Volver¨¢ James Stewart en tu balc¨®n...
Un colega en esto de azotar los papeles dijo el otro d¨ªa que acertar el gordo de Navidad equival¨ªa a extraer una aceituna negra de un saco que contuviera 66 kilos de aceitunas verdes -m¨¢s la negra, claro- o sea la intemerata de aceitunas. Como supongo que a usted no le habr¨¢ tocado ni el hueso, tampoco el saco, aprovecho el s¨ªmil menos para echarle en cara el fracaso que la gastronom¨ªa, porque ya llevamos un tiempo metidos en lo del comer, es decir, empapuzados. ?O hay otra manera de entender la Navidad? Contrariamente a cuanto se acostumbra a proferir, las fiestas navide?as nada tienen que ver con la paz, como bien han captado los muchachos m¨¢s combativos que alegres de la simp¨¢tica juventud patriota presionando por todas partes a quienes no piensan como ellos. Por todas menos por una, la mesa. Pese a los belenes vivientes que han organizado frente a viviendas y comercios de sus satanizados antagonistas, pese a los crismas que les han enviado invit¨¢ndoles a la gran Misa del Gallo a celebrar en otra dimensi¨®n, todav¨ªa no han dado con la f¨®rmula que, reproduciendo aquella campa?a antigua, cat¨®lica y franquista de siente un pobre a su mesa, consiga infiltrar un preso en los banquetes navide?os m¨¢s respetables, o sea los m¨¢s odiados. Porque eso s¨ª ser¨ªa un puntazo y no el vulgar acercamiento con el que tantos vienen gargariz¨¢ndose las am¨ªgdalas a fin de mejor dar paso a las angulas. O en su defecto a la gula, ya menos del norte que s¨®lo de aqu¨ª. Como no quiero pasar por p¨¢jaro de mal ag¨¹ero no detallar¨¦ las ventajas sociopol¨ªticas que deparar¨ªa semejante apa?o, y digo de mal ag¨¹ero porque encuentro de p¨¦simo gusto sacar a colaci¨®n un men¨² que nadie paladear¨¢. L¨¢stima, pero... ?Qu¨¦ tal una entrada de pavo fiambre con pur¨¦ de casta?as en vez de salsa espa?ola? El plato lo he tomado de El Practic¨®n, un c¨¦lebre tratado escrito por ?ngel Muro cuando lo de Cuba y Filipinas que, adem¨¢s de demostrar que no todo se perdi¨®, enhebra propuestas tan suculentas como los epigramas de cordero -id¨¦nticos a los de aquel mala lengua Marcial el romano, pero en balante y gregario-, el tost¨®n al golpe de Estado y los bizcochos borrachos de Guadalajara. Con la coda del caf¨¦ y los humos de Vueltabajo m¨¢s la copita de Izarra o l"Izarra, que dir¨ªa un gabacho. Y puestos a no pasar ni por p¨¢jaro ni por nada voy a encomendarme a los aut¨¦nticos n¨²menes de la Navidad, es decir a los fogones, para que me cambien el chip. Porque ya me salen los ¨¢mbitos y sus paladines por las orejas. De modo que prometo solemnemente no volver a las andadas. Es m¨¢s, lo juro sobre los pimientos de Gernika. Perdidos en esta tierra de nadie que se extiende entre Nochebuena y Nochevieja solemos entregarnos al balance y al bicarbonato. Los vahos de la tisana nos mueven a la melancol¨ªa y la olla se nos va en vagos prop¨®sitos de mejora como por ejemplo dejar de fumar o cambiar el voto. Mas cuando el convencimiento nos parec¨ªa tan firme como la mand¨ªbula de cierto pol¨ªtico de los m¨¢s abor¨ªgenes, caemos en la cuenta de que no era sino vulgar inocentada, porque no est¨¢ ah¨ª por nada el 28 del corriente. Desgarrados, confiados en que la despedida del a?o nos reactive el af¨¢n de mudar, vamos juntando fuerzas como quien junta los doce granos de uva con los que nos atragantaremos una vez m¨¢s. En el colmo del desvalimiento evocamos la ¨¦poca de los Reyes Magos, cuando bastaba con acostarse firmemente convencido para encontrarse al despertar con el juguete que... no quer¨ªamos. ?Por qu¨¦ nunca nos echaban el tren el¨¦ctrico con diez kil¨®metros de v¨ªas? Pero no, tampoco sacaremos nada echando mano de la autoconmiseraci¨®n. Ni de la murria. Saquemos, por el contrario, pecho porque acabamos de sobrevivir a otras Navidades. Acci¨®n heroica tan facilona como futil, habida cuenta de que nace del falso problema consistente en creer que hay que adoptar alg¨²n tipo de actitud ante estas fechas. Desde luego no s¨¦ a d¨®nde habr¨¢n ido a parar las nieves de anta?o ni si la primera decepci¨®n hiere m¨¢s que la ¨²ltima, pero a riesgo de caer en lo estacional gritar¨¦: ?qu¨¦ bello es vivir!
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