Lo nuevo y lo que queda

El concepto de repertorio sigue siendo la'gran deuda pendiente de la danza espa?ola. Mucho se ha olvidado, algunas cosas con toda justicia y es de agradecer; otras, sin embargo, vuelven del pasado espor¨¢dicamente para demostrarnos que lo realmente bueno se convierte en cl¨¢sico y ni pasa de moda, ni aburre, ni el tiempo lo desecha en su sabia selecci¨®n natural.

La nueva direcci¨®n art¨ªstica del Ballet Nacional de Espa?a ha apostado por recuperar algunas piezas del pasado para conmemorar su 200 aniversario, a la vez que ofrece algunas creaciones actuales. El caso de Rango (1978) se explica por s¨ª solo: no pasa nada absolutamente si no se repone, y no es que no tenga valor en s¨ª misma, sino que el vocabulario, el empaque y un cierto tono ritual lo hacen dudosamente aceptable hoy en d¨ªa. Las artistas que intervienen hacen lo que pueden, intentando dar gallard¨ªa donde hay envaramiento. No sucede en absoluto lo mismo con Fantas¨ªa galaica, que el propio Antonio repusiera para el Ballet Nacional de Espa?a en 1979. Han pasado varias d¨¦cadas desde que se unieran un m¨²sico brillante y el mejor core¨®grafo espa?ol de todos los tiempos. El resultado es elocuentemente brillante y de ah¨ª sur ge una pieza inolvidable y fresca, compleja y comprometida con la estilizaci¨®n del folclor, y con una lecci¨®n magistral de lo que debe ser un traje para bailar.

Fantas¨ªa galaica posee por derecho propio la entidad de gran repertorio, de verdadero cl¨¢sico y como tal debe ser estudiado. La pieza fue bailada anoche con alegr¨ªa y pujanza por toda la plantilla y especialmente por Oscar Jim¨¦nez, que desarroll¨® todo su refinamiento de aire clasicista.

Cerr¨® la noche la creaci¨®n Poeta, donde lo mejor fue por el siguiente orden: los bailarines, la coreograf¨ªa, la luz, la ropa, y lo menos comprensible, el monumental aparato escenogr¨¢fico, que no encuentra justificaci¨®n dentro del arropamiento del baile espa?ol. La Fura dels Baus hizo un ejercicio tan escol¨¢stico como manierista y la oda al barre?o, los chorritos de agua y otros efectismos eran perfectamente prescindibles: La m¨²sica de Vicente Amigo es bell¨ªsima y Aida G¨®mez bail¨® con el coraz¨®n, hasta que ambos consiguieron emocionar.

Leo Brower hizo un soberbio trabajo de direcci¨®n musical, primero sacando partido a Halffter y luego integrando con sensibilidad la guitarra de Amigo en el todo orquestal, y a ello debe haberle ayudado el propio pasado del director como brillante compositor y guitarrista de concierto.