"Rechazo que nuestra doctrina sea contraria a los nacionalismos"
"No comparto la opini¨®n de algunos nacionalistas de que la doctrina del Tribunal Constitucional sea demasiado centralista y contraria a los nacionalismos", declar¨® ayer a este peri¨®dico Pedro Cruz Villal¨®n, de 52 a?os, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y reci¨¦n elegido presidente del ¨®rgano m¨¢ximo int¨¦rprete de la Constituci¨®n. Su preocupaci¨®n principal es "dar a conocer el tribunal". Pero se muestra reacio a opinar sobre la realidad pol¨ªtica o las hipot¨¦ticas reformas constitucionales y exquisitamente cuidadoso en no pronunciarse sobre cualquier asunto que, aunque sea remotamente, pudiera llegar alg¨²n d¨ªa al propio Constitucional.A prop¨®sito de una pregunta respecto a la posible repercusi¨®n de la tregua de ETA sobre el desarrollo constitucional, Cruz Villal¨®n elabora una serie de circunloquios en torno a la conveniencia de que el tribunal se pronuncie a trav¨¦s de sus resoluciones. "Mi idea es ceder la palabra sobre esos temas a una serie de personalidades que no van a tener que pronunciarse jurisdiccionalmente sobre los mismos y dejar que los magistrados y el tribunal hablen por sus resoluciones", dice.
Invitado a utilizar el "sin comentarios" ante preguntas que no desee contestar, el nuevo presidente del Constitucional declina hacer uso del "arbitrario o caprichoso no coment" e insiste en explicar "con la m¨¢xima sencillez e incluso espontaneidad", asegura, los motivos por los que no desea hablar de cuestiones como la relativa a la tregua de ETA.
Arbitraje territorial
Respecto al criterio nacionalista de que el Tribunal Constitucional hace una interpretaci¨®n centralista de la Carta Magna, Cruz Villal¨®n reconoce: "Se trata de una percepci¨®n sentida, pero que yo no comparto en lo que tiene de calificativo". A?ade que "este tribunal, desde el principio, y a diferencia de otros, se ha caracterizado por asumir una tarea intens¨ªsima de arbitraje entre los poderes territoriales". Recuerda la novedad del sistema auton¨®mico implantado por la Constituci¨®n y la necesaria ambig¨¹edad del texto de ¨¦sta, as¨ª como la "excesiva frecuencia con que las fuerzas pol¨ªticas acudieron al arbitraje del tribunal, ante lo que el Constitucional est¨¢ inerme". Admite que las interpretaciones de la Constituci¨®n "pueden ser distintas", pero que la hecha por el tribunal ha sido "globalmente aceptable, no s¨¦ si ¨¦sa es la palabra..., o en unos t¨¦rminos perfectamente decentes". Y a?ade: "Es cierto que las comunidades aut¨®nomas con fuerzas nacionalistas en el Gobierno han recibido estas respuestas con una sensaci¨®n de insatisfacci¨®n, pero yo asumo en su conjunto la jurisprudencia constitucional en materia de autonom¨ªas. Vamos, que quepo en ella, por utilizar esa expresi¨®n" (sonr¨ªe).Cruz Villal¨®n echa en falta que la Constituci¨®n no mencione a Europa, reconoce el estilo barroco del art¨ªculo 2? y cree que la definici¨®n del Senado como C¨¢mara de representaci¨®n territorial es "una f¨®rmula para echar a andar" que debe desarrollarse.
La elecci¨®n del Congreso de los Diputados que le llev¨® en 1992 al Constitucional sin los votos del actual partido en el Gobierno, el PP, "evidentemente que no me produce incomodidad", asegura, "porque, aunque no me apoyaran todas las fuerzas pol¨ªticas, fui apoyado por las tres quintas partes del Congreso, como la Constituci¨®n exige".
A Cruz Villal¨®n le "sorprende enormemente" que algunos de sus detractores le acusen de dudar demasiado a la hora de tomar decisiones y, sonriente, dice: "Yo he cumplido con mi deber de incorporarme a todo tipo de resoluciones sometidas al Tribunal Constitucional..., no dir¨¦ sin titubeos, porque eso ser¨ªa incompatible con la reflexi¨®n, pero s¨ª puedo asegurar que sin un ¨¢pice m¨¢s de coste en la decisi¨®n respecto a mis compa?eros".
Frente a los retrasos pol¨ªticos en la renovaci¨®n del tribunal, sugiere "contar con un grupo sobradamente numeroso de personas altamente cualificadas y, sobre todo, de las que consta su disposici¨®n a asumir esta tarea".
Cruz Villal¨®n est¨¢ dispuesto a impulsar la propuesta, "ya en manos de los responsables pol¨ªticos", de reducir el n¨²mero excesivo de recursos de amparo, pero no oculta que si el tribunal limita la defensa de los derechos humanos "pudiera caernos", dice, "una condena de Estrasburgo".
Y concluye: "Pero favorecer¨ªa que la funci¨®n, propia s¨®lo de este tribunal, de controlar la ley, pudiera hacerse de modo presentable, lo cual, por desgracia, no ocurre ahora".
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