El cante sin decibelios
Reencuentro con Carmen Linares en lo puramente jondo. Hac¨ªa tiempo que no la o¨ªamos as¨ª, con una o dos guitarras y en un repertorio de estilos flamencos, exclusivamente tradicionales. Por a?adidura, era la primera vez que la o¨ªamos, si no recuerdo mal, sin megafon¨ªa. Su voz cambia, indudablemente. Pierde brillantez, queda como ensordecida en un ambiente que se transforma en colch¨®n amortiguador de resonancias. Pero la verdad del cante, desnudo del poder¨ªo de los decibelios que habitualmente invaden las audiencias, llega.La verdad del cante de Carmen Linares, incuestionable. Cantar sin micr¨®fono es un ejercicio que no permite alivio alguno, y la cantaora se entreg¨® a ¨¦l con fe y con coraz¨®n. Es un riesgo a?adido que los profesionales raramente asumen en estos tiempos que corren, cuando el uso y abuso de toda suerte de artilugios se ha convertido en casi una deformaci¨®n. La cantaora quiz¨¢s lo acus¨® en alg¨²n tercio premioso, pero nada m¨¢s.
Carmen Linares
Con Paco y Miguel ?ngel Cort¨¦s. Colegio de M¨¦dicos. Madrid. 27 de noviembre.
Singularmente, en los palos de registro extenso alcanz¨® una plenitud expresiva de primer rango: la taranta y la cartagenera, esa gama minero-levantina en la que Carmen tan a gusto se siente; la malague?a, aires dolientes de La Trini dichos con magisterio; la siguiriya, prueba de fuego siempre, que en esta ocasi¨®n Carmen remat¨® con originalidad transformando en cabal la conocida canti?a de las Mirris o de la Mica.
Los hermanos Cort¨¦s, que son dos excelentes guitarristas, acompa?aron a la cantaora, a veces juntos, a veces por separado. Lo hicieron con gusto y delicadeza, poniendo de su parte cuanto es preciso para cumplir acertadamente con una int¨¦rprete del cante de la categor¨ªa de Carmen Linares; en alguna ocasi¨®n, incluso, merecieron la ovaci¨®n cerrada del p¨²blico. Un p¨²blico que volvi¨® a agotar el billetaje como ha hecho en casi todas las noches de este ciclo.
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