a convertido en h¨¦roe tr¨¢gico.Ya sentado ante la prensa, frente a su familia, relat¨®: "Ver la meta a trescientos metros y sentir ese ruido en el motor... lo que me pas¨® ayer no se lo deseo ni a mi peor enemigo", comenz¨®. Consciente de que la fatalidad lo ha perseguido a lo largo de su carrera, el bicampe¨®n, hombre muy cat¨®lico, se refiri¨® a una probable intervenci¨®n divina: "Quiz¨¢ alguien ponga pruebas, y ¨¦sta es una prueba fuerte. Pero yo soy cabez¨®n y mi cabeza ya piensa en el a?o que viene". Sainz eludi¨® hablar de la causa de la aver¨ªa. "Se har¨¢n ex¨¢menes", dijo.

El piloto cont¨® que anteanoche pens¨® que el Rally de Gran Breta?a est¨¢ maldito y que el a?o que viene tendr¨ªa que ganar el campeonato "antes de llegar all¨ª". Despu¨¦s, denunci¨® la injusticia de la organizaci¨®n al no penalizar a Makinen en Australia: "Ahora ser¨ªamos campeones". Y admiti¨® con dolor el titular de este peri¨®dico. "No me gust¨®, pero lo tengo merecido: soy el campe¨®n mundial de la mala suerte". No pudo contenerse m¨¢s, y rompi¨® a llorar.