Campeones en el olvido
Amavisca, Geli, Ba¨ªa y ?scar no cuentan en sus equipos poco despu¨¦s de los ¨¦xitos
El Barcelona lo fich¨® hace dos temporadas a golpe de talonario -casi 1.000 millones de pesetas-, la cifra m¨¢s alta pagada por un guardameta. Con Vitor Ba¨ªa de titular, el conjunto azulgrana gan¨® la Recopa y la Copa del Rey. Hoy, con 29 a?os, sigue cobrando 300 millones de pesetas al a?o pero ni siquiera se sienta en el banquillo. Hace dos a?os, Fabio Capello design¨® con rotundidad a Geli como el mejor lateral de Espa?a, "pero sin ninguna duda". El defensa hab¨ªa formado parte, un curso antes, del c¨¦lebre bloque del Atl¨¦tico que conquist¨® el doblete (Liga y Copa); y con el paso del tiempo hab¨ªa sido uno de los pocos supervivientes de aquel equipo. Ahora, con 29 a?os y Sacchi en el banquillo, no ha jugado un solo minuto oficial. Tienen prioridad para el puesto de defensa derecho hasta jugadores que jam¨¢s lo hab¨ªan ocupado. Amavisca, de 27 a?os, fue uno de los jugadores fundamentales -el otro fue Zamorano- de la Liga que domin¨® el Madrid en los tiempos de Valdano, en la temporada 1994-95. Pero con Hiddink no ha sido convocado para jugar ning¨²n partido. Estos tres jugadores, y otros muchos, han sufrido en su propia piel los altibajos del f¨²tbol, los vaivenes inevitables que mandan a alguien de arriba a abajo a toda velocidad. Son los campeones olvidados, una figura que este deporte construye con demasiada frecuencia.Geli no oculta que lo est¨¢ pasando mal. Le beneficia que no dispar¨® los pies del suelo cuando le llegaron los d¨ªa buenos, pero tampoco es de piedra. Sobre todo, cuando sabe que su situaci¨®n actual procede de un error que cometi¨® la temporada pasada. Fue un gesto encomiable hacia el club que le paga -arriesgarse a jugar media temporada cuando su rodilla derecha le ped¨ªa a gritos la inactividad-, pero a la postre una tremenda equivocaci¨®n. "Yo lo acept¨¦ as¨ª y prefiero no darle vueltas". El descanso que deb¨ªa haber guardado entonces -ven¨ªa de una operaci¨®n complicada en la articulaci¨®n- lo tuvo que tomar a la fuerza el pasado verano, y lleg¨® m¨¢s tarde que sus compa?eros a los nuevos y complicados entrenamientos t¨¢cticos que trajo de Italia Arrigo Sacchi. Ahora, completamente recuperado y tan s¨®lo a falta de coger ritmo competitivo, el t¨¦cnico italiano asegura que cuenta con ¨¦l, pero no lo demuestra. Geli no ha gozado todav¨ªa de una sola oportunidad. Y por su demarcaci¨®n han pasado ya Aguilera, lateral derecho, Serena, lateral izquierdo, y hasta Ram¨®n, central o medio centro de toda la vida. Algo similar le sucedi¨® el curso pasado a Toni -Antic lleg¨® a hacer jugar a Prodan en la banda izquierda con tal de no utilizar al cordob¨¦s- y Geli sali¨® beneficiado (sin ser un especialista de esa zona, era el titular). Entonces no lo sab¨ªa, ya s¨ª: las suplencias de este modo todav¨ªa duelen m¨¢s.
Delf¨ª Geli est¨¢ sufriendo, pero lo acepta. "Es en estos momentos cuando tienes que tener m¨¢s paciencia", dice. Siempre discreto, siempre t¨ªmido, siempre respetuoso con las decisiones que toman sus superiores, el lateral no recurre a las fuertes declaraciones para llamar la atenci¨®n, ni siquiera le pone un mal gesto al t¨¦cnico. "Por no jugar tampoco tengo derecho a quejarme", admite. S¨®lo pide, y en privado, que le digan la verdad. Simplemente eso, que le comuniquen si cuentan o no con ¨¦l para poder buscarse la vida. En el club le han contestado que se quede, pero las oportunidades no le llegan.
A la espera de que se acabe el mal sue?o, Geli trabaja a tope y, eso s¨ª, mira con nostalgia hacia el curso del doblete. Todav¨ªa hoy cuando se le menciona aquel equipo se le ilumina la cara. Lo que sigue sin entender es por qu¨¦ el Atl¨¦tico dej¨® que se deshiciera aquel magn¨ªfico grupo de jugadores: "?ramos una pi?a, parec¨ªamos llamados a marcar un ciclo largo. Pero el club crey¨® que lo iba a mejorar y... Pero los ¨¦xitos no se repiten, es muy dif¨ªcil".
Jos¨¦ Emilio Amavisca est¨¢ desesperado. Sabe que no cuenta para Hiddink, conoce que el Madrid tiene excedente de zurdos en su plantilla, pero no tiene nada f¨¢cil la salida. Viene de llevar a su hijo al pediatra y asume que el peque?o reci¨¦n nacido es un "aliciente" para no desmoronarse: "Siento que Hiddink no me va a llamar nunca, haga lo que haga. La gente se puede preguntar: ?por qu¨¦ lucha entonces por ese bal¨®n en el entrenamiento? Porque, la verdad, me pueden las ganas de jugar. Disfruto".
El club blanco ha tasado en 500 millones el traspaso de Amavisca y no aparecen equipos dispuestos a comprarlo. ?l suma motivos para la perplejidad: "No entiendo por qu¨¦, junto con Edgar, soy el ¨²nico que no ha jugado ni un minuto. Por qu¨¦ soy el ¨²nico que Hiddink no ha convocado, y el d¨ªa que queda un hueco, para viajar a Riazor, prefiere no llevarme. Si no me quieren ?por qu¨¦ no me dejan libre? Lo que me ocurre es un misterio. Habr¨¢ que llamar a Perry Mason".
Asiduo internacional en la era Clemente, Amavisca fue perdiendo espacio en su equipo. "No merec¨ªa un trato as¨ª de parte de un club en el que lo he dado todo", dice visiblemente dolido. "Lo m¨¢s duro es la indiferencia del entrenador", explica, "nunca me ha dado una explicaci¨®n, y lo sufro. Sobre todo, me duele no poder competir. Si s¨®lo estuviera por dinero..."
Vitor Ba¨ªa no lo debe de estar pasando mucho mejor. Lejos de resignarse a las decisiones de Van Gaal, las ha criticado, en p¨²blico y en privado. Y as¨ª se ha cerrado las puertas para siempre, si sigue el holand¨¦s. El Milan le ha reclamado, pero el portugu¨¦s prefiere esperar a conocer el destino final del entrenador.
A su manera, sin ser nunca titular indiscutible, ?scar Garc¨ªa ha colaborado decisivamente en los t¨ªtulos del Barcelona de las tres ¨²ltimas temporadas: marc¨® 19 goles en 58 partidos de Liga. En ¨¦sta, s¨®lo ha jugado 10 minutos. Tambi¨¦n opta por la espera: "Para irme del Bar?a deben darse circunstancias. Estoy tranquilo".
Geli, ?scar, Ba¨ªa, Amavisca... No son los ¨²nicos, pero s¨ª los casos m¨¢s llamativos. Futbolistas que triunfan con un entrenador y en un segundo se les agota todo el cr¨¦dito. Basta un simple cambio de inquilino en el banquillo.
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