Aitor y David
"Hay que matar a todos los vascos". ?se fue, seg¨²n parece, el comentario que hizo Ricardo Guerra Cuadrado, el ultra al que acusan del asesinato de Aitor Zabaleta, la misma noche del crimen. Se lo coment¨® en la c¨¢rcel a un compa?ero de prisi¨®n mientras ve¨ªan tranquilamente por televisi¨®n el partido entre el Atl¨¦tico de Madrid y la Real Sociedad. Seg¨²n parece, un grito similar se dej¨® o¨ªr durante el encuentro en las gradas del Vicente Calder¨®n, donde alguien bram¨®: "Matad a esos putos vascos".No hay duda de que aquel d¨ªa los hinchas m¨¢s radicales del equipo rojiblanco estaban especialmente exaltados o motivados para hacer cualquier burrada. Semejante estado de ¨¢nimo respond¨ªa en gran medida a los acontecimientos ocurridos 15 d¨ªas antes en el partido de ida, cuando un autob¨²s de aficionados atl¨¦ticos era apedreado en las inmediaciones del estadio de Anoeta, y sus ocupantes, insultados y amenazados. Una escena relativamente frecuente en las visitas que realizan las hinchadas de los grandes equipos madrile?os a los campos de Euskadi, aunque, en aquella ocasi¨®n, seg¨²n cuentan, fue m¨¢s tensa y violenta de lo habitual.
La tarde del martes 8 de diciembre hab¨ªa mal ambiente en el entorno del estadio atl¨¦tico hasta el punto de que se tem¨ªa de antemano que los insultos, broncas y peleas que suelen montar los descerebrados de siempre degenerasen en sucesos de mayor envergadura. As¨ª ocurri¨®. Hubo una reyerta con intercambio de empujones, pu?etazos y una sola pu?alada letal. La v¨ªctima fue un joven seguidor de la Real Sociedad, que, seg¨²n sus amigos, era una persona pac¨ªfica y ejemplar que jam¨¢s se hab¨ªa metido con nadie. Un crimen absurdo y abominable que fue lamentablemente politizado. Es lo que hicieron tanto el presidente del PNV, Javier Arzalluz, como su portavoz en el Congreso, I?aki Anasagasti, quienes, al d¨ªa siguiente del asesinato, se preguntaban: ?qu¨¦ habr¨ªa ocurrido si esto sucede en Bilbao o San Sebasti¨¢n? Estoy convencido de que si la v¨ªctima hubiera sido un aficionado madrile?o y su ejecutor un miembro de Jarrai, el suceso no habr¨ªa tenido ni la mitad de trascendencia de la que tuvo el asesinato de Aitor. Habr¨ªa, s¨ª, condenas y declaraciones de repulsa, pero los nacionalistas atribuir¨ªan enseguida lo acontecido al clima de violencia que propicia el centralismo pol¨ªtico. Al entorno abertzale le falt¨® tiempo para capitalizar el asesinato y practicar el victimismo m¨¢s alejado del an¨¢lisis riguroso sobre las causas que lo propiciaron.
La tarde del crimen le toc¨® a un aficionado de la Real Sociedad, como otras veces le ha tocado a un chaval que les miraba mal, a un inmigrante o a cualquiera que se negara a cantar el Cara al sol. Eso ¨²ltimo fue lo que le ocurri¨® en enero del 96 al joven David Gonz¨¢lez, quien no atendi¨® las exigencias de unos rapados. Curiosamente, en el sumario por ese asesinato figura tambi¨¦n el nombre de Ricardo Guerra Cuadrado, aunque han pasado tres a?os y el crimen no ha sido a¨²n esclarecido. No es extra?o, por tanto, que Eduardo Gonz¨¢lez, padre de David, se congratule p¨²blicamente de la rapidez e intensidad en las investigaciones sobre el asesinato de Aitor Zabaleta, al tiempo que lamenta profundamente que para el caso de su hijo no haya habido tanta publicidad, esfuerzo ni dedicaci¨®n policial. A las pocas horas de producirse el apu?alamiento mortal del aficionado vasco, la Delegaci¨®n del Gobierno reclam¨® la colaboraci¨®n ciudadana disponiendo un tel¨¦fono especial para recoger cualquier informaci¨®n que pudiera conducir a la detenci¨®n del asesino. Algo que no hicieron en el caso de David ni en el de ninguna de las otras v¨ªctimas que han ca¨ªdo en Madrid por la acci¨®n de elementos que practican la violencia urbana.
Comparaciones siempre odiosas que conducen a reflexionar a sus familiares sobre la posible existencia de muertos de primera y segunda categor¨ªa. Por desgracia para los madrile?os, no hay que ser vasco para sufrir la acci¨®n de los que practican la violencia por puro deporte en nuestra regi¨®n. David naci¨® en Madrid y lo mataron como a Aitor. Dos cr¨ªmenes igualmente execrables, aunque uno se apellidara Gonz¨¢lez y el otro Zabaleta.
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