Espa?a, cerrojo sin delantera
Espa?a tiene una gran raz¨®n en la "batalla financiera". Es un pa¨ªs pobre que hace bien sus deberes. Pobre, porque su renta per c¨¢pita supone entre dos tercios y algo m¨¢s de tres cuartos -seg¨²n los baremos- de la comunitaria. Si Europa es un proyecto serio, mientras alg¨²n pa¨ªs exhiba ese retraso en riqueza relativa deber¨¢ apoyarle. La pol¨ªtica de cohesi¨®n o reequilibrio territorial no es una patente de corso, es un deber para todos, consagrado en el Tratado, la biblia de la UE. Y que tambi¨¦n beneficia a quienes la financian. Otra cosa es la calidad del despliegue con que se defiende ese principio. Espa?a luce una fabulosa defensa, una fr¨¢gil media para fraguar alianzas y una delantera escasa. Cuando se tramaba el Pacto de Estabilidad, en el que tanto se empe?aba Bonn, el vicepresidente Rodrigo Rato desaprovech¨® la ocasi¨®n para condicionar su aprobaci¨®n al mantenimiento del Fondo de Cohesi¨®n. Era dif¨ªcil, pero Francia col¨® por ese pasillo su prioridad al empleo y al Ecofin del euro. Cuando Alemania llevaba a?os clamando contra su carga presupuestaria, que considera "desproporcionada", y otros tres pa¨ªses ricos ya se le hab¨ªan sumado, Espa?a respondi¨® tarde. Su propuesta de incorporar mayor progresividad a los recursos propios (ingresos) son¨® a mera t¨¢ctica, como reconoci¨®, ingenuo, el ministro Abel Matutes.
Problema alem¨¢n
Madrid no ha generado ideas nuevas que cuajen mucho m¨¢s all¨¢ de Atenas y Lisboa. Sostiene que no hay un problema alem¨¢n, y no distingue, como hace Francia, entre Bonn y el resto de la banda de los cuatro. Quiz¨¢ valga para salir de este atolladero inmediato. Pero no a largo plazo. Alemania tiene un problema, real, psicol¨®gico, o una mezcla de ambos. Como pa¨ªs rico debe contribuir m¨¢s al presupuesto, pero ?cu¨¢nto m¨¢s? Sus ¨²ltimos a?os fueron magros: ha reducido a la mitad su super¨¢vit comercial; tiene cuatro millones de parados; ha sufrido un trauma con la renuncia al marco. Cierto que el resto cofinanci¨® su unificaci¨®n (v¨ªa altos tipos de inter¨¦s), a la que dedica un 5% de su PIB (por s¨®lo un 0,6% a la UE); ha impuesto su modelo de pol¨ªtica monetaria; y ha consagrado su hegemon¨ªa global.Para hacer pedagog¨ªa con Bonn habr¨¢ que escuchar sus cuitas, calibrar sus agravios y recordarle que nos conviene una "Alemania europea", no una "Europa alemana".
Paolo Cecchini pone n¨²meros h¨¢bilmente y con valor c¨ªvico (es italiano) a ambas ideas: atiende a Bonn y defiende la cohesi¨®n. ?Por qu¨¦ demonios nadie ha hecho algo parecido desde Espa?a?
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