El zoo de piedra
Ram¨®n G¨®mez de la Serna encontr¨® una f¨®rmula para describir las estatuas: "Fantasmas de d¨ªa y noche". Y el Ayuntamiento de Madrid, otra para ense?ar de una vez y sin moverse de la silla su zoo de piedra: acaba de editar un libro, Diccionario de la fauna ornamental, que localiza y cataloga el inquietante conjunto de estatuas de animales repartidas por todas las esquinas de la ciudad. En Madrid hay un drag¨®n escondido debajo de un ¨¢rbol en un patio del siglo XVII, un grupo de salamandras que, cuentan, alejan los incendios o un pulpo en un balc¨®n del barrio de Salamanca que, aunque se est¨¢ merendando un p¨¢jaro (o por eso mismo), simboliza el amor. Este bestiario inm¨®vil y lleno de significados remotos agrupa 85 especies diferentes. Y algunas, como dos quimeras (cabeza de le¨®n, vientre de cabra y cola de drag¨®n), han saltado directamente de la imaginaci¨®n del ser humano a la cubierta de la vieja estaci¨®n de Atocha sin haber pasado jam¨¢s por la realidad. O como un unicornio, el ¨²nico madrile?o, que destaca en el escudo que corona la fachada del cementerio brit¨¢nico de Madrid, en la calle del Comandante Fontan¨¦s.El autor del libro, Jes¨²s Sanz, no s¨®lo se ha fijado en animales mitol¨®gicos; tambi¨¦n consigna las ranas, los patos, los ciervos, los murci¨¦lagos, las ardillas, las abejas, los gatos, los atunes...
Y describe, una a una, las guaridas de todos los pobladores de este zoo original. Por ejemplo, los alrededores del Ministerio del Aire, en Moncloa, son los m¨¢s poblados de estatuas de ¨¢guila. En los lugares tenebrosos, sin embargo, suelen anidar los animales de mal ag¨¹ero. En el cementerio de la cofrad¨ªa de San Lorenzo, en el de San Isidro y en el de la Almudena abundan los b¨²hos. Se encuentran en esquinas de sarc¨®fagos, encima de im¨¢genes de relojes de arena o de calaveras. Su misi¨®n iconogr¨¢fica consiste en recordar que la muerte existe. Tambi¨¦n hay b¨²hos buenos: uno vive en el n¨²mero 118 de la calle de Fuencarral. Si pasa por ah¨ª antes del sorteo de la loter¨ªa eche un vistazo porque da suerte, dicen.
Los delfines no s¨®lo nadan en las fuentes de las glorietas madrile?as. En la veleta de la torre que corona la iglesia de San Antonio de Padua pusieron hace a?os un delf¨ªn que parece nadar por el cielo.
Los dinosaurios de la fauna de piedra de Madrid se encuentran en peligro de extinci¨®n: queda uno, s¨®lo uno, en el parque de Do?a Guiomar, en Hortaleza, y est¨¢ enfermo de muerte. Ha padecido un incendio, del que no se recuperar¨¢, y, seg¨²n Sanz, "es imposible su restauraci¨®n". Pero, si no hay dinosaurios sanos, s¨ª que existen varios dragones. Uno de ellos lleva detr¨¢s de s¨ª una extra?a historia. Actualmente permanece semioculto debajo de un hermoso ¨¢rbol en el patio de la Casa de Cisneros, en la Casa de la Villa. S¨®lo los funcionarios lo ven. Antes, junto a su compa?ero, un oso, form¨® parte del grupo escult¨®rico de la Cibeles. La pareja se traslad¨® en 1868, por razones desconocidas, a una fuente en la carretera de Arag¨®n. La fuente se destruy¨®, el oso se perdi¨® y el drag¨®n acab¨® exiliado en un rinc¨®n de la ciudad bell¨ªsimo, pero inaccesible al ciudadano de a pie.
En la India se cree que un elefante carga en su espalda el cosmos. En el n¨²mero 12 de la calle de Alcal¨¢, las cabezotas de un conjunto de elefantes sostienen desde finales de siglo pasado el balc¨®n del piso principal.
Una de las m¨¢s inquietantes esculturas callejeras de la ciudad se encuentra encima del tejado en la avenida del Comandante Franco. Representa a un gato oscuro que mira atentamente a su izquierda, como si hubiera encontrado lo que buscaba. La figura de este gato enigm¨¢tico y sin leyenda ha sido utilizada para la foto de la portada del libro. Cuenta Sanz que los antiguos no profesaban mucha estima a los lagartos. No es de extra?ar si se piensa en su profesi¨®n. Para los romanos, trabajaba de esp¨ªa e informante del dios de los muertos, as¨ª que su aparici¨®n, por lo general, significaba malas noticias. En Madrid, este animal, en su versi¨®n de piedra, vive en monumentos funerarios y en una fuente muy particular: la del ?ngel Ca¨ªdo, en el parque del Retiro.
Las salamandras son parientes de los lagartos, pero gozan de mejor fama. En la calle de Mej¨ªa Lequerica, una casa de aliento modernista construida en 1911, 11 salamandras pegadas a la pared sustentan la cornisa y la azotea. El mism¨ªsimo Arist¨®teles pensaba que por este animal corr¨ªa sangre helada, tan fr¨ªa que resist¨ªa el fuego. Por eso sirve como talism¨¢n contra los incendios de los hogares. Alguien que no se par¨® a distinguir qui¨¦n es qui¨¦n en el mundo de los s¨ªmbolos denomin¨® a este edificio, por las buenas, Casa de los Lagartos. Y para humillaci¨®n de las salamandras, todo el mundo en el barrio la llama as¨ª.
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