Al conductor
Al conductor del coche rojo que atropell¨® a Mar¨ªa Teresa el 19 de diciembre, en la avenida de los Poblados, en el acceso a la carretra de Toledo -N-401- junto al Tanatorio Sur. Hoy, 4 de enero, vuelvo del entierro de Mar¨ªa Teresa N¨²?ez, carmelita de la Caridad Vedruna.
Me he unido al cortejo f¨²nebre en el Tanatorio Sur y para acceder a ¨¦l he tenido que detenerme en el mismo sem¨¢foro donde ella fue atropellada el 18 de diciembre, cuando volv¨ªa, del mismo tanatorio, de visitar a los familiares de una persona amiga.
El conductor del coche rojo que la atropell¨® se dio a la fuga. Sab¨ªa que cruzaba en rojo, hab¨ªa visto a dos personas en la calzada, experiment¨® el choque de su veh¨ªculo con ellas y comprob¨® el resultado: una de ellas en el suelo y la otra por el aire. La gente gritaba y confirmaba: "?Estaba en verde, estaba en verde!". Pero el conductor del coche rojo no consider¨® prudente permanecer all¨ª, que se le pudiera coger el n¨²mero de la matr¨ªcula, que le pudieran venir complicaciones, y huy¨®.
Mar¨ªa Teresa fue ingresada en el Cl¨ªnico. A los dos d¨ªas, lo menos importante eran las roturas de pierna, brazo y costillas. Su organismo entero estaba da?ado: se asfixiaba, se mor¨ªa de dolor, la infecci¨®n causada era mayor que sus defensas. Ha pasado 10 d¨ªas en la UCI con dolor, en soledad, perdiendo toda esperanza de vivir. ?sa ha sido su Navidad.
T¨², el conductor del coche rojo, y los dem¨¢s que lo ocupabais, deb¨¦is saber que: Mar¨ªa Teresa N¨²?ez ha muerto; que sois responsables de su muerte; que la ignorancia ante la ley, por vuestra huida, no os exime de vuestra responsabilidad humana. Deb¨¦is saber que la cobard¨ªa de no dar la cara es tan repugnante como tu imprudencia, conductor del coche rojo; que si vuestra Navidad ha transcurrido en paz, deb¨¦is lamentar mucho vuestra deficiente categor¨ªa humana.
Mar¨ªa Teresa ha rezado por vosotros, quien quiera que se¨¢is. Ha muerto sin rencor. En los ¨²ltimos ratos de lucidez ha pronunciado a quien la cuidaba: "No tengas rabia por lo que me han hecho, porque hay que perdonarlos, y yo ya los he perdonado".
A m¨ª, ciertamente, no me impulsa la rabia a escribir. Me impulsa el derecho a la vida, me impulsa la repugnacia absoluta que siento ante el desprecio que se hace de toda vida humana; me impulsa el que, si bien la ley no puede hacer nada ante tu huida, que al menos t¨² mismo, conductor del coche rojo, te juzgues y establezcas alguna forma de satisfacer por tu actitud.
Y me impulsa a escribir el cari?o a Mar¨ªa Teresa N¨²nez, hermana m¨ªa.-
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