El 80% de los casos de epilepsia dejan de presentar s¨ªntomas si son bien tratados
M¨¢s de 400.000 personas sufren en Espa?a esta enfermedad neuronal 'con estigma'
Por distintas razones y en diferentes momentos hist¨®ricos, la epilepsia, como el sida o la esquizofrenia, entra dento del grupo de enfermedades con estigma. Fue llamada el mal sagrado, al atribuir la espectacularidad de sus crisis o manifestaciones cl¨ªnicas a la intervenci¨®n de poderes sobrenaturales, con participaci¨®n de dioses y demonios. Durante la Edad Media, algunos epil¨¦pticos fueron llevados a la hoguera. Y el primer hospital que se fund¨® en Europa para estos pacientes, en 1468, no ten¨ªa como primera finalidad atenderlos, sino protegerlos del entorno.Este hecho es bastante ilustrativo de los mitos y prejuicios sociales que han rodeado a este proceso neurol¨®gico que afecta a 400.000 espa?oles y cinco millones de personas en el mundo. "Todo el mundo ha o¨ªdo hablar de la epilepsia por lo aparotoso de sus s¨ªntomas. Sin embargo, las crisis que se expresan con la p¨¦rdida de conocimiento, ca¨ªda al suelo, fuertes convulsiones y expulsi¨®n de espuma por la boca se dan en un n¨²mero muy reducido de pacientes. Actualmente, en el 80% de los casos, una epilepsia bien tratada deja de dar s¨ªntomas. Es decir, que la gran mayor¨ªa de los epil¨¦pticos puede estar libre de crisis y hacer una vida normal", afirma Antonio Russi, presidente de la Liga Espa?ola contra la Epilepsia.
Por esta raz¨®n, el epil¨¦ptico suele ser un paciente muy disciplinado en el cumplimiento terap¨¦utico, porque, seg¨²n Antonio Russi, "sabe que estando bien controlado con la medicaci¨®n puede hacer una vida normal y que sus limitaciones son muy reducidas y bastante l¨®gicas. Ha de evitar la pr¨¢ctica de deportes arriesgados, ya sea alpinismo o submarinismo, y otras actividades en las que la aparici¨®n s¨²bita de una crisis pudiera provocar un accidente que le causara la muerte".
La primera vez
Adri¨¢n Y. C. es un ni?o de siete a?os que hace dos empez¨® a tener peque?as crisis con p¨¦rdida de conocimiento y convulsiones. "La primera vez", cuenta su padre, "nos llamaron del colegio. Le hicieron algunas pruebas y el neur¨®logo dijo que sospechaba que era epilepsia, pero que si el ni?o no volv¨ªa a tener m¨¢s crisis, que no nos preocup¨¢ramos". A la semana siguiente, Adri¨¢n, viendo la televisi¨®n en casa, dio un nuevo susto a sus padres. Esta vez el m¨¦dico fue concluyente: el ni?o era epil¨¦ptico. "Enseguida le pusieron un tratamiento", a?ade el padre, "y no hemos vuelto a pasar ese trago, porque el peque?o hace una vida como la de cualquier otro ni?o. Al principio nos cost¨® admitirlo y fue duro. Pero, como hemos visto que est¨¢ bien, ya casi ni nos acordamos de que tiene este problema, excepto a la hora de tomar su pastilla y cuando le corresponde una revisi¨®n". Seg¨²n Jaime Campos, jefe de Neuropediatr¨ªa del hospital Cl¨ªnico San Carlos de Madrid, aunque la epilepsia puede aparecer en cualquier etapa de la vida, hay tres picos bien definidos: la infancia, la adolescencia y la tercera edad.
"En la infancia", explica, "cuanto m¨¢s precozmente se presente, peor suele ser el pron¨®stico. Si aparece antes de los dos a?os, generalmente est¨¢ relacionada con el periodo prenatal o perinatal: malformaciones cerebrales, ciertas infecciones de la madre durante la gestaci¨®n, problemas en el parto, como la falta de ox¨ªgeno al feto, o meningitis en los primeros meses de vida. Sin embargo, en a?os posteriores de la infancia suelen ser benignas, responden muy bien al tratamiento y muchas de ellas desaparecen espont¨¢neamente".
Para Santiago Arroyo, vicepresidente de la Liga, las causas son m¨²ltiples y hay dos factores implicados, uno gen¨¦tico y otro adquirido. "Se han identificado los genes alterados de algunos tipos de epilepsias, como los de las convulsiones neonatales familiares benignas, situados en el cromosoma 20, los de la epilepsia miocl¨®nica juvenil, en el cromosoma 6, y otros de algunas formas progresivas".
Los factores adquiridos son agresiones cerebrales acaecidas en cualquier ¨¦poca de la vida que dejan lesiones. Agresiones como traumatismos craneales, lesiones vasculares cerebrales, meningitis y tumores.
A Alicia C., ama de casa de 38 a?os, la epilepsia le sobrevino por un accidente de tr¨¢fico. La primera crisis fue tan leve que pensaron que se le hab¨ªa bajado la tensi¨®n. "Perd¨ª el conocimiento", recuerda, "cuando estaba echando gasolina al coche. Llamaron a una ambulancia, pero me repuse en cuanto lleg¨®. Al mes volvi¨® a ocurrirme y entonces sufr¨ª algunas convulsiones, seg¨²n me han contado, porque yo no me acuerdo de nada". Alicia C. sigue rigurosamente el tratamiento desde hace tres a?os y no ha vuelto a tener ninguna crisis.
Los s¨ªntomas est¨¢n en relaci¨®n con el tipo de epilepsia. Son m¨¢s severas las formas generalizadas (la crisis afecta a todo el cerebro) que las focales (la crisis est¨¢ localizada en una zona). Las crisis m¨¢s espectaculares son las generalizadas t¨®nico-cl¨®nicas, con p¨¦rdida brusca del conocimiento, labios morados, moderdedura de la lengua, expulsi¨®n de espuma por la boca y fuertes convulsiones con sacudidas r¨ªtmicas de las cuatro extremidades.
Sue?o prolongado
Estos s¨ªntomas duran un tiempo, hasta que el paciente queda sumido en un profundo sue?o, tanto m¨¢s prolongado cuanto m¨¢s violentas hayan sido las convulsiones. Tambi¨¦n hay crisis convulsivas poco violentas (las m¨¢s frecuentes), y otras veces las manifestaciones de la epilepsia se limitan a ausencias, detenci¨®n brusca de la actividad y de la conciencia, sin p¨¦rdida del conocimiento, que se prolongan durante 10 o 15 segundos y pueden ir acompa?adas de movimientos autom¨¢ticos, como relamerse los labios o arregelarse la ropa, mirada fija e inexpresiva, parpadeos o reclinaci¨®n de la cabeza hacia atr¨¢s. El paciente recupera con extraordinaria rapidez la conciencia y reanuda su actividad como si no hubiese pasado nada. Estas ausencias se pueden repetir hasta cien o m¨¢s veces al d¨ªa.Finalmente, en las crisis acin¨¦ticas s¨®lo se produce un desvanecimiento, generalmente con ca¨ªda hacia delante, con riesgo de heridas en la cara.
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