"Nadie puede predecir el porvenir"
La empresa cient¨ªfica no ha hecho m¨¢s que empezar
Usando una frase muy trillada, se exageran mucho las informaciones sobre el final de la ciencia. A mi juicio, la empresa cient¨ªfica no ha hecho m¨¢s que comenzar.El progreso cient¨ªfico no se mide contando los descubrimientos, por muy deslumbrantes que sean, sino en la progresiva profundizaci¨®n de nuestra forma de entender el mundo, incluidos nosotros mismos. Esa es la raz¨®n de que la ciencia siga ocup¨¢ndose de muchas de las cuestiones que se plantearon por primera vez hace 2.400 a?os, en tiempos de Arist¨®teles: ?C¨®mo se hizo el universo? ?De qu¨¦ est¨¢ hecha la materia? ?Qu¨¦ es y d¨®nde est¨¢ la mente? Pero ahora nos hacemos estas preguntas de una forma m¨¢s penetrante y exigimos respuestas que se hayan comprobado rigurosamente a trav¨¦s de la experimentaci¨®n y de la observaci¨®n.
Nadie puede decir qu¨¦ es lo que nos espera, pero se pueden enumerar los vac¨ªos de nuestro conocimiento actual -hacer un atlas de nuestra ignorancia actual- e imaginar la forma de llenar esos huecos. Eso es lo que he intentado hacer en mi libro. Pero este esbozo de los descubrimientos que a¨²n nos quedan por hacer tiene por fuerza que ser incompleto. Como en el pasado, el conocimiento m¨¢s profundo dar¨¢ lugar a preguntas que todav¨ªa no tenemos agudeza para preguntar.
?Qui¨¦n pod¨ªa imaginarse hace un siglo que objetos diminutos (como los electrones) no se podr¨ªan describir por las leyes del movimiento de Newton y que la teor¨ªa cu¨¢ntica que llenaba el vac¨ªo ser¨ªa aclamada como una de los triunfos intelectuales de este siglo? ?O qui¨¦n podr¨ªa haber previsto entonces que en este momento ser¨ªamos capaces de entender la base qu¨ªmica de la vida y de la herencia a trav¨¦s de la estructura del ADN?
El atlas de nuestra ignorancia es un expediente muy abultado. He aqu¨ª algunos de los puntos que contiene:
A pesar de la brillante descripci¨®n de las c¨¦lulas nerviosas de nuestras cabezas y sus interacciones mutuas que se ha hecho este siglo, todav¨ªa no tenemos un cuadro claro de c¨®mo se ensamblan en las m¨¢quinas de pensar de las que disponemos, ni de las clases de circuitos neuronales que nos permiten pensar e imaginar e incluso ser conscientes de lo que sucede en nuestras cabezas.
Sabemos cu¨¢ndo surgi¨® la vida en la superficie de la tierra (hace poco menos de cuatro mil millones de a?os), pero desconocemos c¨®mo empez¨®. El conocimiento gen¨¦tico de los organismos que viven en la actualidad nos permitir¨¢, a su debido tiempo, llegar a una descripci¨®n de los primeros organismos que utilizaron el ADN
(o su primo qu¨ªmico, el ARN) como material gen¨¦tico: decir c¨®mo eran los mecanismos de replicaci¨®n anteriores ser¨¢ una tarea m¨¢s dif¨ªcil, pero la ingeniosidad har¨¢ que dentro de pocas d¨¦cadas haya candidatos para este papel replic¨¢ndose en alg¨²n laboratorio. Una vez que se llenen los vac¨ªos, el mismo conocimiento gen¨¦tico permitir¨¢ una reconstrucci¨®n detallada de la historia de la evoluci¨®n humana en el breve per¨ªodo de 4,5 millones de a?os; para entonces deber¨ªamos saber si la ventaja decisiva del Homo sapiens (que s¨®lo tiene 125.000 a?os) sobre su coet¨¢neo, el hombre de Neanderthal, era la facultad del lenguaje u otra cosa.
La lista de los 100.000 genes humanos que proporcionar¨¢ el Proyecto Genoma Humano hacia el a?o 2003 no s¨®lo ser¨¢ un medio m¨¢s sencillo de saber las causas de las discapacidades hereditarias, sino tambi¨¦n un trampol¨ªn para desenmara?ar los delicados detalles del funcionamiento del cuerpo humano y, por consiguiente, para el dise?o deliberado de una serie de nuevos medicamentos. Pero subestimamos mucho la destreza y la mano de obra que ser¨¢n necesarias para esa tarea.
Hay expertos en gen¨¦tica molecular que a veces dan la impresi¨®n de que el comportamiento y la personalidad de la gente est¨¢n totalmente determinados por los genes, pero eso es porque la gen¨¦tica a¨²n no ha prestado demasiada atenci¨®n a las influencias externas que pueden influir en la actividad de los genes. La vieja disputa sobre la naturaleza y la nutrici¨®n a¨²n no ha terminado.
Huecos en el mundo f¨ªsico
Incluso la descripci¨®n del mundo f¨ªsico que se construy¨® en los primeros 75 a?os de este siglo tiene huecos evidentes. El m¨¢s evidente es que todav¨ªa no hay forma de reconciliar la mec¨¢nica cu¨¢ntica con la teor¨ªa de la gravitaci¨®n de Einstein. Eso implica que no hay forma de describir en detalle las primeras fases del Big Bang con el que se supone que empez¨® el universo, mientras que la ambici¨®n de los que estudian la estructura de la materia con el fin de agrupar en una teor¨ªa todas las fuerzas que puede haber entre los objetos pierde fuerza. No parece que vaya a ver pronto una teor¨ªa del todo.Ninguno de los elementos de mi atlas de la ignorancia es un problema trivial. El ¨²ltimo es el peor. El Big Bang plantea tantas dificultades como resuelve. Reconciliar la mec¨¢nica cu¨¢ntica y la gravitaci¨®n puede requerir una nueva revisi¨®n de la naturaleza del espacio y del tiempo. Se prev¨¦n tiempos excitantes.
Esta enorme agenda puede dar lugar a la afirmaci¨®n de que ya no existen grandes problemas en la ciencia, pero ?se sostiene? Gran parte de ella est¨¢ siendo atacada ya en laboratorios en todo el mundo. Los problemas de la f¨ªsica fundamental echan m¨¢s para atr¨¢s, pero no resulta m¨¢s dif¨ªciles que los que quedaron colgando al final del siglo XIX. La afirmaci¨®n de que pueden ser irresolubles reflejan el fracaso de nuestra imaginaci¨®n colectiva y de la impaciencia que reina incluso en la comunidad de investigadores. El descubrimiento, que profundiza en el conocimiento, tambi¨¦n ampl¨ªa las fronteras de nuestra ignorancia. Tenemos que aprender a vivir con ello.
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